El ruido de Lavapi¨¦s

Lo que no puede ser, no puede ser. Y lo que no puede ser, porque no caben, es que en cuatro calles, que es lo que ocupa el barrio de Lavapi¨¦s, el atasco de coches empiece a las nueve de la ma?ana y no acabe hasta las nueve de la noche. Un lugar en el que, para poder vivir medio bien, no debiera entrar ninguno, o muy pocos. El incremento del ruido en los ¨²ltimos a?os, desde que algunas calles se convirtieron en el mayor centro comercial al por mayor del mundo, es alarmante: pitidos ensordecedores en calles estrechas a todas las horas producto del atasco, de la falta de control en la carga y descarga (probablemente sea el ¨²nico sitio de Madrid, quiz¨¢ m¨¢s que en Mercamadrid, donde se carga y descarga las 24 horas del d¨ªa), del cabreo de quienes ven una y otra vez, cada 20 metros, a camiones, camionazos, furgonetas, furgonetazas que no se mueven hasta que acaban la tarea, sea el tiempo que sea (la calle, toda, para ellos, a veces ni para caminantes), de los coches que aparcan sobre las aceras (por lo visto el Ayuntamiento, seg¨²n informan, no tiene ya bolardos para reponer y as¨ª devolvernos el min¨²sculo espacio que nos quedaba a los peatones).

Que venga por aqu¨ª Ruiz-Gallard¨®n a verlo -pero sin que le corten las calles, como cuando vino durante la campa?a electoral, que as¨ª no vale-, que m¨¢s nos preocupa a los vecinos esto que los aparcacoches de los restaurantes. En Lavapi¨¦s s¨®lo hay una fila, ni siquiera es posible la doble. Pero continua, toda la calzada atascada porque la ley del caos se ha convertido en norma. Por favor, Ruiz-Gallard¨®n, venga usted por aqu¨ª a ver lo que hizo nuestro se?or ?lvarez del Manzano con tanto almac¨¦n en el que no puede comprar ning¨²n vecino, pero s¨ª los mayoristas de todo el mundo. A ver si es capaz de devolvernos, aunque sea un poquito, la tranquilidad perdida. Que aunque sea poca ya ser¨¢ mucho, dado el deterioro.

A lo mejor, de paso, se pone tambi¨¦n algo de orden en la acumulaci¨®n de residuos (cajas y cartones, telas, sacos, cuerdas...) de los almacenes, que no tiendas, que cada d¨ªa se abandonan a su suerte porque deben de tener muy asumido que el mejor basurero es el que queda a la vista, aquel que est¨¢ a la puerta de casa.