Los reyes de la bayeta
Los chicos no son conscientes de lo que se les viene encima. Est¨¢n acostumbrados al papel preponderante del hombre sobre la mujer y apenas imaginan la dimensi¨®n de las transformaciones que est¨¢n por llegar. No hablo de las medidas legales que van introduci¨¦ndose lenta pero inexorablemente en favor de la igualdad de g¨¦nero, ni de los cambios de mentalidad experimentados en los ¨²ltimos a?os. Tampoco me refiero a los avances producidos en el campo laboral y profesional, donde a¨²n quedan por erradicar algunos h¨¢bitos discriminatorios. Por importantes que hayan sido los progresos todav¨ªa queda mucho por hacer y una poderosa y rancia oposici¨®n que vencer.
En este sentido, el peor de los escenarios es el ¨¢mbito dom¨¦stico, all¨ª donde, seg¨²n las encuestas, los varones nos resistimos con m¨¢s vehemencia a compartir las tareas que la tradici¨®n considera impropias de nuestro sexo. Aqu¨ª el que est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra. Hemos de admitir que todo el progresismo militante que exhibimos contra la discriminaci¨®n de puertas afuera suele fenecer vergonzante en la cocina o en el cuarto de las escobas.
Al d¨ªa de hoy todav¨ªa son minor¨ªa los hombres capaces de planchar una camisa y una buena parte ni siquiera sabe poner la lavadora. Todo eso y m¨¢s es lo que va a cambiar de forma radical y probablemente traum¨¢tica en los pr¨®ximos a?os. Y no ser¨¢ porque quienes gobiernan o vayan a gobernar est¨¦n elaborando leyes ni dise?ando campa?as antimachistas, que dudo mucho vayan a hacerlo. Ser¨¢ porque las chicas se coman a los chicos. Ya ha empezado a ocurrir en los colegios e institutos de Madrid. Con los expedientes acad¨¦micos en la mano y siempre en t¨¦rminos generales, el g¨¦nero masculino est¨¢ perdiendo posiciones de forma abrumadora con respecto al femenino. Las ni?as estudian m¨¢s, se esfuerzan m¨¢s y son tambi¨¦n m¨¢s responsables. Ellas, por t¨¦rmino medio, obtienen mejores calificaciones y tienen en consecuencia mayores posibilidades de elegir carrera y el lugar donde cursar sus estudios. Si antes ya se dec¨ªa que las f¨¦minas maduraban antes, ahora la diferencia es abismal hasta el punto de que los muchachos de 20 a?os suelen permanecer inmersos en la adolescencia mientras que las chicas se comportan como mujeres.
Esto es algo m¨¢s que una impresi¨®n, el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas aporta datos sobre los j¨®venes entre 25 y 29 a?os que avalan y complementan esta afirmaci¨®n. Uno especialmente significativo es el que se?ala c¨®mo los chavales emplean 27 horas a la semana en lo que se entiende por tiempo libre, es decir, no hacer nada, mientras que las j¨®venes s¨®lo disponen de 23. La utilizaci¨®n que hacen de su tiempo de ocio tambi¨¦n resulta reveladora porque mientras ellos prefieren trastear con los ordenadores y los videojuegos, ellas se inclinan m¨¢s por la lectura. En un indicativo claro sobre el nivel de formaci¨®n intelectual y cultural como es la asistencia al teatro ganan igualmente las chicas, dejando a los varones como unos tarugos.
Todo esto repercute ya en el mercado de trabajo si bien de manera t¨ªmida en comparaci¨®n con el futuro que los expertos pintan a medio y largo plazo. Otro factor a tener en cuenta son los h¨¢bitos de vida que influyen de forma determinante en la salud, h¨¢bitos en los que las chicas vuelven a mostrar con descaro su supremac¨ªa. Aunque, problemas como la anorexia o la bulimia sean m¨¢s frecuentes en las j¨®venes, generalmente ellas se alimentan mejor y practican deportes m¨¢s moderados y saludables. Cuando salen de marcha las chicas saben renunciar a la extenuaci¨®n absurda y se recogen antes, fuman menos que los chicos y beben alcohol en menor proporci¨®n.
Teniendo en cuenta que al d¨ªa de hoy la esperanza de vida de las espa?olas se sit¨²a siete u ocho a?os por encima de los espa?oles, puede que dentro de tres o cuatro d¨¦cadas ellas alcancen el siglo y nosotros no pasemos de octogenarios. Para entonces, si los ni?os que vienen no espabilan, las mujeres habr¨¢n conquistado y sin pedir permiso a los varones los puestos de responsabilidad gozando de una posici¨®n social predominante bien merecida. La suya es una revoluci¨®n silenciosa pero arrolladora. Ni la fuerza bruta que algunos todav¨ªa exhiben como recurso zafio librar¨¢ a los hombres del futuro de ser los reyes de la bayeta. ?A que acojona, muchachos?
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