"Una Constituci¨®n europea de tipo federal era imposible"
En esta entrevista realizada en su villa de la Toscana, cerca de Siena, Sergio Romano reconoce que el Gobierno italiano, que ejerce la presidencia de turno de la UE, es poco europe¨ªsta, pero en eso, puntualiza, "est¨¢ en perfecta sinton¨ªa con el esp¨ªritu de los tiempos".
Pregunta. El proyecto de Constituci¨®n de la UE ha recibido innumerables cr¨ªticas, por no hablar de los comentarios despreciativos de The Economist, que aconsejaba tirarlo a la papelera. ?Es esta Constituci¨®n, por t¨ªmida que parezca, el primer paso hacia los Estados Unidos de Europa?
Respuesta. No era posible hacerse demasiadas ilusiones sobre la Constituci¨®n. En el clima pol¨ªtico europeo actual, una Constituci¨®n de tipo federal era imposible. La premisa importante -en caso contrario no se comprende la situaci¨®n de Europa en estos momentos- es reconocer que despu¨¦s de la entrada en el euro ha habido un reflujo antieuropeo. Ha ocurrido en todos los pa¨ªses, en mayor o menor medida. A la vez ten¨ªamos la ampliaci¨®n a las puertas y era obligado redactar esta Constituci¨®n porque, en caso contrario, Europa habr¨ªa sido ingobernable.
"Habr¨ªa sido preferible mantener a los 10 pa¨ªses candidatos otros 10 a?os fuera de la UE. Pero ya no era posible tras haberles puesto en la sala de espera en 1990"
"Todos los pa¨ªses quieren cambiar la Constituci¨®n. Mi esperanza es que estos deseos opuestos terminen anul¨¢ndose entre s¨ª y que los pa¨ªses se den cuenta de que es mejor no tocar nada"
"No ha existido nunca un eje franco-italiano. En el pasado, el verdadero eje fue italo-germano. Europa ha sido una rehabilitaci¨®n para Italia y Alemania, derrotadas en la guerra"
"Alemania tiene un gran problema. De repente se ha encontrado con un traje nuevo para 80 millones de habitantes y todav¨ªa no sabe c¨®mo estar dentro de ¨¦l"
"Berlusconi sigue una l¨ªnea parecida a la espa?ola y, en cierto modo, a la brit¨¢nica. Es mucho m¨¢s representativo que Prodi del nuevo clima de euroescepticismo"
"El ministro europeo de Exteriores, sin un Gobierno que le sostenga, sin un mandato preciso, corre peligro de desgarrarse, arrastrado por exceso o por falta de federalismo"
P. Un clima desfavorable para el proyecto europe¨ªsta.
R. S¨ª. Pero adem¨¢s hay que tener en cuenta que la UE ha ido mucho m¨¢s all¨¢ del federalismo en innumerables cuestiones: en agricultura, en el mercado ¨²nico, en la moneda ¨²nica. En Estados Unidos no hubo una verdadera moneda ¨²nica hasta 1912 o 1913, cuando se cre¨® la Reserva Federal y el valor del d¨®lar se unific¨®. En Europa hay una fuerte contradicci¨®n, porque en unas cosas hemos ido m¨¢s all¨¢ del federalismo y en otras estamos muy lejos. Europa est¨¢ un poco herida por esta contradicci¨®n. Por si fuera poco, tras la llegada del euro se ha iniciado un reflujo antieuropeo, y encima nos llegan 10 pa¨ªses, a los que ya no se pod¨ªa impedir la entrada.
P. Aunque habr¨ªa sido preferible...
R. Indudablemente, habr¨ªa sido mejor mantenerles fuera otros 10 a?os. Pero no era posible. Les hab¨ªamos puesto en la sala de espera en 1990, no se les pod¨ªa dejar ah¨ª m¨¢s tiempo. Por eso, lo ¨²nico que se pod¨ªa hacer era redactar una Constituci¨®n para intentar dejar atadas algunas normas de convivencia.
P. Los grandes pa¨ªses europeos est¨¢n profundamente divididos sobre la forma futura de la UE. El eje franco-alem¨¢n, parece m¨¢s favorable a una Europa federal, mientras Espa?a y, sobre todo, el Reino Unido son contrarios.
