Las vacaciones del 'signore' Cipollini
El campe¨®n mundial participa s¨®lo por la amenaza de exclusi¨®n que pesaba sobre su equipo y piensa retirarse a las primeras de cambio
Mario Cipollini est¨¢ de vacaciones desde finales de mayo y no tiene ninguna intenci¨®n de interrumpirlas pese a que se encuentra Gij¨®n y hoy tomar¨¢ la salida en la Vuelta a Espa?a. Ser¨¢ una participaci¨®n testimonial y obligatoria. Simb¨®lica. Todos felices: los organizadores podr¨¢n decir que entre los 198 participantes de la edici¨®n de 2003, la que hace la n¨²mero 25 de las de Unipublic, estaba el campe¨®n del mundo y Cipollini podr¨¢ una vez m¨¢s vestirse el maillot de m¨¢rtir de la causa ciclista y de salvador de un deporte en crisis. A tal estado de desquiciamiento ha llegado el ciclismo
Cipollini se retir¨® del Giro, en el que su compatriota Petacchi le rob¨® el t¨ªtulo de rey de las volatas (sprints en italiano) y desde entonces no ha vuelto a tocar una bicicleta. Entre otras razones, porque el Tour no le invit¨® a correr. Ha participado en actos promocionales de su equipo, el Domina Vacanze, una especie de club de vacaciones; ha tomado el sol en las playas de Sicilia, de Cerde?a, de la Riviera y de M¨®naco... Se ha divertido con su familia y compa?¨ªa. Ha firmado una renovaci¨®n de contrato hasta finales de 2005, cuando tenga 38 a?os. Ha disfrutado de la vida y se ha sentido l¨ªder del ciclismo italiano al anunciar que participar¨¢ en el Campeonato del Mundo de Hamilton, cuyo recorrido no es en nada propicio a sus caracter¨ªsticas, simplemente para hacer revivir el esp¨ªritu de solidaridad y compa?erismo de Zolder.
No ha cogido la bici desde el Giro. Se ha dedicado a promociones y a disfrutar de la vida
Pero la Vuelta no es el Tour y no s¨®lo ha invitado a participar a Cipollini, sino que su concurso, vistiendo su espectacular maillot arcoiris conquistado hace un a?o en Zolder, se convirti¨® en condici¨®n sine qua non para la participaci¨®n de su equipo, lo cual no deja de ser extra?o, ya que la relaci¨®n de Cipollini con la Vuelta, carrera en la que s¨®lo el a?o pasado gan¨® etapas (tres), ha sido casi siempre traum¨¢tica. Una vez, en 1994, por poco se rompe la cabeza en Salamanca. Otra, en 1997, no lleg¨® a salir porque se volvi¨® a su pa¨ªs para ser jurado del concurso de miss Italia. Pero la Vuelta estaba empe?ada. Si no hab¨ªa Cipollini, no hab¨ªa Domina Vacanze. Y as¨ª se lo hizo saber V¨ªctor Cordero, su director deportivo, a Vincenzo Santoni, el manager del equipo italiano.
Cipollini ni quer¨ªa correr la Vuelta ni estaba en condiciones de aguantar m¨¢s que unos cuantos kil¨®metros. Ante el ultim¨¢tum, la primera reacci¨®n de Santoni, un hombre h¨¢bil, un negociante que florece en las aguas turbias, fue decir que el equipo inscrib¨ªa a Cipollini, pero que si luego el corredor no acud¨ªa a la Vuelta no pod¨ªa hacer nada. No col¨®. Cipollini dijo "nanay" y Cordero " no, no". Despu¨¦s, Santoni aleg¨® que Cipollini no est¨¢ para correr la Vuelta y que era parad¨®jico que le obligaran a alinear a un corredor que no se halla en forma para permitir participar a un equipo que siempre ha tenido buenas actuaciones sin su l¨ªder. Tampoco col¨®. Finalmente, presionado por mism¨ªsimo presidente de la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI), Hein Verbruggen, a quien se dirigi¨® en busca de amparo, y por el presidente de su propia federaci¨®n, Cipollini dijo "s¨ª". "Lo hago por responsabilidad", proclam¨®; "por mis compa?eros".
Y, as¨ª, Cipollini, dorado por el claro sol de las playas, que proporciona un moreno que en nada se parece al que proporciona la bicicleta en verano, se present¨® en Gij¨®n. Dispuesto a sacrificarse; esto es, a correr la primera etapa, una contrarreloj por equipos de 28 kil¨®metros, y a bajarse en la segunda, en la que, de todas maneras, poco podr¨ªa decir: el recorrido pasa por el alto del Mirador del Fito, de primera categor¨ªa, el ¨²ltimo puerto que escal¨® Miguel Indurain antes de retirarse, un puerto en el que, evidentemente, Cipollini se quedar¨ªa descolgado incluso aunque se hubiera pasado todo el verano entren¨¢ndose duramente.
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