Campa?a por Madrid

Las sesiones de la Comisi¨®n de Investigaci¨®n de la Asamblea de Madrid concluyeron ayer con el final esperp¨¦ntico de que no prosperase ning¨²n dictamen, al votar los tr¨¢nsfugas en contra de todos los presentados. El PP hab¨ªa impuesto su criterio de reconocer a Tamayo y S¨¢ez el derecho a participar en la votaci¨®n, contra la opini¨®n obvia de que nadie puede ser juez de su propia causa.

Este desenlace burlesco es coherente con una comisi¨®n en la que lo de menos ha sido indagar y lo de m¨¢s servir de plataforma electoral para los comicios de octubre. Que la actitud de dos personas obligue a volver a votar a cinco millones de ciudadanos, con la posibilidad de que el resultado sea diferente al de la primera elecci¨®n, establece un grav¨ªsimo precedente en relaci¨®n a situaciones en las que lo apretado del resultado otorgue valor decisorio a los votos de eventuales disidentes. Por eso, habr¨ªa sido deseable que los partidos concernidos -perjudicado y beneficiario- pactaran un compromiso que garantizase el respeto al veredicto de las urnas.

Ello no fue posible por el grado actual de enfrentamiento entre los dos grandes partidos, y tambi¨¦n porque el PP se instal¨® en la idea de que hab¨ªa sido el vencedor de las elecciones, dado que era la lista m¨¢s votada. Idea falaz, pues aunque PP e IU concurrieran por separado, ninguno de sus votantes desconoc¨ªa que, si ten¨ªan mayor¨ªa suficiente, ambos partidos gobernar¨ªan en coalici¨®n. As¨ª lo hab¨ªa admitido impl¨ªcitamente en su momento la candidata popular al reconocer que no ten¨ªa mayor¨ªa para gobernar.

Sin embargo, una vez que se hizo evidente la imposibilidad de un acuerdo de ese tipo, no hab¨ªa otra salida que las elecciones anticipadas. Simancas hizo bien en deso¨ªr las voces de quienes le animaban a aceptar los votos de los tr¨¢nsfugas para ser investido presidente y disponer con ello de la facultad para disolver en el momento m¨¢s conveniente. Hubiera sido demasiado lastre para su candidatura ante las inevitables nuevas elecciones.

La comisi¨®n ha mostrado compadreos sospechosos, pero no pruebas de que la iniciativa de la espantada fuera del PP. Tal vez, los socialistas fueron demasiado lejos al plantear su acusaci¨®n en t¨¦rminos tan dr¨¢sticos. Es posible que en el origen de la disidencia s¨ª hubiera una reacci¨®n de despecho de Tamayo, y que ante la falta de receptividad del PSOE a sus amenazas ofreciera sus servicios al PP. Pero aunque hay indicios, no se ha probado que este partido aceptara esas ofertas. Lo que resulta desconcertante es que el portavoz del PP acusara ayer a los socialistas de conocer la que preparaba Tamayo y "no haber hecho nada por evitarlo". ?Le habr¨ªa parecido mejor que el PSOE le diera al tr¨¢nsfuga una consejer¨ªa para evitar su estampida?

Una paradoja de la situaci¨®n es que el PSOE ha sido a la vez v¨ªctima y responsable de lo ocurrido, por llevar en sus listas a personas como Tamayo y S¨¢ez; y aunque reconoci¨® esto ¨²ltimo, no hubo iniciativas que depurasen esa responsabilidad, lo que ha minado la credibilidad de sus denuncias. Pero concluir con el portavoz popular que la comisi¨®n ha revelado la existencia de una "actitud ¨¦tica", la del PP, y una "corrupta", la del PSOE, parece un sarcasmo a la luz de lo que se ha visto y o¨ªdo estos d¨ªas. Sobre todo, a la luz de la sangre fr¨ªa con que ese mismo portavoz ha justificado las irregularidades del m¨¢ximo dirigente de su partido en Madrid, incluyendo la de mentir ante la comisi¨®n.