Animaci¨®n rancia

Se presenta y reclama como un homenaje a Antonio Mingote, cuya peculiar est¨¦tica del dibujo la pel¨ªcula reproduce con una animaci¨®n m¨¢s bien torpona y, valga la paradoja, poco animada. Propone una historieta de aventuras con ni?os y con coartada hist¨®rica -que, por lo dem¨¢s, se salta a la torera cuando le viene en antojo: permisos que la ficci¨®n se toma casi siempre-, con atentado a Alfonso XII incluido; y muestra un Madrid ancestral en el que hay de todo: conspiradores antimon¨¢rquicos, pueblo que saluda alborozadamente a sus gobernantes, buenos sacerdotes que arrojan monedas al esforzado pueblo llano... todo muy sanote y castizo, como se ve.

Pero a Mingote lo que es del dibujante: su concepci¨®n del dibujo podr¨¢ gustar m¨¢s o menos, pero ninguna responsabilidad le compete en lo que est¨¢ peor de la pel¨ªcula: el gui¨®n, que firma Pedro Delgado, el director del asunto. Redundante, disparatado pero sin un gramo de gracia, como si los potenciales espectadores a quienes se dirige la historia fueran a empatizar con los personajes s¨®lo porque se llaman Alvarito y Paloma -el relojero que los ampara y protege se llama don Isidro: todo muy madrile?o-, no por lo que les ven hacer o por la credibilidad de su construcci¨®n.

Llena de situaciones no ya inveros¨ªmiles, sino profundamente tontas -todo lo relacionado con el malvado Sime¨®n, un cruce entre jud¨ªo maquiav¨¦lico e Iznoguz, el intrigante que quer¨ªa "ser califa en lugar del califa": deplorable-, la pel¨ªcula tal vez gustar¨¢ a los amantes de Mingote, pero seguramente muy poco a unos ni?os a quienes este tipo de animaci¨®n les resultar¨¢ del paleol¨ªtico superior.