La bien pag¨¢
A m¨ª el dinero me ha gustado de siempre. No es de ahora. Es algo gen¨¦tico. A mi padre le pasa igual. Por eso se hizo administrativo. Yo no me hice administrativa porque no sirvo para administrar el dinero de los dem¨¢s. A m¨ª el dinero de los dem¨¢s me chupa un pie. Yo de ni?a era supercreyente: le ped¨ªa a Dios que me hiciera rica y volv¨ªa del colegio mirando al suelo por si encontraba monedas. Y encontraba muchas, porque Dios me ha tratado siempre de perlas. Tambi¨¦n era superso?adora: so?aba que mis padres me perd¨ªan en El Corte Ingl¨¦s y me quedaba a?os all¨ª, como Mowgli, pero, en vez de en la selva, en El Corte Ingl¨¦s, y, en vez de crecer salvaje entre animales, crec¨ªa salvaje entre dependientes y era bastante feliz. Una noche me despert¨¦ sudando porque so?aba que mis padres me encontraban y era un trauma que te cagas volver a Moratalaz. Yo de peque?a ten¨ªa la mano muy larga: robaba en El Corte Ingl¨¦s, que era para m¨ª el para¨ªso terrenal. Cuando robaba en la panader¨ªa de abajo me daba cargo de conciencia, porque pensaba en el panadero, y lo que yo digo, si tienes un vicio y ese vicio te da remordimientos, cambia de vicio. Por eso siempre he preferido las grandes superficies. En la actualidad, la juventud lo tiene superdif¨ªcil por esas alarmas criminales que han puesto. Para mi gusto, las grandes superficies se han deshumanizado bastante en ese aspecto. Yo era una ni?a sin vocaci¨®n. Una vez vino un escritor al colegio a darnos la charla y yo le pregunt¨¦ que cu¨¢nto ganaba un escritor, y ¨¦l dijo que lo importante no era el dinero, sino la vocaci¨®n. Y ya entonces pens¨¦ que aquel escritor era un resentido y no lo le¨ªa ni su padre. Ahora hay escritores que dicen que los ni?os actuales son muy materialistas, porque cuando van a dar la charla a los colegios siempre les preguntan que cu¨¢nto dinero ganan. En ese aspecto me considero una precursora del materialismo infantil actual, y lo digo sin ¨¢nimo de lucro. Yo de peque?a preguntaba mucho. Preguntaba: ?y cu¨¢nto gana una monja? o ?cu¨¢nto gana un tornero fresador?, y, como los ni?os son una esponja, me iba haciendo mi composici¨®n de lugar. Iba tachando profesiones que a mi entender eran muy bonitas para que las hiciera otro. Un d¨ªa vino un fontanero a arreglarnos el w¨¢ter porque ¨¦ramos muchos y ya se sabe y mi madre dijo: "Cuidao el t¨ªo ladr¨®n lo que me ha cobrado por meterme la mano en el w¨¢ter". Tach¨¦ tambi¨¦n esa profesi¨®n, porque, aunque mi madre afirmaba que todos los fontaneros eran millonarios, yo prefer¨ªa (si no era mucho pedir) hacerme millonaria sin meter la mano en el w¨¢ter de las personas. Y as¨ª tachando, tachando, me hice escritora. Eso s¨ª, le ped¨ª a Dios que me hiciera escritora de best-sellers, porque, francamente, no quer¨ªa parecerme a aquel escritor que vino a mi colegio (al de la vocaci¨®n), y le ped¨ª que, por favor, no me costara trabajo escribir, que no quer¨ªa ser como esos escritores de culto que se tiran un mes para escribir una frase. Y me lo concedi¨®. Por eso me encargan que escriba todos los d¨ªas de agosto. Y gano mucho dinero trabajando muy poco, que es lo yo quer¨ªa. No hay d¨ªa que pase que no mire al cielo y diga: gracias Dios m¨ªo por este chollo que me has dado. Y el hombre agradece que en este mundo deshumanizado alguien se acuerde de ¨¦l.
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