La velocidad sin control no basta para ganar
Yago Lamela dec¨ªa en una reciente entrevista estar r¨¢pido en la carrera de aproximaci¨®n, pero que le faltaba potencia en la batida, y atribu¨ªa sus 8,53 metros (la mejor marca mundial de 2003) a esa rapidez.
El salto de longitud consta de la carrera de aproximaci¨®n, que acaba con la batida; el vuelo y la ca¨ªda. Y la carrera es la que en mayor medida va a marcar el ¨¦xito o el fracaso. En ella se diferencian los saltadores natos, que controlan bien la batida, de los velocistas, que aprovechan sus caracter¨ªsticas para sus buenos registros. Dwight Phillips y Michael Pate, el primero y el quinto del r¨¢nking, son ejemplos de velocistas devenidos en saltadores. Ellos muestran que la velocidad es importante, pero que no lo es todo.
En varios estudios transversales sobre distintos saltadores se ha visto que a m¨¢s velocidad de batida, mayor distancia del salto. No obstante, cuando se han analizado diferentes saltos de un mismo atleta, la correlaci¨®n entre la velocidad y la distancia sigue existiendo, pero decrece. Con cada 0,1 metros por segundo de velocidad que se gana en la batida se puede llegar unos 8 cent¨ªmetros m¨¢s lejos.
Los buenos saltadores baten con ¨¢ngulos elevados. Cuando logr¨® su plusmarca mundial (8,95 metros, en 1991), Mike Powell bati¨® con 23 grados y a una velocidad relativamente alta: 35,2 kil¨®metros por hora. Cuando se bate con ¨¢ngulos inferiores a 20 grados, como frecuentemente hac¨ªa Carl Lewis, no hay m¨¢s remedio que basar el salto en una elevada velocidad de despegue, que en su caso pod¨ªa pasar de los 36 km/h.
?Por qu¨¦ batir con un ¨¢ngulo de 23 grados significa controlar la batida y ser un saltador t¨¦cnico frente a los saltadores velocistas y, m¨¢s curioso, por qu¨¦ los saltadores se alejan tanto del ¨¢ngulo ¨®ptimo seg¨²n la f¨ªsica: entre 43 y 44?
El ¨¢ngulo depende de la velocidad vertical y la velocidad horizontal del centro de gravedad en el instante del despegue. Conociendo ambas, se conocer¨¢ el ¨¢ngulo. Pues bien, la velocidad horizontal no presenta problemas, ya que se usa una carrera de 40-45 metros que permite elevarla hasta valores cercanos a los m¨¢ximos del atleta. En cambio, la velocidad vertical s¨®lo se puede conseguir gracias a la estrategia, modificando la carrera en los dos ¨²ltimos apoyos, por lo que siempre ser¨¢ mucho menor que la horizontal. Por eso los ¨¢ngulos se sit¨²an entre 18 y 24 grados, lejos de los 43 o 44 ¨®ptimos.
En la batida, los saltadores frenan la velocidad horizontal intentando cargar el muelle de la catapulta que les permitir¨¢ soltar la m¨¢xima velocidad vertical posible en el despegue. En ello es en lo que se diferencian los velocistas de los saltadores t¨¦cnicos: los primeros controlan poco este proceso y baten con ¨¢ngulos bajos y los segundos logran mayores valores de velocidad vertical y ¨¢ngulos superiores.
En los estudios realizados por el grupo de la doctora Amelia Ferro, de la Unidad de Biomec¨¢nica del CSD, se han obtenido datos interesantes sobre Lamela. Tras una carrera relativamente corta, de 37-40 metros, llega al inicio del apoyo de la batida a algo m¨¢s de 36 km/h y despega a m¨¢s de 34. As¨ª, se le han llegado a medir ¨¢ngulos de despegue incluso superiores a los 24 grados, lo que mostrar¨ªa que tiene la habilidad de los saltadores natos de controlar la batida.
La velocidad sin control no basta. En una misma batida con una velocidad 36 km/h, la longitud puede variar m¨¢s de un metro en funci¨®n de que el ¨¢ngulo sea de 18 o de 24 grados. Por ello, cabe pensar que, si la velocidad es importante, para ganar un campeonato hay que tener al menos un cierto control de esa velocidad en la batida.
Xavier Aguado J¨®dar es biomec¨¢nico de la facultad de Ciencias del Deporte, Universidad de Castilla-La Mancha.
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