?Qui¨¦n teme a la Corona de Arag¨®n?
El autor ve dif¨ªcil que la iniciativa de poner en marcha la eurorregi¨®n suponga la existencia de riesgo alguno para los intereses espec¨ªficamente valencianos y no cree que vaya a representar peligro alguno para la Constituci¨®n
La propuesta de Pasqual Maragall ha abierto, si no un debate, al menos la caja de los truenos. S¨®lo ha faltado amenazar con la condena eterna a quienes sue?an con recuperar, d¨¢ndole un contenido apropiado a los tiempos que corren, nuestra venerable forma pol¨ªtica medieval. Sin embargo, la idea de crear una eurorregi¨®n en el Mediterr¨¢neo Nordoccidental que articule la cooperaci¨®n entre los territorios de la vieja Corona y regiones francesas lim¨ªtrofes y que refuerce su capacidad de defensa de intereses comunes tanto en el contexto espa?ol como en el europeo resulta plenamente coherente y es perfectamente viable.
Las cuatro comunidades de Arag¨®n, Baleares, Catalu?a y Valencia, representan hoy en d¨ªa un papel de primera magnitud en la econom¨ªa espa?ola, con el 31% de la poblaci¨®n y nada menos que el 36% del Producto Interior Bruto del conjunto del pa¨ªs. Un dato interesante es el relativo a la densidad de los v¨ªnculos comerciales que las unen, que habla bien a las claras de la fuerte interrelaci¨®n que existe entre sus procesos de crecimiento econ¨®mico. Para Catalu?a, el Pa¨ªs Valenciano es el principal socio comercial, tanto desde el lado de la exportaci¨®n como desde el de la importaci¨®n. Lo mismo ocurre a la inversa: en relaci¨®n a los flujos comerciales con origen o destino en el Pa¨ªs Valenciano, la participaci¨®n m¨¢s destacada corresponde a los que tienen lugar con Catalu?a. A su vez, ambas regiones son, con gran diferencia, el principal origen de las importaciones llevadas a cabo por Baleares, y tambi¨¦n el destino m¨¢s importante de sus exportaciones. Merece la pena mencionar asimismo que Catalu?a y Valencia constituyen los principales socios comerciales de Arag¨®n, tanto para sus exportaciones como para sus importaciones.
La eurorregi¨®n propuesta permitir¨ªa aprovechar mejor las importantes sinergias que se producen en el desarrollo de los dos ejes m¨¢s potentes de expansi¨®n econ¨®mica de Espa?a, el del Valle del Ebro y el del litoral mediterr¨¢neo. Con la ventaja a?adida de que se tratar¨ªa de una operaci¨®n en que a las ventajas puramente econ¨®micas de la coordinaci¨®n de pol¨ªticas de infraestructuras, de compartir experiencias de desarrollo de un tejido econ¨®mico bastante similar, en que tienen un papel muy relevante las peque?as y medianas empresas, y de lograr algo tan importante como una mayor visibilidad y presencia en el espacio europeo, se a?adir¨ªa el potencial simb¨®lico de un pasado hist¨®rico compartido y el valioso presente de una lengua y bastantes aspectos culturales comunes en el ¨¢rea catalano-valenciano-balear. A nadie se le oculta sin embargo que este ¨²ltimo aspecto se contempla probablemente como una anotaci¨®n en el debe y no en el haber desde el punto de vista de quienes r¨¢pidamente han salido a descalificar la propuesta del l¨ªder pol¨ªtico catal¨¢n.
Sin embargo, rechazar a comienzos del siglo XXI por razones de pol¨ªtica de campanario la idea de constituir una eurorregi¨®n transfronteriza en esta parte del Arco Mediterr¨¢neo revela una curiosa mezcla de desconfianza y desconocimiento. No s¨®lo por la existencia previa de m¨²ltiples experiencias similares, como la Comunidad de Trabajo Galicia-Norte de Portugal, creada hace ya m¨¢s de diez a?os y presidida por el conocido nacionalista Manuel Fraga Iribarne, sino por razones de m¨¢s envergadura. No es la menor el poder aprovechar seriamente la buena disposici¨®n de la Comisi¨®n Europea para desarrollar estrategias de ordenaci¨®n del territorio que sin afectar a la soberan¨ªa pol¨ªtica de los Estados miembros trasciendan los l¨ªmites de las viejas fronteras estatales. Tampoco carece de importancia la oportunidad de impulsar proyectos comunes a las regiones concernidas, aprovechando iniciativas comunitarias como Interreg, dotadas presupuestariamente por los Fondos Estructurales Europeos y dise?adas para facilitar precisamente la cooperaci¨®n interfronteriza e interregional. Es ¨¦ste un aspecto que cobrar¨¢ cada vez m¨¢s relieve, especialmente cuando nuestra regi¨®n deje de ser incluida, por haber superado cierto umbral de desarrollo econ¨®mico, dentro del Objetivo 1 de la Pol¨ªtica Regional Europea, lo que est¨¢ ya a la vuelta de la esquina, es decir a partir de 2006.
