Tropezar con la misma piedra
El cine espa?ol es desmemoriado y ahora, adem¨¢s, parece que "se est¨¢ asfixiando", como han dictaminado de nuevo sus productores esta misma semana. Tras el alarmante informe de la Academia de hace unos meses, y el subsiguiente del Ministerio de Cultura, los productores han hecho ahora sus cuentas... y no les salen. Los datos que aportan son menos optimistas que los oficiales del Gobierno, y reclaman a voz en grito que las televisiones se comprometan con el cine espa?ol y cumplan sus acuerdos. Debe de ser cierto el problema, porque en los encuentros veraniegos de la gente del cine s¨®lo se oye hablar de la crisis particular de tal o cual empresa cinematogr¨¢fica, en quiebra descarada o al borde del cierre. Deudas por todas partes, dicen, y los proyectos se contemplan a largo plazo... No hay memoria. Estos mensajes de alarma suenan como cosa de toda la vida, sin que pueda entenderse c¨®mo al cabo de tantos a?os nadie haya sabido ponerle el cascabel al gato. Las crisis quedan resueltas con parches, y el que venga detr¨¢s, que arree. Se modernizan los t¨¦rminos, pero el conflicto parece siempre el mismo.
A veces, productores y distribuidores utilizan estrategias deshonestas para mejorar las cosas, como se hac¨ªa ya en el franquismo para disimular la existencia de la censura. Y eso no vale. La Federaci¨®n de Consumidores en Acci¨®n acaba de denunciar la publicidad enga?osa de muchas campa?as "al extremo de presentar como protagonistas a estrellas de ¨¦xito que apenas aparecen en la pel¨ªcula, o de preparar tr¨¢ilers y carteles donde se cambia la tem¨¢tica, se falsea el t¨ªtulo original e incluso se muestran im¨¢genes que no se ven en el filme al objeto de aumentar la taquilla". Pan para hoy...
La falta de memoria repite la historia. En los tiempos de Mur Oti la censura hac¨ªa su agosto y a ¨¦l mismo le mutilaron, entre otras, su provocadora versi¨®n de Fedra o el supuesto adulterio de Condenados. La censura eclesi¨¢stica era entonces poderosa, y, aunque maquillada de modernidad, sigue igual. Este a?o ha renovado su clasificaci¨®n moral de las pel¨ªculas, y frente a aquella ridiculez del famoso 3-R, que advert¨ªa que s¨®lo los mayores pod¨ªan ver tal pel¨ªcula y a¨²n ellos con reparos, han promulgado ahora un rejuvenecido galimat¨ªas que, al parecer, consiste en la siguiente tabla: "Adultos id", (contiene ideas que pueden herir); "Adultos ima", (im¨¢genes que pueden herir); "Adultos jo", (apta para adultos j¨®venes); "J¨®venes ad", (apta para j¨®venes adultos), y, finalmente, para "Todos" ... ?Madre de Dios!

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