Entrevista al General
General, ?se parece el momento actual al que usted vivi¨® en los a?os treinta?
-S¨ª, se parece en algo y se diferencia en mucho.
-?Las similitudes?
-La agresi¨®n desbocada de las potencias fascistas. Manchuria, Abisinia, Austria, Checoslovaquia, la guerra de Espa?a, Polonia, la guerra mundial. Una cosa condujo a la otra. Nadie impidi¨® la cat¨¢strofe. S¨ª, vuelve a haber violencia, incertidumbre...
-?Hab¨ªa manera de evitarla?
-De haber, hab¨ªa. M¨¦xico conden¨® todos y cada uno de estos actos de agresi¨®n.
-?Sirvi¨® de algo su actitud, presidente?
-En ese momento no, porque no modific¨® los resultados. Ganaron Hitler, Mussolini y Franco. Pero a la larga s¨ª, porque perdieron Hitler y Mussolini.
-Franco no perdi¨® la guerra.
"Un M¨¦xico convulso, agredido por los EE UU, es la peor amenaza para la seguridad de los propios EE UU"
-No. La perdi¨® Espa?a. Franco derrot¨® a Espa?a. La despoj¨® de instituciones, de inteligencias, de esperanzas. Franco convirti¨® a Espa?a primero en una l¨®brega prisi¨®n y m¨¢s tarde en socio secundario de los norteamericanos, como hab¨ªa sido socio secundario de Hitler. En cambio, M¨¦xico gan¨® a Espa?a.
-Usted recibi¨® a un cuarto de mill¨®n de refugiados espa?oles en M¨¦xico a partir de 1939.
-La p¨¦rdida de Espa?a fue la ganancia de M¨¦xico. La emigraci¨®n republicana multiplic¨® y fortaleci¨® la vida cultural de M¨¦xico. Ciencias, artes, derecho, filosof¨ªa. Me duele decirlo, M¨¦xico gan¨® la guerra de Espa?a.
-Usted puso los principios por delante de los intereses.
-No. Siempre pens¨¦ que los principios lo son porque obedecen a los intereses. Y los intereses se pierden si no encarnan en principios.
-Usted vivi¨® en una ¨¦poca de apogeos de los nacionalismos y del Estado-naci¨®n.
-Hab¨ªa que distinguir entre nacionalismos ofensivos, como el alem¨¢n, y nacionalismos defensivos, como el mexicano.
-Hoy se habla de la muerte del Estado-naci¨®n y el triunfo de la globalizaci¨®n.
-Desde donde estoy, lo que yo veo es la m¨¢xima afirmaci¨®n de un solo Estado-naci¨®n, los Estados Unidos de Am¨¦rica. No se puede hablar de la muerte del nacionalismo cuando un solo supernacionalismo se le impone al mundo entero.
-?Hay manera de limitar ese supernacionalismo norteamericano?
-S¨ª, creando instituciones de derecho internacional respaldadas por nuevas alianzas, por ejemplo, entre Europa y Latinoam¨¦rica...
-Pero Bush se mofa de las instituciones y del derecho internacionales...
-?Por cu¨¢nto tiempo? ?Cree usted que en un mundo globalizado los Estados Unidos lo pueden todo? Ni militar ni econ¨®micamente se bastan a s¨ª mismos. Pueden provocar muchas guerras. Incluso pueden ganarlas. Pero, como se ha visto en Irak, no est¨¢n preparados para ganar la paz. Las victorias norteamericanas pueden convertirse en victorias p¨ªrricas. Entonces, con otro Gobierno, quiz¨¢ redescubran las virtudes de algo que ellos mismos crearon en 1945: las instituciones internacionales.
-A usted le toc¨® un conflicto muy serio con los EE UU: la disputa por la nacionalizaci¨®n del petr¨®leo en 1938.
-Los norteamericanos hostilizaron sin tregua a la Revoluci¨®n Mexicana. Desde el asesinato del presidente Madero, en 1913, organizado por el embajador de los EE UU Lane Wilson, pasando por la invasi¨®n de Veracruz en 1914, la expedici¨®n punitiva de Pershing contra Pancho Villa en 1917, las amenazas y presiones para que no aplic¨¢ramos la Constituci¨®n en materia agraria y obrera. En 1938, las compa?¨ªas extranjeras desobedecieron una orden de la Suprema Corte y me obligaron a expropiar el petr¨®leo.
-Hoy habr¨ªa represalias. ?Por qu¨¦ no las hubo entonces?
