La villa del dios del sue?o despierta
Un campamento de verano recupera vestigios de la Guerra Civil y testimonios de los vecinos del pueblo cordob¨¦s de Almedinilla
En Almedinilla (C¨®rdoba) se encuentra la estatua mejor conservada de Hypnos, el dios griego del sue?o, hijo de la noche y hermano de la muerte. Y es all¨ª donde unas jornadas sobre la Guerra Civil tratan de arrojar luz sobre un periodo convulso y conmemorar a las v¨ªctimas de ambos bandos. "Acabo de descubrir algo", exclama Gin¨¦s Gomariz, uno de los monitores, bi¨®logo de 35 a?os, mientras muestra una bala sin percutir. "Estoy convencido de que aqu¨ª hab¨ªa una posici¨®n". Los republicanos estaban al otro lado del Cerro de la Cruz, un lugar alto y escarpado del que se obtiene una panor¨¢mica completa de una zona serrana de la subb¨¦tica cordobesa.
Con un detector de metales, Gin¨¦s ha encontrado tambi¨¦n un cazo para calentar la comida y muchos clavos. "Los soldados arrancaban las puertas de los cortijos para apuntalar las trincheras y adem¨¢s les serv¨ªan de techo", dice mientras se protege del sol con la mano. Hay 15 puntos en los que existen vestigios de frente. La tarea es ingente, por eso han decidido restaurar s¨®lo los restos arqueol¨®gicos de una trinchera situada encima de un poblado ¨ªbero, del siglo II antes de Cristo, en ese collado. Dos trabajos en uno. "Es un punto estrat¨¦gico y eso no var¨ªa con el tiempo. Los del bando nacional se instalaron aqu¨ª por eso, igual que los ¨ªberos". Gin¨¦s se?ala una boca de tierra cegada: "Esto es un aljibe ¨ªbero, los soldados lo abrieron para resguardarse de las balas".
T¨¦cnicas de investigaci¨®n
En estas jornadas, que se desarrollan hasta el d¨ªa 31, los participantes aprenden diversas t¨¦cnicas de investigaci¨®n. Arqueolog¨ªa, trabajo en archivos y topograf¨ªa, adem¨¢s de viajes y conferencias como las de Enric Marco y Antonio Pastor, republicanos sobrevivientes al campo de concentraci¨®n nazi de Mauthausen (Austria). La labor la llevan a cabo 40 j¨®venes de 18 a 30 a?os que participan en el octavo Campo de Trabajo, organizado por los dos museos de la localidad y subvencionado por Instituto Andaluz de la Juventud. Ignacio Mu?iz Ja¨¦n es el director del Ecomuseo del R¨ªo Caicena y responsable de las jornadas. Habla con entusiasmo de la experiencia de acercar el pasado vivo a los j¨®venes. Almedinilla es un recoleto pueblo blanco de poco m¨¢s de 2.500 habitantes con una especial conciencia sobre la recuperaci¨®n de su patrimonio. En ediciones anteriores, el campamento ha estado dedicado al rescate de su rico legado ¨ªbero y romano, as¨ª como a bienes ambiental y etnol¨®gico. Este a?o, por primera vez, a la Guerra Civil. Un frente estuvo all¨ª en los primeros compases de la contienda y muchos vecinos tienen testimonios de primera mano. "Es urgent¨ªsimo recuperar el patrimonio oral de gente muy mayor: ya s¨®lo quedan declaraciones de personas que en el momento de la guerra eran ni?os", se?ala Mu?iz. Y superar el desconocimiento. "Nuestros padres firmaron en la transici¨®n un pacto de silencio, los j¨®venes no tienen ni idea de esa ¨¦poca. Incluso en un pueblo tan peque?o como ¨¦ste hay chicos que utilizan simbolog¨ªa nazi por ignorancia". Adem¨¢s es "una forma de reflexionar sobre el uso de la violencia", aclara. El trabajo de estos d¨ªas tendr¨¢ su culminaci¨®n con una exposici¨®n de 400 piezas en las que "toda esta labor se devolver¨¢ a la sociedad", dice satisfecho. Paralelamente a estos trabajos se han programado actividades como excursiones, conferencias y documentales.
