Septiembre
Definitivamente, hay que hablar de septiembre. ?Qu¨¦ nos puede ofrecer este ¨²ltimo fin de semana de agosto? Minutos de basura, igual que esos partidos de baloncesto sentenciados inapelablemente antes de que el reloj marque el final del juego. Igual, me temo, que las supuestas deliberaciones del jurado del Planeta, con mi admirado Pere Gimferrer pensando en el acento afrosil¨¢bico de alg¨²n verso rar¨ªsimo de alg¨²n poeta m¨¢s raro todav¨ªa. Minutos de basura, de nostalgia o de puro aburrimiento.
Nada, en fin, personalmente exaltante en estas vacaciones que se agostan mientras Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar juega con los vecinos de Santo Domingo de Silos una partida de domin¨® infinita en la que pasar¨¢, barrunto, como en las mencionadas deliberaciones del premio planetario. Veo la foto de Efe con todos concentrados en sus fichas, disimulando el tedio del encuentro con mucha aplicaci¨®n, y al ex ministro Aparicio al fondo, como una aparici¨®n en mangas de camisa, observando el encuentro con una gran sonrisa. ?Qu¨¦ le har¨¢ tanta gracia a Aparicio? A lo mejor lo mismo que a su se?orito cuando antes se encontr¨® con el Rey en Mallorca. Nada m¨¢s ver al Rey, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se muere de la risa. Es el poder, supongo. Imagino que tiene su gracia.
Hay que hablar, sin remedio, de septiembre. Es decir, hay que seguir hablando de septiembre despu¨¦s de varios meses posponiendo proyectos y debates hasta el advenimiento del mes de las lib¨¦lulas y de los estudiantes. Septiembre es el mes m¨¢gico. Los cazadores cargan sus escopetas y Vicent nos regala una columna, su columna del mes de septiembre, igual que un bodeg¨®n, con olor a cartuchos y a sangre de paloma.
?Qu¨¦ pasar¨¢ en septiembre? El se?or Ibarretxe nos promete el inicio de un debate que podr¨ªa alargarse hasta septiembre del a?o 2004. Septiembre, por lo tanto, nos remite, tautol¨®gicamente, a otro septiembre que quiz¨¢s sea el mismo. Un a?o entero hablando, debatiendo su plan, no s¨¦ si es un buen plan. Corto en palabras, pero en obras largo, dijo Tirso de Molina del hierro vizca¨ªno que ya nadie nos puede encargar. Antes tal vez tendr¨ªamos los vascos que aprender un idioma com¨²n o hacer un lexic¨®n como el de Arriaga, para que cada cual supiese a qu¨¦ atenerse. Septiembre, de momento, se anuncia como el principio de algo, no se sabe a¨²n de qu¨¦, y al mismo tiempo como el final de algo, de un periodo o un ciclo.
Particularmente, no tengo demasiada fe en septiembre. Nunca he cre¨ªdo mucho en los ex¨¢menes de recuperaci¨®n ni en los buenos prop¨®sitos anunciados a bombo y platillo. El debate del plan Ibarretxe, e incluso el propio plan si se llevase en el futuro a cabo, no nos har¨ªa ser lo que no somos. ?Dejar¨ªamos de ser, despu¨¦s del fatigoso debate sobre el ser y el no ser que nos propone el se?or lehendakari, una unidad de consumo en lo universal? No lo creo. Seguiremos haciendo el kalimotxo con la maldita Coca-Cola yanqui. Y esperando a septiembre con la ansiedad de los enamorados y los yonquis. Esperando el arranque de la Liga. ?se es el plan de muchos. Un consuelo de tontos, seg¨²n Jos¨¦ Menese. Es lo que hay.
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