Villanos
El verano pol¨ªtico que hoy concluye ha transcurrido salpicado de esc¨¢ndalos dom¨¦sticos y for¨¢neos. Fuera de aqu¨ª, la estrella ha sido David Kelly, el esp¨ªa honorable que dispuso de su vida para honrar la palabra que dio por su pa¨ªs. Y entre nosotros las figuras han sido los villanos: tr¨¢nsfugas sin complejos para malvender a sus partidos por un pu?ado de monedas de incierto curso legal, como ha sucedido en Madrid o Marbella.
Pero hablando de villanos, la gran estrella ha sido sin duda Aznar, empe?ado como est¨¢ en protagonizar la pol¨ªtica espa?ola hasta el final de sus d¨ªas como gobernante, envenen¨¢ndola con declaraciones tan malignas como insidiosas y mal¨¦volas. Hoy abdica eligiendo por fin a Rajoy como delegado de su poder personal. Pero lo que no podr¨¢ transmitir al sucesor es la perversa imagen p¨²blica que se ha forjado como malo de solemnidad.
Sosten¨ªa Hitchtcock que la verdadera estrella de una pel¨ªcula de suspense es el villano, personaje del que depende la veracidad dram¨¢tica del relato. Pues bien, Aznar opt¨® por hacer de su mandato una pel¨ªcula de suspense, cuyo McGuffin era la carrera por la sucesi¨®n que hoy culmina en el podio final. Pero para que la historia pareciera cre¨ªble ten¨ªa que haber un villano. ?Y qui¨¦n mejor que el propio Aznar para encarnar este agradecido papel? Para hacer de malo, en un principio el presidente eligi¨® como modelo al Charles Chaplin de El gran dictador. Pero como las risitas de hiena no se le daban demasiado bien, finalmente ha decidido imitar al James Mason de Con la muerte en los talones. Y hay que reconocer que ahora le sale mucho mejor. Sobre todo porque el bueno de la pel¨ªcula, que es el l¨ªder de la oposici¨®n, todav¨ªa no acaba de parecerse a Cary Grant.
Y como segunda receta para mantener vivo el inter¨¦s del relato, Hitchtcock a?ad¨ªa el contraste entre el suspense -el tiempo de espera y cuenta atr¨¢s- y la sorpresa: el gran shock inesperado. Pues bien, para llevar en todo momento la iniciativa pol¨ªtica, asegurar el control del tiempo y extremar el inter¨¦s informativo, Aznar siempre ha optado por romper las expectativas con sus golpes de efecto por sorpresa. Y as¨ª acaba de hacerlo ahora de nuevo, revelando antes de lo previsto al candidato m¨¢s improbable de los dos anunciados. El anuncio se ha hecho en fin de semana por conducto oficioso cuando las redacciones de los peri¨®dicos estaban cerradas. As¨ª se ha tapado informativamente la solemne celebraci¨®n del pacto auton¨®mico que firmaban los barones socialistas. Pero al margen de este efecto a?adido, creo que ha primado todav¨ªa m¨¢s el recurso a la sorpresa inesperada, para que ning¨²n periodista de c¨¢mara -como aqu¨¦l del balc¨®n de Caraba?a- pudiera apuntarse el tanto de la revelaci¨®n. Todo con tal de sorprender al p¨²blico anticip¨¢ndose a sus especulaciones: la f¨®rmula del maestro Hitch para atrapar al espectador.
Y para acabar de redondearlo, demostrando qui¨¦n es el que manda como autor de la pel¨ªcula que nos narra, Aznar ha elegido para el papel de winner no a Rato sino a Rajoy -el m¨¢s inesperado de los dos-. ?Por qu¨¦ Rajoy, cuyo gran peligro es que se abra en el partido la lucha de facciones entre las cuadrillas acaudilladas por los perdedores? Ante todo, porque demostr¨® mayores m¨¦ritos que Rato en la carrera de obst¨¢culos a la que Aznar les enfrent¨® como concurso sucesorio, cuya prueba de fuego represent¨® el caso Prestige.
Adem¨¢s, porque es el mejor para el cargo, dado que por su car¨¢cter conciliador constituye la mejor ant¨ªtesis del peor Aznar. Rajoy parece el ¨²nico pol¨ªtico de la derecha espa?ola capaz de enmendar los may¨²sculos errores cometidos por el nefasto Aznar, que ha estropea-do todo lo que ha tocado: Euskadi, Marruecos, Europa, Irak, etc¨¦tera. Pero a¨²n hay otra tercera raz¨®n para elegir a Rajoy, que es la de ser el candidato m¨¢s d¨¦bil, pues no es capaz de representar tan bien como Rato el papel de villano. Lo cual significa que aqu¨ª seguir¨¢ mandando el verdadero villano que lo ha nombrado.
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