Uso p¨²blico
Siempre pens¨¦ que fue una verdadera suerte para los madrile?os el hecho de que, en la Segunda Rep¨²blica, la Casa de Campo dejara de ser cazadero real, desde los tiempos de Felipe II hasta los de Alfonso XIII, para pasar a ser un parque de uso p¨²blico.
Hoy en d¨ªa lo lamento profundamente, ya que la monarqu¨ªa, si bien hizo uso privado del parque, siempre vel¨® por ¨¦l, y por tanto me veo obligado a pensar que actualmente estar¨ªa mucho mejor bajo su protecci¨®n. Con amargura llego a pensar que quiz¨¢s verdaderamente no se hizo la miel para la boca del asno. Felipe II, Fernando VI, Carlos III, Jos¨¦ Bonaparte, Isabel II... Todos se preocuparon por el parque y de dotarlo de infraestructuras. Fue Fernando VI el que ampli¨® los terrenos del Real Sitio hacia el cerro Garabitas; justo los que ahora han pasado a ser unos m¨¢s de los que el Ayuntamiento de Madrid dedica a la prostituci¨®n en el parque.
Nuestras autoridades, con gran desfachatez, hace poco tiempo declararon a la Casa de Campo bien cultural, cuando en realidad lo que deber¨ªan haber hecho es cambiarle el nombre: de Casa de Campo, a Casa de Prostitutas del ilustr¨ªsimo Ayuntamiento de Madrid.
Nuestros alcaldes recientemente cerraron al tr¨¢fico rodado la carretera de subida al cerro Garabitas, pero, no s¨¦ si con premeditaci¨®n, lo hicieron a unos setecientos metros de la glorieta de las Moreras, con lo que crearon un tramo de carretera cortada sobre los terrenos que hacia 1746 compr¨® Fernando VI para ampliar su cazadero y que ahora exclusivamente sirven para el continuo traj¨ªn de veh¨ªculos conducidos por clientes que continuamente buscan los servicios de unas quince se?oras, que en este tramo (uno de tantos) realizan sus trabajos en el interior de los veh¨ªculos o al aire libre, en las cunetas de la carretera. Las jornadas son continuas y, l¨®gicamente, si a alg¨²n paseante se le ocurre deambular por esta zona del parque, para su sorpresa, no ser¨¢n cacas de perro las que pise, sino cacas humanas, y vagar¨¢ sorteando todo tipo de condones, kleenex y compresas de todos los colores, mientras que a su olfato no llegar¨¢n los naturales aromas del campo, sino los de todo tipo de fluidos fisiol¨®gicos en putrefacci¨®n bajo el sol del verano.
Mi opini¨®n al respecto es que la degradaci¨®n de nuestra querida "Casa de Putas" no es sino un reflejo m¨¢s de la degeneraci¨®n de nuestros pol¨ªticos, de la demag¨®gica legislaci¨®n de nuestro pa¨ªs y de nuestra degradada y destestable Administraci¨®n.
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