Mundiales con poco m¨²sculo
Las pobres marcas de Par¨ªs tienen que ver con el 'efecto Francia', el temor a las leyes antidopaje de un pa¨ªs que castiga con dureza, y tambi¨¦n con una crisis del atletismo, con los j¨®venes m¨¢s inclinados al f¨²tbol, un deporte m¨¢s c¨®modo
El atletismo regres¨® en los Mundiales de Par¨ªs a ¨¦pocas casi olvidadas, con marcas que, en algunos casos, remiten directamente a los a?os sesenta o setenta. Y eso no es necesariamente malo, si ello significa una pureza en la competici¨®n, que estaba bajo sospecha. No hay raz¨®n ¨²nica para explicar el declive de las marcas, pero con toda seguridad se ha producido algo parecido al efecto Francia. El temor a vulnerar las leyes antidopaje es mayor en Francia que en cualquier otra naci¨®n europea. Se trata de un pa¨ªs que castiga penalmente el uso y la distribuci¨®n de las sustancias prohibidas por la legislaci¨®n deportiva. Esa advertencia pesa claramente sobre los deportistas, especialmente desde que se destap¨® el caso Festina en el Tour de 1999. A Francia se le tiene por un estado serio en la lucha contra el dopaje. Los atletas lo saben y sus consejeros tambi¨¦n. Si el descenso en la calidad de las marcas obedece a una dr¨¢stica reducci¨®n del n¨²mero de tramposos, estos Mundiales han sido excelentes. Tambi¨¦n lo han sido por la respuesta de la gente, que ha llenado el espectacular estadio de Saint Denis en casi todas las jornadas. Par¨ªs ha aprovechado perfectamente su oportunidad en la carrera que se ha comenzado por la organizaci¨®n de los Juegos de 2012. Una gran ciudad, un estadio maravilloso, un mensaje di¨¢fano en la lucha contra el dopaje. Es decir, capacidad de atracci¨®n y credibilidad, lo que m¨¢s necesita el deporte.
El rigor en la persecuci¨®n del dopaje no explica del todo el descenso de las marcas. El atletismo ofrece se?ales de crisis. Por un lado, est¨¢ en una posici¨®n de debilidad ante el crecimiento del f¨²tbol en el mundo. El f¨²tbol es un refugio m¨¢s seguro y m¨¢s c¨®modo para los j¨®venes. Se gana m¨¢s y se entrena menos. No es necesario ser una estrella para sacarle el rendimiento econ¨®mico que s¨®lo est¨¢ al alcance de los fen¨®menos del atletismo. La competici¨®n tambi¨¦n ha perdido gancho. Es un periodo sin rivalidades ¨¦picas, sin atletas con magnetismo. Se va Jonathan Edwards, declinan Gebrselasie y Kipketer, no aparecen sprinters arrolladores. Hay buenos atletas, pero faltan grandes referencias, gente como El Guerruj, el h¨¦roe de los Mundiales con su victoria en los 1.500 y con su reto en el 5.000, donde su derrota mereci¨® m¨¢s entusiasmo y partidismo por el marroqu¨ª que cualquier gran triunfo.
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