Cenas de familia
LUIS F. SANZ
La causa de la extra?a epidemia que padec¨ªan los Fore, una antigua poblaci¨®n de Pap¨²a Nueva Guinea, era tan misteriosa que el m¨¦dico australiano Vincent Zigas estuvo a punto de abandonar la fisiolog¨ªa por la parapsicolog¨ªa, como se ve en este texto que escribi¨® en los a?os cincuenta: "?Qu¨¦ miasma invisible est¨¢ matando a estas gentes? ?Es una influencia enigm¨¢tica de naturaleza atmosf¨¦rico-c¨®smico-tel¨²rica, ubicua e inexorable,
la que les impregna, les envenena y les mata?".
Por fortuna, Zigas recibi¨® en 1957 la visita de un investigador de 34 a?os formado en Harvard y menos dado a la poes¨ªa m¨ªstica. Se llamaba Daniel Gajdusek (el apellido es eslovaco), y se hab¨ªa educado en el lado oscuro de la ciencia a la tierna edad de cinco a?os, cuando, paseando por el jard¨ªn con su t¨ªa Irene, que era entom¨®loga, descubri¨® unas avispas que pon¨ªan sus huevos dentro de las larvas de un escarabajo. Los huevos eclosionaban y
las futuras avispas se com¨ªan
a la larva desde sus propias entra?as, en uno de los espect¨¢culos m¨¢s edificantes que la naturaleza puede ofrecer a un ni?o predispuesto. Daniel fue un buen estudiante, y no tuvo
m¨¢s problemas en la escuela que las ocasionales reprimendas que le
dedicaban los profesores al verle
pasear con un frasco de cianuro
pot¨¢sico. Para matar a los insectos,
se entiende.
En Pap¨²a Nueva Guinea, Gadjusek se sinti¨® tan intrigado como Zigas por la extra?a epidemia de los Fore, pero el joven de Harvard hab¨ªa le¨ªdo atentamente a Dostoievski, Ch¨¦jov, Baudelaire, Rimbaud, Valery, Poe, Melville, Ibsen, Schiller, Nietzsche y Kafka, de modo
que no le fue dif¨ªcil resolver el enigma:
el horrible miasma atmosf¨¦rico-c¨®smico-
tel¨²rico que transmit¨ªa entre los nativos la maldici¨®n llamada kuru no era m¨¢s que el canibalismo. Los Fore hab¨ªan inventado a finales del siglo XIX un nuevo tipo de cena de familia en la que
se com¨ªan los cerebros de sus parientes muertos. Hoy sabemos que ese almuerzo contiene priones, y que estos agentes infecciosos se transmiten ¨®ptimamente entre miembros de la misma especie.
El ni?o del cianuro recibi¨® el Premio Nobel en 1976.
En 1999, los investigadores de Atapuerca encontraron unos curiosos restos humanos en la excavaci¨®n de la Gran Dolina. All¨ª los huesos estaban cada uno por su lado, aparec¨ªan mezclados con restos de animales de todo tipo y, al igual que ¨¦stos, revelaban signos evidentes de los t¨ªpicos cortes, mellas y cizalladuras que suelen mostrar los residuos de la comida de nuestros ancestros. El Homo antecessor era un can¨ªbal hace ya 780.000 a?os.
El grupo de John Collinge, del Imperial College de Londres, acaba de empeorar el cuadro de manera dr¨¢stica. Se sabe que las enfermedades transmitidas por priones, como el kuru y las vacas locas, no afectan por igual a todos los individuos. Los humanos tenemos dos copias del gen del pri¨®n. Si las dos son iguales, somos m¨¢s susceptibles al contagio por los priones de la dieta. Si las dos son distintas, estamos mucho m¨¢s protegidos. Pues bien, los brit¨¢nicos han examinado a 30 mujeres Fore que hab¨ªan participado en cenas de familia, y 23 de ellas tienen dos copias distintas del gen del pri¨®n, un porcentaje muy superior al que muestran las mujeres Fore d¨ªscolas que no participan
en esos banquetes. Collinge concluye que la pr¨¢ctica del canibalismo ha seleccionado esa composici¨®n gen¨¦tica protectora. Nada raro
hasta ah¨ª.
Pero la sorpresa vino cuando el equipo analiz¨® los genes de otras 2.000 personas de todo el mundo, porque la f¨®rmula gen¨¦tica que protege contra los peligros del canibalismo no conoce fronteras, y alcanza en todas partes un porcentaje muy superior a lo que ser¨ªa esperable de no haberse dado una presi¨®n selectiva continuada. Nadie est¨¢ libre del miasma atmosf¨¦rico-c¨®smico-tel¨²rico: todos hemos sido can¨ªbales en alg¨²n momento. ?Me pasan el cianuro pot¨¢sico?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.