Yo tambi¨¦n mir¨¦ por los prism¨¢ticos de Couso
Yo tambi¨¦n mir¨¦ por los prism¨¢ticos desde un balc¨®n del hotel Palestina. Justamente, desde el balc¨®n de la suite 1.403 donde pocos minutos despu¨¦s encontrar¨ªa la muerte Jos¨¦ Couso. No recuerdo si los binoculares eran suyos o de su compa?ero Jon Sistiaga, pero fue Couso quien me los pas¨®. En el visor de su c¨¢mara, las im¨¢genes se ve¨ªan peque?as y en blanco y negro. "Con esto podr¨¢s apreciar mejor el movimiento de los carros", me dijo.
En efecto, ahora s¨ª que pod¨ªa distinguir la torreta de los dos Abrams que se asomaban en la entrada occidental del puente de Al Yumhuria sin atreverse a¨²n a cruzarlo. Uno de los aparatos avanz¨® un poco. Giraba su trompa r¨ªgida a un lado y a otro. De vez en cuando, de repente, daba la impresi¨®n de que la retrotra¨ªa ligeramente y ?pum! lanzaba su proyectil contra la otra margen del r¨ªo Tigris. Hubo un momento en que pareci¨® que nos estaba mirando. La trompa met¨¢lica nos apunt¨® un instante. "?Si nosotros podemos verles con esto, ellos deben distinguir hasta los granos de nuestra cara!", nos tranquilizamos. La escena se desarrollaba a un kil¨®metro de nuestra ventana.
Poco despu¨¦s ces¨® la actividad b¨¦lica visible y mi atenci¨®n se desvi¨® hacia otro de los balcones, orientado al este, desde donde se pod¨ªa ver un animado baile de helic¨®pteros Apache y Cobra. Couso sigui¨® grabando los blindados sobre el puente.
El Gobierno de Estados Unidos insiste en que el disparo que aquel carro realiz¨® contra el hotel Palestina ese fat¨ªdico 8 de abril fue "en defensa propia". El resultado de su investigaci¨®n interna respalda finalmente la tesis del vig¨ªa, despu¨¦s de que las primeras explicaciones de sus responsables militares se contradijeran unas con otras. Seg¨²n ese informe, los soldados "localizaron a una persona con prism¨¢ticos en los balcones de una habitaci¨®n de los pisos superiores de un edificio de color marr¨®n". Creyeron que era el observador enemigo que marcaba objetivos y dispararon.
La explicaci¨®n me dej¨® perpleja en los d¨ªas posteriores al ataque y me sigue sorprendiendo hoy. ?No vio el artillero el gran letrero que reza Hotel Palestine sobre el citado edificio marr¨®n? ?C¨®mo es posible que no supiera que aquel inmueble de 17 pisos era el hotel de los periodistas? Su perfil destaca junto al vecino hotel Ishtar, ya que son los dos ¨²nicos edificios altos de la zona. ?Tampoco se dio cuenta de que hab¨ªa decenas de personas con c¨¢maras y tr¨ªpodes en el resto de los balcones que rodeaban al que le result¨® sospechoso? Seg¨²n el relato del sargento al mando del blindado pasaron 10 minutos desde que se avis¨® de la presencia del supuesto vig¨ªa y la orden de disparo. Hubo tiempo entonces para percatarse de que tanto p¨²blico en las ventanas era algo inusual.
No dudo del agobio al que deb¨ªan sentirse sometidos los soldados estadounidenses bajo el fuego de la artiller¨ªa iraqu¨ª. Pero eso no lo justifica todo. Los testimonios de los numerosos informadores que nos encontr¨¢bamos en el hotel cuestionan que los alrededores del establecimiento fueran "un ¨¢rea de significativa actividad enemiga", como asegura el informe. La grabaci¨®n de la cadena francesa France 3, tambi¨¦n. Durante los 15 minutos anteriores al ataque, no se oye ning¨²n disparo.
El proyectil t¨¦rmico empleado se usa para matar, no para destruir edificios. Y logr¨® su objetivo. Aunque no dio de lleno al hotel, su impacto a la altura del piso decimoquinto fue suficiente para arrebatar las vidas de Taras Protsyuk, un camar¨®grafo ucranio que grababa para Reuters desde esa planta, y de Couso, que hac¨ªa lo propio para Tele 5 una planta m¨¢s abajo. Otros tres colegas resultaron heridos. El c¨¢mara de Televisa en el piso 16 se salv¨® porque se estaba aburriendo con los carros y entr¨® a cambiar de cinta.
Hoy, con la perspectiva de los cuatro meses que han pasado, no creo que el ca?onazo contra el Palestina fuera un acto de intimidaci¨®n como temimos en el calor de los primeros momentos. Sin embargo, dadas las circunstancias, tampoco puedo aceptar que fuera tan s¨®lo "un accidente lamentable". Alguien, el artillero que dispar¨® o el capit¨¢n que dio la orden, cometi¨® una imprudencia temeraria y ese extremo debe esclarecerse y, eventualmente, castigarse. La advertencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos de que Bagdad iba a ser "un lugar extremadamente peligroso para los reporteros" no constituye una patente de corso.
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