El desaf¨ªo de la escalada del caos
Los atentados de Bagdad y Jerusal¨¦n ponen en cuesti¨®n la estrategia de la Administraci¨®n de Bush
El martes pasado fue el peor d¨ªa de los ¨²ltimos meses para la Casa Blanca. El doble atentado, en Bagdad y en Jerusal¨¦n, intensifica en Estados Unidos la sensaci¨®n de pesimismo y multiplica las preguntas sin respuestas. En Irak, las grandes operaciones militares concluyeron hace m¨¢s de tres meses y medio, pero la paz no se afianza, ni tampoco la normalizaci¨®n de los servicios p¨²blicos, la recuperaci¨®n del pulso econ¨®mico o el establecimiento de instituciones pol¨ªticas. A corto plazo, ha quedado demostrado que pr¨¢cticamente no hay l¨ªmites para la acci¨®n armada contra las tropas o contra organizaciones extranjeras, que el n¨²mero de objetivos posibles es elevad¨ªsimo y que la sensaci¨®n de vulnerabilidad es cada d¨ªa mayor. Lo que preocupa al Gobierno de EE UU es que la estrategia del caos es, hoy por hoy, m¨¢s fuerte que nunca desde que acab¨® la guerra.
Madeleine Albright: "Es tarde, pero no demasiado tarde para que el Gobierno corrija su rumbo"
La situaci¨®n es lo suficientemente delicada como para haber obligado ayer al presidente Bush a hablar por tel¨¦fono el martes por la noche con el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, y a dirigir ayer una reuni¨®n con sus asesores de seguridad y defensa en el rancho de Crawford en la que tambi¨¦n participaron, a trav¨¦s de videoconferencia, los responsables militares en Irak. Los mensajes de analistas y medios de comunicaci¨®n se orientan, con matices, en un mismo sentido: no es momento de retroceder, pero hay que hacer las cosas de otra manera, porque se est¨¢n cometiendo muchos errores.
The New York Times cree que la misi¨®n iraqu¨ª est¨¢ en peligro y pide "m¨¢s recursos y, si es necesario, m¨¢s tropas". Para evitar que el caos se imponga y que se retrase todav¨ªa m¨¢s la normalizaci¨®n que tanto necesitan los iraqu¨ªes de a pie, el Times cree que la Administraci¨®n no tiene m¨¢s remedio que "repensar radicalmente su enfoque sobre la posguerra en Irak", porque "las hip¨®tesis no realistas de optimismo han llevado a la Casa Blanca a subestimar gravemente las necesidades de tropas y de gastos y a despreciar, equivocadamente, la necesidad de una mayor ayuda internacional a trav¨¦s de la ONU". Madeleine Albright, secretaria de Estado con el presidente Bill Clinton, recomienda algo semejante en su art¨ªculo de la revista Foreign Affairs titulado Una guerra equivocada: "Es tarde, pero no demasiado tarde, para que el Gobierno corrija su rumbo".
Para The Washington Post, lo que se refuerza es el mensaje de que "independientemente de lo que las tropas y las nuevas autoridades avancen en partes del pa¨ªs, su misi¨®n no saldr¨¢ bien si no est¨¢ garantizada la seguridad en todo Irak". El Post reclama tambi¨¦n m¨¢s internacionalizaci¨®n de los esfuerzos en Irak.
La Casa Blanca responde a las cr¨ªticas por el descontrol en Irak y a la preocupaci¨®n creciente por los atentados -reflejadas en la pr¨¢ctica totalidad de los expertos consultados por los medios- con una nueva versi¨®n de "cuanto peor, mejor": "Cuanto m¨¢s avanzamos, m¨¢s desesperados son los atentados", dijo ayer Scott McClellan, portavoz de Bush, que ya el martes hab¨ªa anticipado esta l¨ªnea de reflexi¨®n. Lo que la Administraci¨®n ignora o no dice es c¨®mo se miden los avances, qu¨¦ nuevos planes tiene (si es que los tiene), si sigue descartando el refuerzo de tropas y si conoce bien qu¨¦ tipo de enemigo tiene enfrente: las diferentes facciones que act¨²an clandestinamente en Irak pueden estar uniendo fuerzas, desde leales a Sadam Husein hasta voluntarios extranjeros u organizaciones relacionadas con Al Qaeda.
Lo que se afianza en la impresi¨®n de cada vez m¨¢s estadounidenses es que la situaci¨®n es tan mala como preve¨ªan los pron¨®sticos m¨¢s pesimistas: un Irak con atentados y sin control, con tropas desbordadas en varios puntos del pa¨ªs y con ciudadanos descontentos porque, adem¨¢s de que la ley y el orden brillen por su ausencia, no hay recuperaci¨®n econ¨®mica que puedan llevarse a la boca.
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