Blur madura pero Placebo conquista
El grupo de Damon Albarn, cabeza de cartel en la primera jornada del Festival de Benic¨¤ssim, se ha hecho mayor y ha cambiado de estilo. No entusiasmaron a los m¨¢s de 27.000 'fibers' que volcaron sus preferencias en los infalibles Placebo y Moloko.
Una noche sin sobresaltos para abrir el Festival Internacional de Benic¨¤ssim (FIB). Con Blur haci¨¦ndose mayores y sin estribillos, el ¨¦xito fue a la vera Placebo y Moloko, infalibles ante su p¨²blico.
En escenario grande, dif¨ªcil acomodo encuentran canciones con recovecos. ?se fue el mensaje que el p¨²blico de Benic¨¤ssim envi¨® sin asperezas a Damon Albarn y los suyos. Blur fueron la cabeza de cartel de la primera jornada del festival, y como tal cumplieron atrayendo a buena parte de las 27.000 fibers (como se autodenominan los asistentes al FIB) acudieron al recinto de conciertos. Otra cosa es que el p¨²blico acabase satisfecho de la actuaci¨®n. Aun as¨ª, en una jornada que art¨ªsticamente no depar¨® sorpresas, Blur despuntaron gracias a que a¨²n siguen siendo referenciales.
Placebo es un grupo que mola. Despacharon un concierto solvente y apa?ado que supo a ¨¦xito
Yendo al grano, hay que detenerse en Blur; el grupo concitaba la atenci¨®n del d¨ªa con permiso de Placebo. Pasados los tiempos de gloria f¨¢cil y sonrisas laudatorias fl¨¢ccidas, Damon Albarn est¨¢ busc¨¢ndose el reconocimiento estable, lo que pretende lograr con canciones menos directas, no tan dependientes de un estribillo afortunado y m¨¢s elaboradas en sus texturas. Ello se ha materializado en Thing
tank, el disco que presentaban en el festival y fuente de buena parte de su repertorio en la noche del viernes. Como si evolucionar supusiese inequ¨ªvocamente complicar las cosas anulando por decreto la espontaneidad, Blur se perdieron en un mar de canciones rebuscadas y con presunto acento adulto que no despert¨® complicidad entre la multitud, que reserv¨® aplausos y entrega para los temas que el grupo precisamente desea etiquetar como pasado, caso de Girls & boys. As¨ª, la banda brit¨¢nica transit¨® opaca ante un p¨²blico que la habr¨ªa visto brillar de aceptarse a s¨ª misma, consintiendo al menos temporalmente en que lo suyo es el pop de canciones sin rincones, esas que hay que componer a menudo para que los dem¨¢s no te pasen por encima. No parece que Blur est¨¦n para ello.
Ian McCulloch s¨ª sabe que dif¨ªcilmente compondr¨¢ canciones con el impacto de The cutter o The killing
moon, emblemas de los a?os ochenta a¨²n v¨¢lidos tanto tiempo despu¨¦s. Consciente de ello, sali¨® al escenario para contar a la parroquia que ¨¦l ya fumaba antes que el cantante de Tindersticks y que las gafas anaranjadas no las invent¨® Lian Gallagher. Llevaba McCulloch unas muy pintiparadas, chaqueta a pesar del calor y tejanos pasados de moda. ?l a lo suyo, a reivindicar su pasado y a homologar su presente ante un p¨²blico indie. Claro est¨¢, Echo & The Bunnymen no son The Cure, cl¨¢sicos y populares, as¨ª que la concurrencia se limit¨® a seguir educadamente el concierto sin aspaviento alguno. McCulloch lo debi¨® percibir de alguna manera y decidi¨® que aqu¨¦lla no era la noche para disuadir a un p¨²blico remiso, de modo que afloj¨® la autoexigencia, se fue de nota en m¨¢s de una ocasi¨®n y firm¨® el concierto como un tr¨¢mite. Aseado, que quede claro, que las tablas sobran, simplemente actuaron ante un p¨²blico que no tiene edad para conocer sus viejos ¨¦xitos.