R. Incluso en el eje franco-alem¨¢n hab¨ªa mucha ambig¨¹edad. Sab¨ªamos que Alemania era partidaria de un modelo bastante federal, visto el discurso del ministro Joschka Fischer en la Universidad de Humboldt, pero tengo muchas dudas sobre el federalismo de Francia, sobre todo gobernada por un gaullista. Si hubiera sido la Francia de Mitterrand, quiz¨¢. Los gaullistas lo que quieren es una UE en la que su pa¨ªs tenga un sitio preeminente y pueda favorecer la pol¨ªtica francesa. Para lograr esto, Francia est¨¢ dispuesta a hacer sacrificios, pero no sacrificios federalistas. Por eso, el borrador obtenido es lo m¨¢ximo que se pod¨ªa lograr.
P. S¨ª, pero el proyecto est¨¢ ya en Italia, que preside este semestre la UE y ser¨¢ la encargada de organizar la Conferencia Intergubernamental que deber¨ªa aprobar la Carta Magna. El actual Gobierno italiano no es precisamente filo-franc¨¦s, est¨¢ m¨¢s cerca de brit¨¢nicos y espa?oles. ?Puede cambiar la sustancia de esta Constituci¨®n?
R. Aqu¨ª hay dos problemas. En primer lugar, todos los pa¨ªses quieren cambiar la Constituci¨®n. Mi esperanza personal e incluso la del presidente de turno de la UE al que corresponda esta tarea -porque ser¨¢ el primero que no est¨¦ interesado en afrontar muchos problemas- es que estos deseos opuestos terminen anul¨¢ndose entre s¨ª. En el sentido de que, cuando alguien se levante para pedir el cambio de una cl¨¢usula, otros se sientan autorizados a pedir otra cosa. Con lo cual se dar¨¢n cuenta de que es preferible no tocar nada, o tocar lo menos posible. Y est¨¢ el problema de credibilidad personal de Berlusconi como l¨ªder, y esto es un problema para ¨¦l y para Italia. Pero el hecho de que no defienda posiciones filofrancesas no es una sorpresa, porque Italia no ha mantenido nunca posiciones filogaullistas. Luego, no ha existido nunca un eje franco-italiano. En el pasado, el verdadero eje fue el italo-alem¨¢n. Dos pa¨ªses que hab¨ªan perdido la guerra y eran m¨¢s europe¨ªstas que otros. Porque Europa les hab¨ªa permitido dejar de aparecer como derrotados. Europa ha sido para Italia y Alemania una gran rehabilitaci¨®n.
P. Yo no dir¨ªa que Italia fue completamente derrotada.
R. No, pero la UE nos ha rehabilitado tambi¨¦n a nosotros. Por todo esto, yo lamento que la pol¨ªtica del Gobierno italiano sea hoy menos europe¨ªsta de lo que lo fue en tiempos de El Olivo. Comprendo los esfuerzos del presidente Ciampi, que intenta enderezar un poco esta pol¨ªtica, pero las cosas son as¨ª, Berlusconi sigue una pol¨ªtica distinta, que no me gusta, pero al menos tiene una l¨ªnea.
P. Una l¨ªnea clara.
R. S¨ª, que se parece mucho m¨¢s a la l¨ªnea espa?ola y, en ciertos aspectos, a la brit¨¢nica. Desde ese punto de vista, Berlusconi es mucho m¨¢s representativo del nuevo clima de euroescepticismo y de desconfianza que Romano Prodi, si fuera ¨¦ste el presidente del Gobierno. Berlusconi tendr¨¢ m¨¢s facilidad para asumir esta presidencia europea por el hecho de estar m¨¢s en sinton¨ªa con los humores de la Europa de hoy.
P. ?Incluso con la Alemania de hoy?
R. La Alemania de hoy no es la de Kohl. Me cuesta mucho trabajo entenderla. Es un pa¨ªs con un gran problema. De repente se ha visto con un traje nuevo para 80 millones de habitantes, y no sabe c¨®mo llenarlo a¨²n, no ha decidido c¨®mo estar dentro de ¨¦l. Quiere ser un pa¨ªs totalmente independiente y tengo la impresi¨®n de que ha encontrado esta independencia en una ideolog¨ªa nueva que se llama nacional-pacifismo. ?Es Schr?der europe¨ªsta? No sabr¨ªa decirle.
P. Con la ampliaci¨®n a 10 nuevos miembros en mayo pr¨®ximo, todo apunta a que la idea federal se debilitar¨¢ a¨²n m¨¢s porque estos nuevos pa¨ªses son m¨¢s fr¨ªos en este sentido.
R. Sin duda. Por eso era tan importante redactar y aprobar una Constituci¨®n, porque con ella, al menos hay algunas reglas. Estos pa¨ªses son menos europe¨ªstas y m¨¢s filoamericanos porque cuando reconquistaron su libertad ten¨ªan que resolver el problema del desarrollo econ¨®mico y el de la seguridad. El desarrollo econ¨®mico lo garantizamos nosotros, los miembros de la UE, pero la seguridad pol¨ªtico-militar no. Y ellos la han buscado y la han encontrado en Am¨¦rica, en la OTAN.
P. Todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que la Europa a 25 ser¨¢ tambi¨¦n m¨¢s complicada de gestionar, pese a lo cual hay dirigentes pol¨ªticos, me refiero a Berlusconi, que prometen continuamente una Europa ampliada a Turqu¨ªa, Israel e incluso Rusia. ?Ve usted alguna posibilidad?
R. Ninguna. Rusia no es asimilable a la UE, lo saben perfectamente los rusos. Turqu¨ªa, en todo caso, pero tampoco Israel. Se podr¨ªa empezar a pensar en Israel el d¨ªa en que se resuelva completamente la cuesti¨®n palestina, e incluso en ese caso, la falta de contig¨¹idad territorial hace el problema complicado. ?Por qu¨¦ cita Berlusconi Israel? Este Gobierno ha decidido hacer una pol¨ªtica filoisrael¨ª para aproximarse m¨¢s a las posiciones estadounidenses, que era lo que Berlusconi quer¨ªa, corrigiendo las pol¨ªticas filo¨¢rabes de Gobiernos de centro-izquierda precedentes. En segundo lugar, porque en este Ejecutivo est¨¢ Alianza Nacional
[heredera de la ideolog¨ªa de Mussolini], que ha sido rehabilitada gracias al excelente trabajo de su l¨ªder, Gianfranco Fini, pero que ten¨ªa un enorme problema con los jud¨ªos.
P. ?Qu¨¦ sentido tiene mencionar el futuro ingreso ruso?
R. Ah¨ª hay otros factores en juego, no explicados, como la relaci¨®n con Vlad¨ªmir Putin. Berlusconi cree que la construcci¨®n de una buena relaci¨®n personal es fundamental en las relaciones pol¨ªticas. Me parece que exagera mucho. Pero con su experiencia profesional, con sus antecedentes, comprendo que atribuya mucho valor a eso de poder decir "mi amigo Putin", "mi amigo Murdoch" o "mi amigo Bush", porque as¨ª refuerza tambi¨¦n su imagen de l¨ªder ante la opini¨®n p¨²blica italiana. Y adem¨¢s creo que Europa, como integraci¨®n, como proyecto, no le interesa mucho. Por eso, si se le ocurre decir algo amable a Putin que contribuya a mejorar su relaci¨®n con el l¨ªder ruso, pues lo dice.
P. ?Marcar¨¢ ese desinter¨¦s la presidencia europea de Italia?
R. La verdad es que Berlusconi no se ha preparado nunca los temas europeos, al contrario que Ciampi, que ha vivido la idea de Europa desde joven, igual que Prodi y que los viejos democristianos. En el Gobierno italiano, Fini es europe¨ªsta porque es inteligente y se ha dado cuenta de que era una manera de pagar el peaje pol¨ªtico para la rehabilitaci¨®n de su partido, pero la Alianza Nacional no tiene tradici¨®n europe¨ªsta alguna, por no hablar de Bossi
[Umberto, el l¨ªder de la Liga Norte]. Berlusconi no ha tenido en cuenta Europa salvo ahora, cuando hay una coincidencia de intereses. Ahora es presidente de la UE, y para ¨¦l eso es como subirse a un pedestal sobre el que se siente muy a gusto. Habr¨¢ dicho: "Estupendo, acepto durante seis meses las reglas del juego", que el habr¨¢ comprendido ya, porque no podr¨ªa subirse al pedestal para hacer lo contrario de lo que Europa le pide. Por tanto, yo creo que har¨¢ el papel del l¨ªder europeo.
P. Usted ve un regreso al euroescepticismo. Sin embargo, hay pensadores que han visto en la gran reacci¨®n popular contra la guerra de Irak que ha recorrido Europa, el nacimiento de un cierto espacio europeo, como dice J¨¹rgen Habermas.
R. Nunca he cre¨ªdo en la opini¨®n p¨²blica como potencia. En las democracias de masas, como las nuestras, el factor opini¨®n p¨²blica no puede ser ignorado por ning¨²n pol¨ªtico, pero es incapaz de transmitir mensajes coherentes y de convertirse en un factor decisivo. Siempre que veo a cientos de miles de personas en la calle me doy cuenta de que se ponen de acuerdo sobre consignas que son un m¨ªnimo com¨²n denominador. Apenas intento profundizar un poco, descubro que hay una variedad de opiniones enorme. Hay que reconocer que las grandes manifestaciones italianas contra la guerra fueron un fen¨®meno importante. Aunque yo no soy pacifista, ni comparto esta cultura, debo observar que no hab¨ªa visto nunca tantas banderas pacifistas en los balcones. Ah¨ª hab¨ªa dos grupos fundamentales: el pacifismo de inspiraci¨®n cat¨®lica papal y el antiamericanismo. Es decir, que no eran pacifistas, no estaban contra la guerra, sino contra la guerra americana.
