Ku¨¦lap, el Machu Picchu del norte
EL FASCINANTE y vasto Per¨² encierra misterios que ni siquiera aparecen en algunas gu¨ªas tur¨ªsticas. ?se es el caso de la impresionante Fortaleza de Ku¨¦lap, en el departamento del Amazonas. Conocimos de su existencia gracias al boca a boca de los viajeros. Y ten¨ªan raz¨®n, es un lugar m¨¢gico, ajeno todav¨ªa a ese turismo al por mayor que soporta de forma m¨¢s o menos estoica el Machu Picchu. Uno de los motivos de su aislamiento es su emplazamiento; en plena ceja de selva. Las monta?as que lo rodean, cubiertas de vegetaci¨®n exuberante, aunque no muy altas (en torno a los 2.000 metros), son muy escarpadas.
El trayecto desde Cajamarca a Tingo por una pista de tierra dura m¨¢s de 12 horas en un autob¨²s desvencijado que amenaza con despe?arnos, pasajeros y pollos incluidos. Abajo, el r¨ªo Mara?¨®n riega plantaciones de mangos dulces, bananos y papayas. Desde Tingo, y en microb¨²s, son dos horas m¨¢s de subida por otro camino de tierra, jalonado de pueblecitos pobres y de alojamientos improvisados que surgen a ra¨ªz del incipiente turismo. Como la casa de Floris Vaquil, que nos prepar¨® un almuerzo delicioso con choclo, queso, chicharrones de chanchito y un vaso de chicha.
Envuelta en una neblina, Ku¨¦lap se alza imponente con sus m¨¢s de 500 metros de muralla con casi 20 metros de altura en un paisaje que recuerda al de El libro de la selva. Construida en el siglo XII por los chachapuyos, guerreros enemigos de los incas, se ha conservado admirablemente gracias a las orqu¨ªdeas y lianas que crecen en esa zona. As¨ª es como la vio, por primera vez, en 1843, Juan Cris¨®stomo, juez del distrito. Seg¨²n nos cuenta nuestro gu¨ªa, un joven descendiente de los espa?oles que compraron la hacienda donde se asienta Ku¨¦lap, en esta fortaleza inexpugnable enterraban a los muertos en los muros como ofrenda a los dioses. Muros adornados con frisos decorativos en los que representaban los ojos de sus animales sagrados: la serpiente, el puma y el c¨®ndor. Recorremos sus estrechos callejones; admiramos sus extra?as construcciones, como el enigm¨¢tico Tintero con forma de cono invertido, y dejamos la m¨¢gica fortaleza y a las llamas pastando entre una fina lluvia, seguros de haber encontrado nuestro particular Machu Picchu.
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