A prop¨®sito de edades, la media del p¨²blico, estimada a vuelapluma con m¨¦todos artesanales y poco fiables, podr¨ªa ser de entre los 20 y los 24 a?os. Clase media con incrustaciones tanto de media baja como de media alta. Consumidores de cultura, lozanos, razonablemente bien informados y dispuestos a vivir el festival como una experiencia que pertenece a su generaci¨®n. Es un entorno diferente en el que se proponen relaciones estimulantes y largas noches sin reloj espoleadas por la m¨²sica encarnada en los grupos alternativos. Por ejemplo, Badly Drawn Boy o De Manchester, artista revelaci¨®n para los ingleses hace un par de temporadas y eterno gamberro prodigio. Sali¨® al enorme escenario central con una guitarra y una gorra de lana, al parecer atornillada a la cabeza incluso cuando el calor aprieta. Con s¨®lo eso mantuvo callada a la multitud un buen mont¨®n de minutos. Mediado el concierto se puso serio y toc¨® el piano, sin despejar la gran duda: ?qu¨¦ pasar¨ªa si todo ello lo hiciese en el metro? ?Seguir¨ªa con gorra en verano?
En el suburbano la gente s¨ª se parar¨ªa ante Brian Molko, la gran figura de la noche. Aunque s¨®lo fuese por c¨®mo se mueve y lo pintados de negro que lleva los p¨¢rpados, los transe¨²ntes no ignorar¨ªan su presencia, menos a¨²n esa voz chillona que se retuerce dentro del t¨ªmpano como un insecto extraviado. Esa voz, amplificada por un magn¨ªfico equipo de sonido, ese pelo corto tan negro y estudiado, esa aura de grupo que mola, convirti¨® a Placebo en destacados de la jornada. Ellos s¨ª jugaban en campo propio; su nombre era de los primeros que sal¨ªan cuando en encuestas dom¨¦sticas se preguntaba a la asistencia sobre los grupos que provocaban su presencia all¨ª, y adem¨¢s despacharon un concierto solvente y apa?ado que supo a ¨¦xito. Con un poco de suerte, dentro de 15 a?os tocan en la fiesta de bienvenida del festival, al que deber¨¢n su popularidad en Espa?a.
Quien no lo har¨¢ ser¨¢ Beth Gibbons, la voz de Portishead, otro grupo que suena a todos los asistentes al festival, incluso a los que s¨®lo van para ligar. Puesta en faenas intimistas con Pau Webb, lo suyo son los locales cerrados, donde si nadie fuma una m¨¢quina expeler¨¢ el necesario humo de tugurio para corazones desolados. Pero, claro, all¨¢ encima del escenario, al aire libre, en una noche calurosa de verano espa?ol, ante un mont¨®n de gente que todav¨ªa no quer¨ªa dormirse, la cosa result¨® cuando menos inadecuada. Un repertorio que reclama atenci¨®n y recogimiento pas¨® desubicado ante una audiencia que no necesitaba precisamente ese narc¨®tico. Algunos se quedaron dormidos, mecidos por una voz que parec¨ªa acunar.
El baile hab¨ªa comenzado horas antes con Moloko en plan estelar, otros triunfadores del FIB reivindicando su territorio. Hicieron peque?a la carpa grande, generando ciertos agobios y asfixia entre los que no quer¨ªan perder detalle. Cumplieron sobradamente con su papel; la cantante se las dio de dama, todo qued¨® tope moderno y el p¨²blico bail¨® y se divirti¨®. No hab¨ªa ocurrido lo mismo minutos antes en la carpa peque?a, donde The Postal Service estaban llamados a asentar sus reales ante una audiencia que completaba el aforo. Mustios, l¨¢nguidos hasta m¨¢s all¨¢ de lo razonable e incapaces de hilvanar su repertorio, Postal Service perdieron la oportunidad de conectar con un p¨²blico m¨¢s dado al ritmo que a la laxitud de sus temas m¨¢s pausados. Horas m¨¢s tarde la electr¨®nica se adue?¨® de la noche y esper¨® a un nuevo d¨ªa.
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