El rastrillo
Yo debo de escribir muy mal porque al leer estos conmovedores art¨ªculos la gente saca conclusiones completamente err¨®neas. Para empezar, la gente piensa que soy gilipollas. Bueno, dice mi santo, es una hip¨®tesis que no hay que descartar. Vale, pero es que ya son tres los lectores que me escriben para corregirme porque dije que Evelio, nuestro ex alba?il y actual promotor de la urbanizaci¨®n Los Mostrencos, lleva un reloj "ostent¨®reo". Se ve que piensan que me falta un poquito m¨¢s de cultura, "hip¨®tesis", dice mi santo, "que tampoco hay que descartar". Y yo no me ofendo, qu¨¦ caramba, me considero a m¨ª misma bastante cebollo y me consuela que existan lectores tan cebollos como yo. Dichos lectores no caen en la cuenta de que al escribir "ostent¨®reo" estoy citando intertextualmente a ese maestro del castellano que es Gil y Gil. Desde hace tiempo vengo presionando, a trav¨¦s de un familiar que tengo en la Academia, para que ostent¨®reo entre en el diccionario. Es una palabra imprescindible, porque cuando t¨² ves el reloj de Evelio es que te salta a la vista que es ostent¨®reo que te cagas.
Pero hay percepciones de los lectores que me resultan a¨²n m¨¢s ostent¨®reas si cabe. El otro d¨ªa se va mi santo con todo el calor¨®n al Leroy Merlin a comprarse un rastrillo regulable de aleaci¨®n de titanio, porque le dio un repente que parec¨ªa que si no ten¨ªa esa misma tarde el rastrillo regulable de aleaci¨®n de titanio le daba algo, y yo mientras me sent¨¦ debajo del tilo, que a mi santo le encanta porque el d¨ªa que lo compramos yo no me acordaba del nombre del dichoso ¨¢rbol y le dije al dependiente que quer¨ªa el ¨¢rbol de las bolsitas tranquilizantes, y ahora mi santo, cuando vienen las visitas, dice, mirad, el ¨¢rbol de las bolsitas, y es que se parten, ¨¦l y las visitas. Superdescojonante. El caso es que mientras compraba su rastrillo, yo estaba (bajo el ¨¢rbol de las bolsitas) con el kit manos libres hablando con pap¨¢, que est¨¢ en La Manga comiendo cornetes con cuchillo y tenedor, que yo le tengo dicho, pap¨¢, con lo duro que est¨¢ un cornete, puede salir disparado y producirle una brecha que requiera varios puntos de sutura a alg¨²n veraneante de la tercera edad y la tenemos. Pero ¨¦l sigue y sigue con el cuchillo y el cornete. Cualquiera dir¨ªa que est¨¢ deseando cargarse a alguien. Me cont¨® algo ins¨®lito: un murci¨¦lago hab¨ªa entrado en la habitaci¨®n mientras dorm¨ªa y le hab¨ªa mordido en una mano dej¨¢ndole la se?al de un diente. Esto del murci¨¦lago de un solo diente en La Manga me inquieta, la verdad. Le pregunt¨¦ que si estaba preocupado y me dijo, m¨¢s preocupado tiene que estar el murci¨¦lago. A mi padre lo que le preocupa es que la gente al leerme se imagina que ¨¦l es un hombre muy viejo. ?Por qu¨¦ piensa eso la gente? Creen que eso de comer cornetes con tenedor es un trastorno de la edad, no comprenden que mi padre ha sido as¨ª mucho antes de que se inventaran los cornetes. La gente saca conclusiones muy equivocadas: cuando volvi¨® mi santo con su m¨ªtico rastrillo, me cont¨® que una lectora m¨ªa le hab¨ªa dicho: "Anda, y yo que pens¨¦ que era usted muy bajito". As¨ª que s¨®lo hay dos posibilidades: o yo no s¨¦ escribir o ustedes no saben leer. Mi santo dice que quiz¨¢ habr¨ªa que decantarse por la primera.
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