El Celta paga su pereza ante el Murcia

Con la intensidad de una pachanga, sin la m¨²sica de la Liga de Campeones sonando por ?la megafon¨ªa y con un equipo desconcertado por los cambios, el Celta perdi¨® los primeros dos puntos de la temporada ante un Murcia en obras, renovado hasta la m¨¦dula tras el ascenso, pero con mayor aprecio por los primeros puntos de la Liga del que se pudo distinguir en los de Vigo. Hasta bien entrado el partido, el escenario no imped¨ªa a los de casa viajar con la renta de un gol, pero tanta pereza acab¨® por darle el primer disgusto del curso, algo que la afici¨®n de Bala¨ªdos, deseosa de darle gusto al paladar en la tan celebrada Champions, no acab¨® de gustarle.

El Murcia, nuevo en la categor¨ªa, comprendi¨® mejor que el grupo de Lotina la relevancia del primer paso liguero, que para los de Bala¨ªdos se torn¨® en tropiezo. Fue el de ayer un Celta ap¨¢tico, casi holgaz¨¢n, que se crey¨® muy superior cuando a la media hora se vio por delante en el marcador sin necesidad remangarse. Logr¨® coger ventaja gracias a una falta que, sacada por Sylvinho, evidenci¨® los desajustes defensivos que todav¨ªa asoman en el proyecto de Peir¨®. El bal¨®n, mal protegido por el Murcia, se pase¨® de esquina a esquina del ¨¢rea peque?a, sin que nadie lo alejara de all¨ª. As¨ª las cosas, Milosevic, que para eso est¨¢, lo caz¨® con la cabeza y puso por delante al conjunto vigu¨¦s.

Pero el Murcia, quiz¨¢ por aquello de que a la fuerza ahorcan, pas¨® de los avisos a los hechos cuando, con poco m¨¢s de un cuarto de hora por delante, y al rato de enviar un bal¨®n al poste, convirti¨® un innecesario penalti de Contreras sobre Maciel. Era aquel un premio justo para el conjunto de Peir¨®, que se tom¨® el envite muy en serio.

En un doble cambio m¨¢s relacionado con cuestiones de ¨ªmpetu que de estrategia, Vagner y Catanha acababan de bajar el nivel t¨¦cnico del equipo, lo que complic¨® el intento de restablecer el orden.

Para recuperarlo, tir¨® Lotina de Jandro, y vivi¨® el Celta los ¨²nicos minutos de coherencia de toda la noche. Pero no hab¨ªa tiempo para enmendar tanta indolencia, una especie de ceguera provocada por el ingreso en una Liga de Campeones siempre deslumbrante.