P. Bueno, contra la guerra de esta Am¨¦rica, contra la guerra de Bush, porque anteriormente, contra la guerra de Bill Clinton no hubo el mismo rechazo.
R. Estas manifestaciones no son nunca completamente espont¨¢neas. Se necesita la correa de transmisi¨®n de los sindicatos, y los sindicatos no se manifestaban contra Clinton.
P. Ha citado usted a la Iglesia y al Papa. En esta cuesti¨®n ha sido m¨¢s intensa que otras veces la oposici¨®n de la Santa Sede a la guerra.
R. Es que ¨¦sta era una guerra preventiva que el Vaticano no acepta.
P. Pero el Papa, que recobr¨® toda su autoridad en Europa con esta condena a la guerra de Bush, debe de sentirse derrotado ahora cuando, despu¨¦s de todo, la menci¨®n a las ra¨ªces cristianas de Europa no ser¨¢ incluida en la Constituci¨®n. Lo ha dicho claramente Berlusconi.
R. Es que hay intereses convergentes e intereses divergentes. Respecto al tema de la paz, una amplia parte de la opini¨®n p¨²blica europea acepta el magisterio de Juan Pablo II, incluso se siente m¨¢s legitimada gracias a ¨¦l. Pero esta Europa est¨¢ al mismo tiempo muy descristianizada, muy secularizada. Por tanto, si el Papa pretende ejercitar su magisterio hasta el punto de escribir la Constituci¨®n, entonces, mucha gente dice no. Mientras habla de paz, s¨ª, pero cuando pretende escribir la Constituci¨®n, no.
P. Se trataba s¨®lo de hacer una menci¨®n al cristianismo en el pre¨¢mbulo.
R. Ya, pero es que en las sociedades europeas viven ya muchos musulmanes. En Francia hay 6 millones; en el Reino Unido, 2,5; son 4 o 5 millones en Alemania. Entonces, ?qu¨¦ se puede hacer? Hay unos 15 millones de musulmanes en Europa. Por eso creo que Giscard ha encontrado una soluci¨®n justa.
P. La guerra de Irak ha dejado al descubierto grandes divisiones en Europa, ?Qu¨¦ margen de maniobra tendr¨¢ el nuevo ministro europeo de Exteriores, que sanciona la Constituci¨®n?
R. La pol¨ªtica exterior no es s¨®lo pol¨ªtica exterior. Quiero decir que la pol¨ªtica econ¨®mica, la comercial, son tambi¨¦n formas de pol¨ªtica exterior. En esto vale tambi¨¦n lo que le dec¨ªa antes, porque en algunas cosas el modelo europeo est¨¢ muy avanzado. Europa unida mantiene unas batallas tremendas con Estados Unidos por el comercio mundial, en cuestiones que son a fin de cuentas pol¨ªtica exterior, sean las barreras sobre el acero u otras. Claro, el ministro de Exteriores, sin un Gobierno que lo sostenga, sin un mandato preciso, sobre el que no hay reglas claras, se arriesga a verse desgarrado en dos, arrastrado por el exceso de federalismo y por la falta del mismo en otras cosas. La verdad es que Europa ha sido siempre una apuesta. Ahora hay una posibilidad, una esperanza de que la expresi¨®n ministro de Exteriores tenga un valor terap¨¦utico, y entonces funcione, pero depender¨¢ mucho de qui¨¦n desempe?e este papel.
P. Tampoco se ve en el futuro una verdadera defensa europea.
R. Ah¨ª hay problemas de presupuesto, porque el Estado de bienestar consume mucho dinero, y est¨¢ el peso de las guerras pasadas, que ha llevado a un rechazo de los ej¨¦rcitos, un canto al pacifismo. Es un cap¨ªtulo muy dif¨ªcil que no se resolver¨¢ ni en 10 a?os. En ese plazo, lo que habr¨¢ ser¨¢ una fuerza europea de peacekeeping [mantenimiento de la paz] org¨¢nica.
P. Usted sostiene que en la actual situaci¨®n europea, Italia se encuentra en desventaja por la mayor fragilidad de su sistema pol¨ªtico.
