Entre el pensamiento y el sue?o
Compuesta en 1791 por Wolfgang Amadeus Mozart, La flauta m¨¢gica cont¨® con un libreto de Emmanuel Schikeaneder. El escritor y fil¨®sofo Rafael Argullol ha creado un nuevo texto para esta ¨®pera, convirtiendo buena parte de los di¨¢logos en mon¨®logos interiores, una selecci¨®n de los cuales reproducimos a continuaci¨®n
(1)
Ah¨ª van el pr¨ªncipe
y el buf¨®n,
?o son, en otro orden,
el buf¨®n y el pr¨ªncipe?
la raz¨®n y el instinto
?o viven, precisamente,
al rev¨¦s?
el futuro y el pasado,
la tierra gastada
y la que todav¨ªa no existe,
el p¨¢jaro, el reptil,
la inmersi¨®n, el vuelo,
los deseos ganados,
las ilusiones perdidas,
el salvaje rico
y el rey desnudo.
Ah¨ª van,
se conocen desde siempre
pero no se reconocen f¨¢cilmente.
(10)
En el sue?o
siempre es carnaval
y se cabalga
a lomos de un unicornio
desbocado
a la caza de im¨¢genes libertarias
en selvas imposibles.
El hombre lleva
la m¨¢scara del p¨¢jaro,
el p¨¢jaro la del ¨ªncubo,
y el ¨ªncubo es s¨®lo un ¨¢ngel.
Y todas las criaturas
enmascaradas
parecen las primeras
que hubo en el mundo
y las ¨²ltimas
que lo habitar¨¢n.
Si la danza se detiene
todo se desvanecer¨¢
pero mientras dure el baile
la m¨²sica acompa?ar¨¢
a los so?adores.
(11)
Nos ha tocado en suerte
ser aquel extranjero
de la leyenda de oro,
el peregrino,
el pobre exiliado,
de ciudad en ciudad
por inacabables caminos
que lleg¨® a arrabales
poblados por monstruos
y densas multitudes
y crey¨® enloquecer.
Aquel extranjero
que aguard¨® en silencio
el ruido ensordecedor
de las m¨¢quinas de exterminio
y que tras mucho callar
oy¨® una canci¨®n en su pecho
que abr¨ªa el muro
y dejaba entrar
el misterioso rayo de luz
que proced¨ªa
de un barrio feliz.
(16)
Para el observador
es horrible
la ceguera del deseo
pero para el ciego
es una luz infinita,
la hoguera que acaricia,
la mirada de lava,
la lengua que abrasa,
los labios que besan
entre las ruinas de la rutina,
la piel saqueada por cuchillos,
el pecho que derriba
las murallas para acoger
el furor del ¨²ltimo enemigo.
El altar del sacrificio
alimentado por los violentos
instantes
de la brasa
y luego adornado
por la melancol¨ªa inigualable
de la ceniza.
Nadie que desea
cambiar¨¢ este incendio
por un oc¨¦ano.
(23)
Hemos adorado el fuego
y nos hemos purificado
con el agua sagrada.
Hemos bailado alrededor de la hoguera
para poder preguntar
y nos hemos deslizado por el r¨ªo
en busca de respuestas.
Entre r¨ªo y hoguera
ha transcurrido nuestra historia
de miedo y esperanza.
En esa fr¨¢gil tierra incierta
hemos cavado tumbas
y concebido dioses,
hemos construido y destruido ciudades
con furia redoblada,
siempre con esperanza y miedo,
la f¨®rmula de nuestra alma.
Pero a veces huimos
del pa¨ªs encarcelado por
fronteras
dejando atr¨¢s el fuego del
sacrificio
y el agua conjuradora.
En esa traves¨ªa
nos despojamos del miedo
y tambi¨¦n de la esperanza
que el propio miedo engendra.
Entonces dejamos de sentirnos
la miserable media palabra
que desesperadamente
busca la otra mitad
a trav¨¦s de tumbas, guerras y
dioses,
de grandes ideas y brutales
realizaciones.
Entonces se nos hace palpable
lo que busc¨¢bamos en
secreto:
la caricia amiga,
la sonrisa amante,
la voz que envuelve el mundo,
la m¨²sica del cuerpo,
el infinito descansando
d¨®cilmente
en la morada de un d¨ªa feliz.
Ah¨ª est¨¢n todas las preguntas
y todas las respuestas.
(24)
Me mat¨¢is
o cre¨¦is que me mat¨¢is
cada hombre
cada generaci¨®n,
en vuestros sue?os,
en vuestras pesadillas
o en eso que
esforzadamente
llam¨¢is realidad
pero yo, la serpiente, revivo
para cada generaci¨®n,
para cada hombre,
en la herida, en la risa,
en el baile de las horas
o secretamente
porque soy el espacio
de vuestras vidas,
porque soy vuestro tiempo
y existo en vuestras pasiones,
a trav¨¦s de vuestros
pensamientos
y asisto al hermoso caos
de vuestras c¨¦lulas,
a la supuesta armon¨ªa
de vuestros astros.
Me mat¨¢is
o cre¨¦is que me mat¨¢is
pero yo os acecho,
me deslizo
por vuestros rincones m¨¢s
prohibidos,
me enrosco
alrededor de vuestro misterio,
me alimento de la belleza
y cambio de piel
en el recodo del camino
para que sig¨¢is so?ando.
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