Los dem¨®cratas empiezan el asalto a Bush
A 14 meses de las elecciones presidenciales en EE UU, el presidente comienza a mostrar sus puntos d¨¦biles
?Es posible derrotar a George W. Bush? Hasta hace pocas semanas, hab¨ªa que ser extraordinariamente optimista para estar convencido si se era un candidato dem¨®crata. Ahora, el an¨¢lisis fr¨ªo tampoco aconseja a nadie preparar la mudanza para ir a la Casa Blanca, pero la situaci¨®n es distinta: varios sondeos sugieren que una mayor¨ªa de estadounidenses no ver¨ªa mal un cambio en las alturas. La incertidumbre sobre la recuperaci¨®n econ¨®mica y las complicaciones en Irak evocan el fantasma de los Bush: ganar una guerra, perder unas elecciones, ser presidente s¨®lo cuatro a?os. Los dem¨®cratas m¨¢s optimistas compran y lucen la camiseta que lo dice todo: "De tal padre, tal hijo: un solo mandato".
Los dem¨®cratas creen que las emociones del 11-S no pueden ocultar el deterioro econ¨®mico
Howard Dean, m¨¦dico y ex gobernador de Vermont, ha logrado encender a las bases
Catorce meses es mucho tiempo para que los dos elementos ahora determinantes -la econom¨ªa, por encima de todo; Irak, despu¨¦s- se mantengan como ahora. Pero es inevitable comparar, a pesar de las grandes diferencias, con lo que ocurri¨® hace 12 a?os. Bush padre acab¨® la guerra del Golfo con una popularidad del 91% en 1991. Durante 1992, la crisis econ¨®mica deterior¨® su imagen y lleg¨® al verano con un 60%. En noviembre obtuvo el 37% de los votos y perdi¨® ante un nuevo dem¨®crata, Bill Clinton, que dos meses antes era pr¨¢cticamente desconocido.
La historia, aunque no se repita, enciende los ¨¢nimos de los dem¨®cratas. "?Por supuesto que es posible ganar en noviembre de 2004!", asegura Nelson Reyneri, que acaba de asumir su cargo de asesor del presidente del Comit¨¦ Nacional Dem¨®crata, Terry McAuliffe. En su opini¨®n, "la posici¨®n del presidente es dif¨ªcil; lo muestran los sondeos y, adem¨¢s, tiene entre manos asuntos que a¨²n pueden complicarse m¨¢s, como la posguerra y la econom¨ªa". Consciente de lo f¨¢cil que es caer en un exceso de optimismo, Reyneri, hasta hace poco asesor del senador John Kerry, cree que "cualquier candidato dem¨®crata que quiera hacer algo en la campa?a y en las urnas tiene que, adem¨¢s de criticar a Bush, desarrollar elementos positivos de cambio para este pa¨ªs, elementos que entusiasmen a sus bases, pero tambi¨¦n a los votantes que en 1992 y en 1996 votaron a Clinton y que en el 2002 no votaron a Gore".
?se es el problema: en un pa¨ªs electoralmente dividido casi al 50%, el electorado flotante, de centro, decide en muchas ocasiones. Pero tambi¨¦n deciden, en un sistema con alta abstenci¨®n, las bases que m¨¢s se movilizan (la pasi¨®n ret¨®rica de las primarias lleva a los candidatos a los extremos, recorrido que luego se hace a la inversa cuando se pide el voto a la sociedad). En todo caso, las bases del Partido Dem¨®crata est¨¢n muy radicalizadas, lo cual puede alejar a los dem¨®cratas conservadores que apoyaron, efectivamente, a Clinton. Como se?ala Charles Krauthammer en The Washington Post, por parte de los dem¨®cratas "no ha habido tanto desprecio, resentimiento y odio declarado contra un presidente desde los peores d¨ªas de Nixon. Los activistas y radicales que dominan las primarias quieren dar un golpe a Bush; naturalmente, un golpe en las urnas, pero, sobre todo, quieren darse el gustazo de darle un golpe con un garrote. Y el garrote es Howard Dean".
