El gran apag¨®n
Gran parte del noreste de Estados Unidos y las ciudades de Ottawa y Toronto sufrieron ayer un grave apag¨®n el¨¦ctrico al menos durante 24 horas. Los efectos del colapso, ya vividos por Nueva York en otras ocasiones -1965 y 1977-, provocaron el p¨¢nico entre la poblaci¨®n y la inquietud de las autoridades pol¨ªticas, que todav¨ªa no han explicado sus causas. Una primera versi¨®n atribuy¨® el gigantesco apag¨®n a un rayo que habr¨ªa inutilizado una central el¨¦ctrica en las cataratas del Ni¨¢gara, en la frontera con Canad¨¢. Pero esa versi¨®n, no confirmada, ha sido recibida con reticencias l¨®gicas: que un rayo deje sin luz a un territorio en el que viven 50 millones de personas quiz¨¢ sea un acontecimiento probable y demostrable, pero hay que explicarlo muy bien para que los ciudadanos puedan entenderlo en pleno siglo XXI.
El problema es que el sistema el¨¦ctrico estadounidense est¨¢ bajo sospecha desde los apagones de California, en los a?os 2000 y 2001, y de la cadena de fraudes e irregularidades que llevaron a la quiebra a la compa?¨ªa el¨¦ctrica Enron, de triste memoria para los reguladores y los mercados estadounidenses. Con independencia de cu¨¢l sea el detonante del apag¨®n no es posible separarlo de la disparatada pol¨ªtica energ¨¦tica aplicada en EE UU, que impuls¨® desregulaciones del mercado manteniendo al mismo tiempo congelaciones de tarifas que impidieron la retribuci¨®n adecuada de los productores de electricidad.
La carrera de fraudes, abusos econ¨®micos, enga?os a los reguladores y desprecio a las normas del mercado pasar¨¢ a la historia negra de la econom¨ªa estadounidense; pero mientras se escribe esa historia, el sistema el¨¦ctrico sufre probablemente la triste herencia de inversiones insuficientes en generaci¨®n y distribuci¨®n que pone la red en una situaci¨®n permanente de riesgo de colapso. No es de extra?ar, pues, que el gobernador de Nuevo M¨¦xico, Bill Richardson, secretario de Energ¨ªa con Bill Clinton, defina de forma contundente el estado de la cuesti¨®n el¨¦ctrica en EE UU: "Somos una superpotencia con un suministro el¨¦ctrico del Tercer Mundo". El coste de un sistema el¨¦ctrico deficiente se va a comprobar emp¨ªricamente ahora, cuando se calcule el lucro cesante del gran apag¨®n y se pongan en marcha las reclamaciones por da?os y perjuicios.
La situaci¨®n en EE UU, espectacular por el vasto territorio afectado y el n¨²mero de ciudadanos damnificados, tiene correlato en Espa?a. La diferencia es que en el mercado el¨¦ctrico espa?ol no se cometi¨® el error de congelar las tarifas; pero el d¨¦ficit de inversiones en generaci¨®n y, sobre todo en distribuci¨®n, es tan evidente como all¨ª, como lo demuestra la continua disminuci¨®n del margen de cobertura que garantiza el suministro ante cualquier punta de demanda o el rosario de apagones de duraci¨®n media que asola a los consumidores espa?oles.
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