El fot¨®grafo que quer¨ªa ser pintor
Man Ray es el personaje que elige Herbert R. Lottman para describir el Montparnasse de entreguerras. Dada¨ªstas y surrealistas, Joyce, Picasso o Breton, mujeres y hombres, vida, arte, far¨¢ndula, celebridad y miseria, desfilan por un libro que muestra, de modo certero y en ocasiones corrosivo, un Par¨ªs glorioso que muere con la invasi¨®n alemana.
Emmanuel Radnitsky, Man Ray (Filadelfia, 1890-Par¨ªs, 1976), fue uno de los fot¨®grafos m¨¢s famosos de la historia del arte. Toda su vida quiso ser pintor. Pero a pesar de, o tal vez debido a, su reputaci¨®n como fot¨®grafo de moda y retratista de celebridades no consigui¨® ni vender sus pinturas ni ser reconocido por la cr¨ªtica. Man Ray vivi¨® en Montparnasse, un barrio que -por encima de Montmartre, Chelsea o el Greenwich Village- se convirti¨® en la colonia de artistas m¨¢s cosmopolita de todos los tiempos. Lo hizo durante la ¨¦poca en que naci¨® y muri¨® el surrealismo, en el Par¨ªs de entreguerras, cuando Par¨ªs era Par¨ªs. Tal vez por eso, Herbert R. Lottman ha convertido a este personaje en el nexo que conecta ideas, vida, arte, far¨¢ndula, mito, celebridad y miseria en los famosos caf¨¦s del barrio y ha escrito a un tiempo el retrato de la calle, el perfil de una ¨¦poca, una historia del movimiento surrealista y la peripecia vital de sus protagonistas en esta biograf¨ªa cuyo t¨ªtulo original es, no en vano, El Montparnasse de Man Ray.
EL PAR?S DE MAN RAY
Herbert R. Lottman
Traducci¨®n de Daniel Najm¨ªas
Tusquets. Barcelona, 2003
309 p¨¢ginas. 15 euros
Efectivamente, el Montparnasse de los a?os veinte a los cuarenta desfila noct¨¢mbulo, tramposo, festivo y ambicioso por el libro de Lottman, autor de los m¨¢s pol¨ªticos La ca¨ªda de Par¨ªs y de La Rive Gauche, la ¨¦lite intelectual y pol¨ªtica en Francia entre 1935 y 1950 (ambos en Tusquets). Leyendo estas p¨¢ginas uno siente la placidez de estar sentado en una de las famosas terrazas del barrio contemplando una ¨¦poca. Tal desfile de personajes podr¨ªa hacer de este ambicioso retrato un libro superficial, pero Lottman se muestra tan certero en las descripciones como agudo y corrosivo en sus opiniones. As¨ª, por ejemplo, tacha de "payasadas" a la mayor¨ªa de las acciones de los surrealistas. "Lo que m¨¢s le faltaba al nuevo movimiento era contenido", apunta, y deja ver que incluso Andr¨¦ Breton, el l¨ªder del grupo, se tomaba con parecido talante los garabatos de "escritura autom¨¢tica" que firm¨® con Philippe Soupault y bautiz¨® Los campos magn¨¦ticos.
Las relaciones entre hombres y mujeres merecen en este libro cap¨ªtulo aparte. Liberadas y liberadoras, desinhibidas y emprendedoras, ellas se muestran contundentes, y cuando son sustituidas por otras m¨¢s j¨®venes al lado de sus parejas no desaparecen del libro: han adquirido vida propia. El propio Man Ray, esta vez ¨¦l abandonado por sus grandes amores, mantuvo con ellas una amistad de por vida. Montparnasse fue un sue?o cuyo despertar fue una guerra. Hacia el final del libro, cuando la invasi¨®n alemana fuerza la huida de la mayor¨ªa de los artistas que habitaron el barrio, Lottman simplemente relaciona a los protagonistas de esa ¨¦poca que coquetearon con el enemigo: Francis Picabia, Aristide Maillol, Andr¨¦ Derain o Jean Cocteau. No se necesita m¨¢s. Tampoco se echa en falta m¨¢s informaci¨®n sobre los ¨²ltimos a?os, algo amargos, del fot¨®grafo norteamericano que triunf¨® en Par¨ªs. Man Ray termin¨® sus d¨ªas pintando y, como suele ocurrir con las plegarias atendidas, sus a?os de entonces no fueron los m¨¢s felices.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.