R. Ah, s¨ª, sin duda. El primer ministro italiano no tiene los poderes que tienen Aznar, o Schr?der o Chirac, y esto hace m¨¢s inciertas las legislaturas italianas. Con eso, Italia da?a su capacidad negociadora. Lo mismo que se suele decir que los brit¨¢nicos tienen un peso pol¨ªtico superior al de su fuerza real, Italia tiene un peso inferior al que le corresponde.
P. Hablando de peso pol¨ªtico, Espa?a tiene una objeci¨®n fundamental a este borrador de Constituci¨®n en lo referente al voto mayoritario en el Consejo Europeo, porque su posici¨®n resulta muy penalizada en relaci¨®n con lo obtenido en el Tratado de Niza. La fijaci¨®n de una mayor¨ªa del 60% de la poblaci¨®n necesaria en la toma de decisiones parece dejarlo todo en manos de los grandes pa¨ªses. ?Ve posible que se modifique este punto?
R. Tengo mucha fe en la doble mayor¨ªa. No se trata s¨®lo del 60% de poblaci¨®n, sino del 51% de pa¨ªses. Es una se?al de federalismo. Yo espero que la conserven. Hace unos d¨ªas le¨ª unas declaraciones de Giscard d'Estaing en las que defend¨ªa la doble mayor¨ªa, pero dejaba entender que probablemente se har¨¢ alguna correcci¨®n. Seguramente se aumentar¨¢ del 60% al 70% de la poblaci¨®n el voto mayoritario, por ejemplo. Yo no me hab¨ªa hecho demasiadas ilusiones con esta Carta Magna, pero si, aunque se corrija un poco, se mantiene este principio, ser¨¢ un buen resultado, y creo que Espa?a deber¨ªa aceptarlo.
Un conservador con reputaci¨®n de independiente
NACIDO EN VICENZA EN 1929, en la regi¨®n del V¨¦neto (noreste de Italia), Sergio Romano ha dividido su vida entre el periodismo, la diplomacia y la docencia, casi a partes iguales.
Conservador de talante moderado, ha conseguido forjarse una reputaci¨®n de polit¨®logo independiente, aun manteniendo relaciones cordiales con el centro-derecha, en estos momentos en el poder en Italia. Licenciado en derecho por la Universidad de Mil¨¢n, enseguida dirigi¨® sus pasos hacia la actividad diplom¨¢tica, desempe?ando diversos cargos en el Ministerio de Exteriores.
Romano ha sido representante de Italia ante la OTAN y, en los a?os ochenta, embajador en la URSS, durante los a?os cruciales de la perestroika de Mija¨ªl Gorbachov.
Como docente ha desarrollado tambi¨¦n una intensa actividad. Ha sido profesor en diversas universidades italianas, como Florencia, Pav¨ªa o S¨¢sari, y de Estados Unidos (Harvard y Berkeley). En los a?os noventa dio clases de Historia de las Relaciones Internacionales en la Universidad Bocconi de Mil¨¢n, ciudad donde vive.
Polit¨®logo y editorialista habitual de diversos medios italianos y extranjeros (entre ellos Corriere della Sera, la revista Panorama y Le Matin de Lausana), Sergio Romano se ha ocupado de grandes temas hist¨®ricos, como la Guerra Civil espa?ola, desde una perspectiva a veces pol¨¦mica. Es autor de numerosos libros y ensayos pol¨ªticos y un prol¨ªfico editorialista.
Sobre la historia moderna de Italia, Romano ha escrito diversos libros -Entre dos Rep¨²blicas (1995), Las Italias paralelas. Por qu¨¦ Italia no consigue ser un pa¨ªs moderno (1996), en el que analiza los primeros a?os del r¨¦gimen de Mussolini, o Historia de Italia del Resurgimiento a nuestros d¨ªas (1998)-, pero se ha ocupado tambi¨¦n de otros temas, como el del antisemitismo, en un libro que desat¨® considerable pol¨¦mica: Carta a un amigo hebreo (1997), en el que acusa a los jud¨ªos de haber puesto en marcha una especie de inquisici¨®n propia autorizada a controlar el antisemitismo de las sociedades cristianas.
Sobre la historia europea, Sergio Romano public¨® en 1999 Dibujo de historia de Europa de 1789 a 1989. En uno de sus ¨²ltimos libros, Memorias de un conservador, de 2002, ha escrito no s¨®lo una especie de autobiograf¨ªa, sino tambi¨¦n el retrato del conservador liberal, figura con la que se identifica plenamente.
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