Las chicas son mayor¨ªa entre los participantes en el campo. Trabajan cuatro horas diarias divididos en grupos que rotan cada jornada. En el trabajo sobre el terreno, desbrozando y apuntalando las estructuras militares, hay que madrugar porque el sol no perdona. Roc¨ªo Machado, de 23 a?os, es de Granada y estudia Historia. Se apunt¨® por curiosidad y para enriquecer su visi¨®n sobre el conflicto. "Tienes una idea de la Guerra Civil marcada por la familia y aqu¨ª la cercan¨ªa del frente hace que haya un poco de todo", asegura. Muchos de los participantes provienen de fuera de Andaluc¨ªa. Teresa Mateos-Aparicio, de 25 a?os, estudia Historia del Arte, es de La Sola (Ciudad Real) y descubri¨® las jornadas en el Instituto de la Mujer. Asegura que "las charlas las ofrecen gente desde las dos partes en conflicto" y lo ejemplifica con una visita a Baena en la que se ofreci¨® un debate con testigos de los hechos. "Estas jornadas no se centran en los represaliados de un bando o de otro, sino en por qu¨¦ pasaron las cosas as¨ª, no s¨®lo en el aspecto morboso de los muertos" aclara Gomariz. En el archivo municipal trabaja otro grupo ordenando documentos originales. El registro ha tenido muchas p¨¦rdidas. A¨²n as¨ª, hay valiosos documentos de condecoraciones, cartas, o comunicados de deportaciones durante la posguerra.
Cr¨ªticas al campo
Un grupo de voluntarios preparan la exposici¨®n en el centro de recepci¨®n del Ecomuseo de la localidad. La muestra estar¨¢ dedicada a las v¨ªctimas de la confrontaci¨®n. Ya se encuentran piezas de gran valor, de la colecci¨®n de Francisco Jurado, que las ha dejado en dep¨®sito. Se pueden apreciar libros, sellos, una carta original de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, un botiqu¨ªn militar con morfina y gomas para realizar un torniquete, m¨¢scaras de gas, cascos o un fusil M¨¢user, entre otras. La exposici¨®n, asegura Mu?iz, trata de ser lo m¨¢s equilibrada posible. Por eso no entiende las cr¨ªticas que se lanzaron desde posiciones conservadoras. "Dec¨ªan que est¨¢bamos cavando trincheras y haciendo de maquis", afirma sin ocultar la indignaci¨®n. "Hay que ser objetivos, pero en asuntos como la reforma agraria, los terratenientes no salen muy bien parados". La exposici¨®n lo atestigua con la correspondencia entre un latifundista de la campi?a sevillana, Jaime Oriol, confabulado con un juez, que trat¨® de sortear la reforma agraria de la II Rep¨²blica falseando la venta de la mayor¨ªa de las tierras que pose¨ªa.
"Un hombre no val¨ªa nada"
"?C¨®mo era la vida antes de la guerra?", pregunta un joven que recoge testimonios orales. "?La vida?", contesta Esteban Pulido, de 78 a?os, mientras sonr¨ªe de forma confusa. "Un hombre era peor que un animal", asegura encogiendo los hombros. Pelo cano y ojos chispeantes, derrocha vitalismo y buen humor.
La memoria se enciende y relata penurias en el trabajo, la recogida de la aceituna, la siega y la humillaci¨®n diaria de los jornaleros. Un pa¨ªs lejano y atrasado que sobrevive en el recuerdo. A los seis meses de iniciada la guerra, Almedinilla, que hab¨ªa quedado en el lado "nacional", fue tomada por "los rojos", explica. "Fue por culpa de un hermano m¨ªo que era de izquierdas y dijo que en el pueblo no hab¨ªa m¨¢s que un par de viejos con escopetas". A ¨¦l y su familia los detuvieron un par de d¨ªas. "Un hombre no val¨ªa nada, se mataba por cualquier cosa. Una vez, unos milicianos degollaron un pavo y a su lado pusieron un pu?ado de ma¨ªz. Los fascistas tomaran Madrid cuando este pavo se coma el ma¨ªz, dijeron. Un hombre que estaba all¨ª un poco tocado por la bebida les dijo: Madrid es mucho Madrid. Se lo llevaron y nunca m¨¢s lo vimos". Despu¨¦s, la dictadura. "Los municipales iban pegando la oreja a la casa para ver si escuch¨¢bamos radios extranjeras, hab¨ªa que tener cuidado", recuerda.
Hablar con testigos de la guerra es una de las actividades con m¨¢s ¨¦xito entre los j¨®venes del campo. "Ves los testimonios vivos, la reacci¨®n de la gente en la cara", dice uno de los chavales. All¨ª se ve la huella de la locura de la guerra. A¨²n hay miedo a hablar en el pueblo. Una chica asegura que una mujer le repet¨ªa con temor cuando le preguntaba: "?Esto va a salir en alg¨²n sitio? A ver si me hacen algo".
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