-Porque tuve la buena suerte de coincidir con la presidencia de Franklin Delano Roosevelt. Las presiones contra M¨¦xico fueron brutales. Del boicot a la amenaza de la invasi¨®n militar. Roosevelt opt¨® por negociar. Sab¨ªa que se ven¨ªa encima la guerra mundial y que EE UU necesitaba un amigo, no un enemigo, en su frontera sur. Por eso establecimos un acuerdo que hasta ahora se ha mantenido. Siempre habr¨¢ diferencias entre M¨¦xico y los Estados Unidos. Pero siempre ser¨¢ posible resolverlas por v¨ªa de la negociaci¨®n.
-?Sigue valiendo su tesis? ?Tiene l¨ªmites la agresividad del Gobierno de Bush?
-Un M¨¦xico convulso, agredido por los EE UU, es la peor amenaza para la seguridad de los propios Estados Unidos. Tenemos una frontera com¨²n de casi 3.000 kil¨®metros de largo. Y tenemos seis millones de trabajadores mexicanos en los EE UU. Agredirnos ser¨ªa, como ellos dicen, darse un tiro en el propio pie...
-Adem¨¢s, M¨¦xico es hoy una democracia. En su ¨¦poca, y desde 1929 hasta 2000, fue una dictablanda dominada por el PRI. Usted mismo fue candidato del partido oficial, entonces llamado PRM, Partido de la Revoluci¨®n Mexicana. El jefe m¨¢ximo de la Revoluci¨®n, Plutarco El¨ªas Calles, pon¨ªa y quitaba presidentes. Todo el mundo cre¨ªa que usted iba a ser un pelele m¨¢s...
-Por eso mi primera decisi¨®n fue restaurar la dignidad de la Presidencia. Expuls¨¦ a Calles y afirm¨¦ la fuerza de la Presidencia de M¨¦xico.
-?Sin l¨ªmites?
-Con el l¨ªmite de la no reelecci¨®n. En 1940 le entregu¨¦ la presidencia a mi sucesor, Manuel ?vila Camacho, y me convert¨ª en un ciudadano m¨¢s.
-?Pudo usted hacer m¨¢s por la democracia? Se le acusa de haber creado un Estado corporativo, sectorial y con una central obrera todopoderosa.
-El problema de M¨¦xico en los treinta era crear instituciones que a su vez generaran democracia. La revoluci¨®n armada hab¨ªa devastado el pa¨ªs. Un mill¨®n de muertos. Yo impuls¨¦ organizaciones obreras, campesinas y de la sociedad civil, y les dije: "Ah¨ª les dejo eso. A ver qu¨¦ hacen con ellas".
-Las corrompieron, se?or presidente.
-Entonces la lucha social se sali¨® de las organizaciones corporativas y se fue a la calle. Hubo tres revoluciones en M¨¦xico: la armada, de 1910 a 1920; la institucional, hasta 1940, y luego la social, hasta el d¨ªa de hoy.
-Hoy hay democracia en M¨¦xico.
-No la habr¨ªa sin las reformas revolucionarias de nuestra ¨¦poca.
-?Pide usted un neocardenismo?
-Mejor dicho, creo que M¨¦xico necesita movilizar y vigorizar su base social, su capital humano. Quiz¨¢ yo lo hice sin democracia. ?Por qu¨¦ no habr¨ªa de repetirse ese fen¨®meno de ascenso social, desde abajo, potenciando los recursos humanos con educaci¨®n, infraestructura, fortalecimiento del mercado interno, esta vez con democracia?
-?Con patriotismo en un mundo peligrosamente unipolar?
-Con dignidad en un mundo potencialmente multipolar.
Figura de referencia
L¨¢zaro C¨¢rdenas del R¨ªo (1895-1970) fue presidente de M¨¦xico entre 1934 y 1940. Luch¨® en su juventud al lado de las fuerzas revolucionarias contra el ej¨¦rcito del dictador Victoriano Huerta. Fue uno de los principales organizadores del Partido de la Revoluci¨®n Mexicana (PRM), antiguo nombre del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Durante su mandato se consolidaron los logros de la revoluci¨®n mexicana y se impuls¨® la nacionalizaci¨®n de sectores econ¨®micos clave como la industria petrol¨ªfera. C¨¢rdenas brind¨® una generosa acogida a los refugiados espa?oles que huyeron de la Guerra Civil y la represi¨®n posterior, y sigui¨® siendo una figura de referencia para la izquierda mexicana hasta su muerte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.