Mi Pierre Vilar
Autoridades tiene la profesi¨®n que, en las pr¨®ximas semanas, sabr¨¢n analizar y valorar con calma lo que el magisterio de Pierre Vilar ha significado para la historiograf¨ªa catalana de la segunda mitad del siglo XX, las influencias que ha ejercido en el ¨¢mbito metodol¨®gico, en el tem¨¢tico... e incluso en el pol¨ªtico, abarcando ¨¦stas ¨²ltimas un abanico que va desde el PSUC hasta Jordi Pujol. Por mi parte, y en una reacci¨®n inmediata a la tard¨ªa noticia de su fallecimiento -no por previsible menos triste-, s¨®lo me atrevo a esbozar una evocaci¨®n personal, a hacer memoria de algunos momentos vividos cerca del afable y sabio patriarca de la ciencia hist¨®rica que acaba de dejarnos tras casi una centuria de labor.
As¨ª era con todo: serio, riguroso, escrupuloso en el uso de las palabras y los conceptos
Le conoc¨ª en 1975, cuando el Colegio de Aparejadores -creo- le invit¨® a dar una conferencia en Barcelona; buscaron a alguien de su ramo para atenderle, y a trav¨¦s de un amigo de un conocido de una amiga me reclutaron a m¨ª. Para un estudiante de ¨²ltimo curso de historia contempor¨¢nea fue lo mismo que para un creyente ser recibido en audiencia privada por... Dios. El maestro -a quien todav¨ªa acompa?aba su en¨¦rgica esposa vascofrancesa- se mostr¨® tan cordial y asequible que nos atrevimos a atracarle y, adem¨¢s de la conferencia programada -multitudinaria, en el CIC de la Via Augusta-, accedi¨® a pronunciar gratis et amore otra, tumultuosa y vibrante, en un Paraninfo lleno a rebosar de universitarios entregados.
A?os despu¨¦s, a principios de la d¨¦cada de 1980, Vilar estaba de nuevo entre nosotros, investigando en la Casa de l'Ardiaca, y Llu¨ªs Bassets -entonces director del semanario El M¨®n- me propuso hacerle una entrevista. Disfrut¨¦ de su agudeza y de su conversaci¨®n infatigable durante toda una lluviosa ma?ana de s¨¢bado, hablando de historia, pero tambi¨¦n de la m¨¢s estricta actualidad; tres d¨ªas despu¨¦s, en el despacho que usufructuaba dentro de una de las torres de la muralla romana, frente a su alojamiento del hotel Col¨®n, revis¨® el texto y lo dio por bueno. As¨ª era en todo, consigo mismo y con los dem¨¢s: serio, riguroso, escrupuloso en el uso de las palabras y los conceptos. En cuanto a la entrevista, por ah¨ª anda, en las hemerotecas.
Un poco m¨¢s adelante, dentro de aquella misma d¨¦cada, Pierre Vilar acept¨® de Presses Universitaires de France el encargo de escribir lo que fue uno de sus mayores best sellers, el librito sobre la guerra civil espa?ola publicado aqu¨ª en 1986, y se instal¨® de nuevo en Barcelona, en el hotel Col¨®n y en Ca l'Ardiaca, donde coincid¨ªamos y charl¨¢bamos, y donde me pidi¨® que le gestionase una entrevista con Josep Tarradellas para explorar la posibilidad de efectuar una incursi¨®n en el archivo de ¨¦ste en Poblet. El d¨ªa convenido, y despu¨¦s de almorzar mano a mano en el restaurante Set Portes -al gran historiador le agradaba comer y beber decorosamente-, un taxi nos llev¨® hasta la residencia del presidente jubilado. Durante las dos horas siguientes fui el ¨²nico testigo, mudo y fascinado, de un espect¨¢culo extraordinario, irrepetible, del di¨¢logo apasionante entre los que se me antojaron dos gigantes, dos monstruos -de la pol¨ªtica uno, de la historiograf¨ªa el otro-, los ¨²ltimos supervivientes de una especie ya extinguida. La conversaci¨®n -en franc¨¦s- estaba te?ida de una cortes¨ªa antigua, punteada de "monsieur le Pr¨¦sident" y de "docteur Vilar", y discurri¨® entre el pasado y el presente, entre recuerdos comunes sobre el Par¨ªs de los a?os sesenta y observaciones punzantes, aunque educadas, sobre la pol¨ªtica francesa y catalana del momento. Me parece que Vilar no fue nunca al archivo de Poblet, pero yo no me he perdonado jam¨¢s no haber tenido, esa tarde, un magnet¨®fono.
Hubo, desde luego, otros encuentros -as¨ª, los que moderaba la bonhom¨ªa de Josep Maria Castellet para establecer las grandes l¨ªneas de la Hist¨°ria de Catalunya que, con la autoridad de Vilar en el frontis, Edicions 62 public¨® entre 1987 y 1990-, y un sinf¨ªn de an¨¦cdotas. Cuando alg¨²n profano, para explicarse la pasi¨®n de toda su vida por este pa¨ªs, le preguntaba si era de origen catal¨¢n -catal¨¢n del norte, se entiende-, el ilustre historiador contestaba que no, pero por poco; ?acaso no hab¨ªa sido el se?or¨ªo de Montpellier, su tierra natal, parte del patrimonio del rey Jaime I? O esa respuesta que dio a un grupo de universitarios franceses venidos a interrogarle sobre la realidad catalana: ?Cree usted que Catalu?a es una naci¨®n? "No, no lo creo. Lo s¨¦. Creerlo ser¨ªa una cuesti¨®n de fe, irracional. Saberlo es el fruto del estudio cient¨ªfico de una realidad hist¨®rica, social, econ¨®mica...".
Descansi en pau, doctor Vilar. Y muchas gracias por todo.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es
historiador.
M?S INFORMACI?N EN P?GINA 38
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