D¨¦ficit distintos
La Administraci¨®n de Bush ha situado el d¨¦ficit presupuestario en niveles de r¨¦cord. La diferencia entre ingresos y gastos p¨²blicos rozar¨¢ en 2004 los 500.000 millones de d¨®lares, el 4,3% del PIB, frente a un super¨¢vit p¨²blico que le legaron los dem¨®cratas, en 2000, del 1,5% del PIB. De los an¨¢lisis y proyecciones realizados por la Oficina Presupuestaria del Congreso no se deduce una inflexi¨®n de esa tendencia si se mantiene la pol¨ªtica de reducci¨®n de impuestos comprometida y la escalada de gastos militares. En una econom¨ªa en la que el endeudamiento privado es elevado, que el hasta hace poco ¨²nico ahorrador neto incurra en d¨¦ficit de esa cuant¨ªa no hace sino agudizar la dependencia del ahorro exterior. Para conseguir atraer flujos de capital exteriores, los tipos de inter¨¦s en aquel pa¨ªs y el tipo de cambio de su moneda deber¨¢n ser suficientemente atractivos, y eso no es necesariamente bueno para el resto del mundo.
Ocurre adem¨¢s que el aumento de ese desequilibrio en las finanzas p¨²blicas estadounidenses coincide con variaciones en la misma direcci¨®n en la mayor¨ªa de los pa¨ªses avanzados. El d¨¦ficit p¨²blico de Jap¨®n supera el 8% del PIB, el del Reino Unido se encuentra en el 3% y el agregado del ¨¢rea euro puede superar este a?o el 2%. Afortunadamente, las condiciones de financiaci¨®n de esos desequilibrios no son hoy tan dif¨ªciles como en ¨¦pocas anteriores, gracias a que los stocks de deuda p¨²blica se mantienen en niveles inferiores y a que la inflaci¨®n est¨¢ bastante controlada.
Lo que diferencia a unos desequilibrios de otros es su g¨¦nesis. En el caso estadounidense han sido agresivas reducciones de impuestos (confiando en que ¨¦stas potenciar¨¢n el crecimiento econ¨®mico) y no menos importantes aumentos en el gasto p¨²blico, de car¨¢cter militar fundamentalmente, y en menor medida ca¨ªdas en la recaudaci¨®n como consecuencia de la desaceleraci¨®n econ¨®mica. En el resto de los pa¨ªses, la causa ha sido la intensidad de la recesi¨®n. En algunos pa¨ªses como Alemania, Francia e Italia, sus econom¨ªas, sin s¨ªntomas de recuperaci¨®n, se enfrentan a las las cuestionables restricciones del Pacto de Estabilidad y eventualmente a las sanciones correspondientes. Mientras que en la econom¨ªa de EE UU emergen con suficiente consistencia se?ales de recuperaci¨®n que, si se acompa?an de decisiones pol¨ªticas de reducci¨®n de gasto o dosificaci¨®n de recortes impositivos, podr¨ªan reconducir el d¨¦ficit hacia niveles m¨¢s razonables, en los casos europeos la adopci¨®n de restricciones adicionales m¨¢s bien amenaza con profundizar la ya muy acusada debilidad de las principales econom¨ªas.
Sin necesidad de emular el pragmatismo americano, las autoridades del ¨¢rea euro s¨ª deber¨ªan adoptar una aproximaci¨®n mucho m¨¢s flexible a la reconducci¨®n de las finanzas p¨²blicas, anteponiendo la prioridad de la recuperaci¨®n al estricto cumplimiento de un pacto que est¨¢ siendo fuertemente cuestionado. Y ello puede ser compatible con asegurar una sana conducci¨®n de las finanzas p¨²blicas a largo plazo y la necesaria estabilidad en la eurozona.
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