Asunto y pacto
En los a?os sesenta Anouk Aim¨¦e y Jean-Louis Trintignant protagonizaron Un hombre y una mujer, la pel¨ªcula de Claude Lelouch que marc¨® -de imagen, letra y m¨²sica- a m¨¢s de una generaci¨®n y que se ha ido convirtiendo en un cl¨¢sico del romanticismo moderno. Chico conoce a chica; se enamoran; y aunque hay problemas, obst¨¢culos que les separan, el desenlace es un final feliz. Que el amor puede con todo; consigue colocar una flor en el extremo de cualquier tallo de espinas. Deseamos, necesitamos creerlo y lo creemos. Aunque a veces esa confianza se hace muy cuesta arriba.
Como al recordar que los Trintignant han vuelto a estar de actualidad este verano. Marie, la hija del actor, se hab¨ªa ido a Lituania a protagonizar, bajo la direcci¨®n de su madre, una pel¨ªcula sobre Colette, de quien elijo esta cita por tr¨¢gicamente oportuna: "Busco con obstinaci¨®n, en nuestro pasado de reci¨¦n casados, un recuerdo que me enga?e otra vez, que me devuelva al marido que cre¨ª tener. No encuentro nada. S¨®lo mi sometimiento de ni?a maltratada, y su sonrisa condescendiente, sin bondad". Porque Marie Trintignant no volvi¨® con vida de su viaje. Fue asesinada a golpes y patadas en la cabeza -presuntamente pongo por lealtad a un principio que da mucho m¨¢s de lo que quita- por su compa?ero (a)sentimental.
El asunto ha tenido el eco previsible, al tratarse de una v¨ªctima tan famosa: escrupulosa cobertura medi¨¢tica, conmoci¨®n, indignaci¨®n y puesta al d¨ªa de unas estad¨ªsticas sobre violencia de g¨¦nero que nos han permitido comparar y comprobar que, en Francia, el n¨²mero de mujeres asesinadas en familia es similar al nuestro -una muerta cada 6 d¨ªas, de promedio-, y que lo mismo sucede en el resto de Europa, donde las agresiones del c¨®nyuge y/o compa?ero constituyen la primera causa de mortalidad de las mujeres de entre 17 y 44 a?os. Se lee y se escribe f¨¢cilmente, pero cuesta que el dato entre en la cabeza. Como cuesta aceptar que seguimos as¨ª. Y que esto va a peor. En Espa?a el n¨²mero de v¨ªctimas de g¨¦nero ha crecido ya en un 57% en lo que llevamos de a?o.
Y aqu¨ª tambi¨¦n hay famosas maltratadas. Podr¨ªamos incluso decir que el maltrato se est¨¢ haciendo famoso. O que se famosea. Pero como sucede con tantos debates por estos pagos, mucha de la publicidad y de la atenci¨®n que se le dedica ahora a este tema, en lugar de aclararlo lo confunde y lo ensombrece. Al debate central le salen debates colaterales que lo ahogan; o protuberancias, como p¨²stulas, que lo desfiguran. Y se acaba olvidando de qu¨¦ tenemos que hablar cuando hablamos de terrorismo dom¨¦stico; de este asunto de que a una mujer la quemen viva, o la cosan a pu?aladas o le revienten la cabeza, en un d¨ªa o en mil. Uno detr¨¢s de otro.
De qu¨¦ tenemos que hablar en una semana en que adem¨¢s a una cr¨ªa de 17 a?os la han asesinado en M¨¢laga y a otra de 20, en Valencia. Y cuando pensamos que muchos de estos cr¨ªmenes permanecen impunes. Y yo creo, entonces, que de lo hay que hablar es del pacto. Lo que hay que decir -m¨¢s all¨¢ de las medidas policiales y judiciales y asistenciales-, es que la violencia contra las mujeres no acabar¨¢ mientras los hombres no hagan entre ellos el pacto que no han hecho todav¨ªa. El pacto de erradicar esta plaga; de asumir que es asunto e inter¨¦s y responsabilidad suya el desenmascarar y repudiar y condenar al ostracismo social a esos que desprestigian su nombre y su g¨¦nero.
No acabar¨¢ e ir¨¢ a peor, mientras ellos no acuerden acabar de una vez por todas con las discriminaciones que son injustificables en s¨ª, y adem¨¢s pr¨®logo ideol¨®gico de muchas agresiones. Y con los silencios que son refugio. Y con los sobrentendidos de los que se alimentan las coartadas. Y con la indiferencia. Y con algunos compa?erismos y condescendencias donde no hay bondad, como en la cita de Colette, sino complicidad, por la sencilla raz¨®n de que siempre acaban traduci¨¦ndolos en su beneficio los terroristas, los matones dom¨¦sticos.
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