La vida del padre

Un pez gordo es la primera novela de su autor, el ilustrador Daniel Wallace (Alabama, 1959). Salvo por unos pocos cuentos publicados en revistas, se trata de su debut literario. Con ella ha obtenido el aprecio de la cr¨ªtica y el privilegio, adem¨¢s de que Tim Burton la acaba de adaptar al cine. Esta ¨²ltima circunstancia no es tan casual como podr¨ªa pensarse, ya que se trata de un libro lo suficientemente raro para llamar la atenci¨®n del m¨¢s raro de los directores hollywoodienses. Su peculiaridad obedece a las dos tradiciones de las que se alimenta. Por un lado es una novela de tem¨¢tica t¨ªpicamente norteamericana, que explora uno de los mitos m¨¢s queridos de esa cultura, el retrato del h¨¦roe popular hecho a s¨ª mismo; pero por otro, su estrategia narrativa se aprovecha de la herencia del realismo m¨¢gico latinoamericano. El resultado es una historia h¨ªbrida que trata de forma fant¨¢stica conflictos, como la inc¨®gnita que los padres representan para los hijos, que parecer¨ªan pedir un tratamiento realista. Siempre de viaje, Edward Bloom ha sido un padre ausente, un ser enigm¨¢tico del que su hijo William, el narrador, apenas sabe nada. Por eso, mientras lo asiste en el lecho de muerte, cuando el silencio est¨¢ a punto de ser definitivo, William trata de forzarlo a hablar para extraer de ¨¦l una ense?anza, contar con un legado. Sin embargo, una vez m¨¢s choca con el laconismo de su padre, que s¨®lo responde a sus preguntas con met¨¢foras de cr¨ªptico significado, chistes e historias inveros¨ªmiles, y que, cuando ¨¦l se lo reprocha, le responde: "Si hubiera compartido contigo mis dudas sobre Dios, el amor, la vida y la muerte, no tendr¨ªas m¨¢s que eso: un mont¨®n de dudas". Este punto de partida se escenifica a lo largo de la novela en cuatro versiones distintas. El cuerpo de la novela lo constituye, en cambio, la narraci¨®n de la vida de Edward Bloom tal y como su hijo la imagina a partir de los pocos datos que conoce, una vida que ¨¦ste refiere por medio de 27 breves cap¨ªtulos, inspirados en mitos cl¨¢sicos y en leyendas del sur de Estados Unidos, con t¨ªtulos tan significativos de su intenci¨®n como En el que habl¨® con los animales o De c¨®mo amans¨® al gigante. Como suele ocurrir en este tipo de historias, el hijo acepta el legado de silencio que antes rechazaba y lo convierte en la ense?anza que buscaba al entender que su padre no podr¨ªa darle en el trance final lo que nunca le hab¨ªa dado porque eso ser¨ªa como aceptar su propia mortalidad. Pero necesita una historia y la cuenta como su padre lo har¨ªa: transfigurada en f¨¢bula. El resultado impacienta por la sensaci¨®n de futilidad que despiertan algunos de sus excesos imaginativos, aunque sin por ello perder cierto discreto encanto.