?Existe alg¨²n riesgo de que los intereses espec¨ªficamente valencianos puedan verse postergados como consecuencia de la creaci¨®n de una eurorregi¨®n con los territorios de la antigua Corona? Es dif¨ªcil ver c¨®mo podr¨ªa ocurrir esto, desde el momento en que tanto los acuerdos de colaboraci¨®n como las instituciones que pudieran crearse s¨®lo nacer¨ªan por acuerdo mutuo entre los gobiernos auton¨®micos respectivos y tendr¨ªan exactamente el alcance y las competencias que ¨¦stos juzgaran oportuno delegarles. A diferencia de las comunidades aut¨®nomas, el Estado Espa?ol o las Comunidades Europeas, la eurorregi¨®n no ser¨ªa con toda probabilidad un ente pol¨ªtico dotado de soberan¨ªa propia, sino que su funcionamiento ser¨ªa m¨¢s parecido al de las actuales organizaciones internacionales, en que la capacidad decisoria recae en ¨²ltima instancia en cada uno de sus miembros. Resulta ilustrativo el conocer por ejemplo como est¨¢ organizada la eurorregi¨®n Mosa-Rhin, que incluye regiones belgas, alemanas y de los Pa¨ªses Bajos, en las que se hablan tres lenguas distintas. Consta de un Comit¨¦ Directivo, formado por los m¨¢ximos representantes pol¨ªticos, un Consejo Eurorregional que incluye adem¨¢s de mandatarios pol¨ªticos a representantes de organizaciones sindicales y patronales y miembros de las Universidades, entre otros, una Oficina Permanente, con delegados regionales y un gerente para el programa Interreg, y toda una serie de grupos de trabajo de tipo sectorial formados por especialistas. Adem¨¢s de aplicar programas operativos de inter¨¦s mutuo, -cofinanciados por la Uni¨®n Europea-, que han actuado en el campo de las infraestructuras, el Medio Ambiente, el mercado de trabajo y la promoci¨®n cultural, ha creado las condiciones para que nacieran espont¨¢neamente acuerdos de cooperaci¨®n entre las Universidades, Consejos de Consumidores, y C¨¢maras de Comercio de las regiones miembro.
La eurorregi¨®n Mosa-Rhin es s¨®lo un ejemplo. Del mismo modo, los intereses concretos e individuales de las regiones componentes podr¨¢n coincidir en unas ocasiones o divergir en otras, ya que la competencia y la cooperaci¨®n son fuerzas igualmente din¨¢micas, si existe un terreno de juego institucional apropiado. Ninguna estructura estatal, supraestatal o supraregional puede subsistir sin aceptar de entrada la existencia potencial de intereses contrapuestos, resolubles siempre por v¨ªa democr¨¢tica, como la ya larga historia de las instituciones europeas nos ense?a. No parece sin embargo que el hecho de que el Alcalde de Perpignan, el President de la Generalitat, el de la Diputaci¨®n General de Arag¨®n, etc., puedan sentarse un buen d¨ªa y discutir juntos tanto de lo que les une como de lo que los separa sea suficiente como para poner en crisis nada menos que la Constituci¨®n. En realidad estar¨ªan dando forma y contenido a un discurso, bien conocido por estos lares, sobre el Arco Mediterr¨¢neo y la construcci¨®n europea, pero que desgraciadamente no ha ido hasta ahora m¨¢s all¨¢ de la pura ret¨®rica, y a la vez contribuir¨ªan a pavimentar una ordenaci¨®n del territorio en red , -de ciudades, de regiones, de polos culturales-, mucho m¨¢s moderna y participativa que la vieja estructura radial a que tan aficionados han sido hasta el presente los sucesivos ministerios de Obras P¨²blicas o Fomento. Es sabido que el viejo mercado interior espa?ol protegido por fuertes barreras aduaneras ha pasado a mejor vida, y le han acompa?ado al ba¨²l de los recuerdos, la peseta, las empresas p¨²blicas de la ¨¦poca aut¨¢rquica y los controles fronterizos. La concepci¨®n radial de las comunicaciones y de la vida pol¨ªtica sigue en cambio ah¨ª, y la inconclusa autov¨ªa Valencia-Somport, al igual que el a¨²n inexistente TAV Valencia-Barcelona, son un buen testimonio de que, por lo visto, los ejes transversales de transporte que no pasan por Madrid no son prioritarios.
En suma, la Constituci¨®n Espa?ola est¨¢ viva y bien, y lo mismo puede decirse de los Estatutos de Autonom¨ªa, tan saludables que pueden soportar una reforma consensuada que los mejore. No es la Constituci¨®n por tanto lo que peligra a partir de una propuesta como la que aqu¨ª se ha comentado. Lo que si corre riesgo es una visi¨®n caduca de la articulaci¨®n del Estado Espa?ol, tanto econ¨®mica como pol¨ªtica, que ha sustituido el viejo discurso de "Madrid y las provincias", por el m¨¢s pol¨ªticamente correcto de "Madrid y las comunidades aut¨®nomas", pero que sigue fiel a su esencia: el punto de referencia es siempre el centro. ?Porqu¨¦ no atreverse a sacar todas las consecuencias de los nuevos escenarios econ¨®micos que ha creado la Uni¨®n Europea? ?porqu¨¦ no aprovechar la oportunidad de desarrollar tareas comunes con nuestros vecinos de este rinc¨®n del Mediterr¨¢neo? Me gustar¨ªa vaticinar que un poco m¨¢s de confianza en s¨ª mismos, y en las fuerzas colectivas del pueblo valenciano, pagar¨¢ r¨¦ditos electorales a largo plazo a los pol¨ªticos valencianos que se atrevan a romper los esquemas mentales de la subordinaci¨®n pol¨ªtica. Pero es sin duda una ingenuidad. ?Qui¨¦n piensa en pol¨ªtica en el largo plazo?
Ernest Reig es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia.
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