Talante y talento
El PP ha hecho dos jugadas de astucia. Por una parte, frente a la unanimidad con que la oposici¨®n reprochaba a Aznar su estilo autoritario y agresivo ha elegido a aquel de los candidatos probables con una imagen m¨¢s alejada de ese estilo. Por otra, le ha sacado del Gobierno para desvincularle en los meses previos a las elecciones de responsabilidades relacionadas con la intervenci¨®n en Irak. Los socialistas est¨¢n intentando contrarrestar esas dos jugadas.
Ayer, Zapatero, con el aval de su Comit¨¦ Federal,emplaz¨® formalmente a Rajoy a aceptar una "cumbre inmediata" para normalizar las relaciones rec¨ªprocas "tras la era Aznar", adelantando sus propias condiciones para lograrlo. El nuevo portavoz del Ejecutivo, Zaplana, respondi¨® tirando de manual: ocurrencia para tapar sus problemas internos, etc¨¦tera. Lo que permiti¨® al presidente Chaves zanjar la partida lamentando que Rajoy hubiera "perdido la oportunidad" de demostrar que su talante es diferente al de Aznar.
Suena algo simple. Desde luego, a Rajoy no le bastar¨¢ con sus iron¨ªas y sarcasmos para suplir la falta de argumentos en temas como el de Irak; al rev¨¦s: frente a situaciones dram¨¢ticas, puede quedar como un fr¨ªvolo. Los elementos del emplazamiento de Zapatero son inaceptables para el PP precisamente porque inciden en actitudes gubernamentales dif¨ªciles de justificar: la ruptura unilateral del consenso en pol¨ªtica exterior, el desprecio del Parlamento, la utilizaci¨®n de riesgos reales como el del Plan Ibarretxe para atacar a los socialistas. Pero a ¨¦stos tampoco les bastar¨¢ con sagaces emplazamientos para desenmascarar al PP. Y har¨ªan mal en no intentar (seriamente) aprovechar el cambio de contrincante para intentar cambiar el tono agresivo que, efectivamente, ha dado Aznar a la pol¨ªtica espa?ola. El PP ten¨ªa un lider adaptado a esa forma de hacer pol¨ªtica, pero el PSOE no lo tiene. Cada vez que Zapatero ha intentado imitarle (por ejemplo, llam¨¢ndole "cobarde"), ha sido ¨¦l quien ha quedado mal.
Para ganar el PSOE necesita recuperar los votos centristas perdidos, muchos de ellos en la abstenci¨®n, y ello supone un equilibrio entre cambio y seguridad que no es f¨¢cil. Aznar ha aprovechado las debilidades internas del PSOE para machacar con la idea del riesgo que supondr¨ªa dar el poder a quienes no saben poner orden en su propia casa. No ha elegido el mejor momento Cristina Alberdi para marcar distancias, pero quiz¨¢s hace tanto da?o como su desmarque la respuesta que le han dado: acusarla de hacer el juego al PP y exigirle que devuelva el esca?o "y el sueldo que cobra".
Aunque quedara por debajo de sus expectativas, el PSOE fue el partido m¨¢s votado en las municipales. No est¨¢ escrito que lo que se perdi¨® en tres meses no pueda recuperarlo en otros tres. Pero para ello necesita menos obsesi¨®n por los talantes y m¨¢s talento para ofrecer alternativas cre¨ªbles a las pol¨ªticas del PP.
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