El invitado inesperado
Un keniano de 18 a?os, Kipchoge, se impone a El Guerruj y Bekele en los 5.000 metros
Un keniano de 18 a?os, imberbe e irreverente, vio la rendija y no lo dud¨®. Sali¨® de la ¨²ltima curva propulsado por un muelle y, con zancada f¨¢cil y ligera, comenz¨® a acelerar por la calle 2. Por la 1 iba Hicham el Guerruj en busca de la consagraci¨®n definitiva. Por la 3, el otro duelista, Kenenisa Bekele, en busca de otro golpe de afirmaci¨®n. Llegada la ¨²ltima recta, los dos parecieron paralizarse, agarrotados por el esfuerzo, congelados en el espacio. Por el medio, por la falla que se hab¨ªa abierto entre los dos que, con su voluntad, hab¨ªan creado la carrera m¨¢s intensa, el gran espect¨¢culo del atletismo puro..., entre El Guerruj, que hab¨ªa atacado a falta de 800 metros, y Bekele, que hab¨ªa sido responsable de 3.000 fren¨¦ticos, a ritmo de r¨¦cord mundial, pas¨® el invitado inesperado, Eliud Kipchoge, otro reto?o del valle del Rift. Hab¨ªa estado esperando ese momento toda la carrera.
El et¨ªope se volvi¨® a mirar, a pedir ayuda. Nadie quiso pasar a mantener el ritmo alto
Los caminos de Bekele -el heredero de Gebrselassie, el ganador de los 10.000 metros m¨¢s r¨¢pidos de unos Mundiales, la prueba en la que los tres et¨ªopes masacraron a sus vecinos del sur, a sus primos kenianos- y El Guerruj -el cu¨¢druple campe¨®n mundial del 1.500, el atleta que ser¨ªa el mejor fondista de la historia si hubiera ganado unos Juegos Ol¨ªmpicos, el plusmarquista mundial del 1.500 y la milla (1.609 metros)- se cruzaron en los 5.000 metros de Par¨ªs. Los dos corrieron en la soledad m¨¢s absoluta, rodeados de atletas que hab¨ªan cogido un ticket de primera fila para el espect¨¢culo, un ticket con derecho... a cambiar el final.
Era la carrera que daba sentido al atletismo en Par¨ªs, la que hac¨ªa so?ar a todos los aficionados. Bekele quer¨ªa un ritmo r¨¢pido, una marcha que asfixiara a El Guerruj, que s¨®lo hab¨ªa corrido dos 5.000 en su vida. En los 10.000 los tres et¨ªopes se pusieron de acuerdo y, relev¨¢ndose, acabaron r¨¢pido con las dudas. Pero ayer nadie iba a ayudar a Bekele. As¨ª que el mejor fondista del futuro tuvo que agarrar por la mano su destino y empezar a tirar desde el primer metro. Y, cuando llevaba 3.000, cuando segu¨ªa oyendo a sus espaldas el ritmo regular y tranquilo de El Guerruj, cuando oy¨® que su respiraci¨®n no se alteraba, cuando vio por las pantallas gigantes que el marroqu¨ª no ced¨ªa ni un metro, empez¨® a comprender que su ambici¨®n le hab¨ªa traicionado, que su grandeza de miras, que su generosidad, su ansiedad por hacer la mejor marca del mundo..., le hab¨ªan conducido a un callej¨®n sin salida. A los 3.800 se volvi¨® a mirar, a pedir ayuda a sus compatriotas, a alg¨²n otro corredor. Nadie quiso pasar a mantener el ritmo alto. Y Bekele, que no quer¨ªa suicidarse, se apart¨®. S¨®lo entonces se dej¨® ver, moment¨¢neamente Kipchoge, el tercer keniano, el menos vigilado. Pas¨® unos centenares de metros, marc¨® un ritmo falso, y, como el c¨®mico que sale para aligerar los intermedios, o eso parec¨ªa, se apart¨® a 800 metros del final, cuando El Guerruj lanz¨® su ataque.
Como si los 4.200 metros anteriores, como si los 11 minutos anteriores a un ritmo que hab¨ªa desfondado a algunos de los mejores fondistas del mundo, hubieran sido un calentamiento sin m¨¢s, como si hubieran sido simplemente los primeros 700 metros de todos sus 1.500 anteriores, El Guerruj atac¨® a falta de dos vueltas como hizo para ganar el Mundial del 1.500. Y, si entonces tard¨® 1m 50s en cumplir esos 800 metros, ayer tard¨® muy poco m¨¢s: s¨®lo 1m 54s. Pero, si entonces logr¨® que el ¨¢cido l¨¢ctico trepara por las piernas y se instalara en las tripas de sus competidores, ayer s¨®lo vali¨® para que Bekele, el hombre con los mejores 200 ¨²ltimos metros, se quedara sin aire; s¨®lo sirvi¨® para que, a la salida de la ¨²ltima curva, Kipchoge, a quien nadie vigilaba, encontrara la rendija que no iba a dejar cerrarse. Y, aunque se qued¨® congelado, paralizado como los corredores de 800 metros que llegan agonizantes a la ¨²ltima recta y parecen garrotes r¨ªgidos y acartonados, El Guerruj todav¨ªa encontr¨® fuerzas para moverse hasta la ¨²ltima l¨ªnea, hasta el ¨²ltimo suspiro, hasta el lugar en el que finalmente un keniano irreverente se entrometi¨® en el gran duelo de los campeonatos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.