Dean, el m¨¦dico que fue gobernador de Vermont, ha encendido a las bases dem¨®cratas: est¨¢ recaudando dinero como ninguno de sus compa?eros y creando comit¨¦s de apoyo en todo el pa¨ªs. "Dean ser¨ªa el mejor contra Bush, por su capacidad para conectar con la gente", seg¨²n Joel Bleifuss, director de la revista In These Times, que advierte, en todo caso, que "el Partido Dem¨®crata no est¨¢ en gran forma. Si empieza a criticar a Bush y es m¨¢s duro de lo que ha sido hasta ahora; quiz¨¢ se recupere, pero si la econom¨ªa mejora y no hay demasiados muertos en Irak, Bush tendr¨¢ muchas posibilidades de repetir". Lo que m¨¢s preocupa a los barones que controlan la maquinaria dem¨®crata es que el bander¨ªn antiguerra de Dean y su excesiva imagen de outsider anti-Washington pueda desembocar en una cat¨¢strofe electoral como la que sufri¨® George McGovern -un candidato antiguerra de Vietnam en una sociedad mucho m¨¢s cr¨ªtica con aquella intervenci¨®n que con la actual- cuando se enfrent¨® con Nixon en 1972.
El conservador Pat Buchanan escribe en el n¨²mero de septiembre de The Atlantic que ganar a Bush es posible, pero harto improbable: "Tras el 11-S, el presidente ha conectado con la gente como su padre jam¨¢s lo hizo. Como Reagan, domina emocionalmente a un amplio sector de la sociedad". El problema para los dem¨®cratas, seg¨²n Buchanan, es que no controlan los tres campos en los que Bush podr¨ªa encontrar su tal¨®n de Aquiles: el desempleo, las complicaciones en Irak y Afganist¨¢n o un esc¨¢ndalo tipo Watergate.
Las variables est¨¢n ah¨ª, y por eso la carrera electoral est¨¢ m¨¢s abierta y los dem¨®cratas se animan entre s¨ª. Pero las constantes tambi¨¦n est¨¢n ah¨ª: aunque la posguerra tiene mucho de chapuza, seg¨²n un sondeo de The Washington Post, 7 de cada 10 estadounidenses creen probable que Sadam Husein estuviera, de una forma u otra, detr¨¢s de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. En el resultado de la muestra coinciden dem¨®cratas, republicanos e independientes.
Si esto se mantiene as¨ª y si es cierto que existe, como indica Buchanan, un s¨®lido lazo emocional entre buena parte de la sociedad y Bush, la crisis de Irak no jugar¨¢ en contra de su reelecci¨®n. Esta noche, el presidente se dirigir¨¢ al pa¨ªs desde la Casa Blanca -es la primera vez desde el 19 de marzo, cuando empez¨® la guerra, que elige ese escenario- para repetir que Irak es una pieza central en la lucha contra el terrorismo internacional. En cuanto al disparatado gasto de la ocupaci¨®n y reconstrucci¨®n, que s¨®lo ahora aparece en sus aut¨¦nticas dimensiones, Bush dir¨¢ lo que dijo el viernes en Indian¨¢polis: "Este pa¨ªs gastar¨¢ lo que sea necesario para ganar la guerra contra el terrorismo y proteger a los estadounidenses".
Todo ello no quita para que los candidatos dem¨®cratas consideren que se ha abierto la veda, que las emociones del 11-S no pueden ocultar el deterioro en el empleo, el despilfarro del super¨¢vit presupuestario que hab¨ªa hace s¨®lo tres a?os, los problemas pendientes de educaci¨®n y cobertura m¨¦dica. El recuerdo de la derrota de Bush padre les anima, pero ser¨ªan muy miopes si sacaran conclusiones exageradas: Bush hijo tiene al partido completamente unido, en su equipo de Gobierno no hay grandes fracturas, su asesor pol¨ªtico, Karl Rove, mantiene afilado el olfato, y la caja fuerte para la campa?a rebosa de billetes, billetes que no se gastar¨¢n -a diferencia de lo que ocurre con los dem¨®cratas- hasta el pr¨®ximo verano.
Bush es vulnerable, pero si las elecciones se celebraran ahora, probablemente las ganar¨ªa. Los dem¨®cratas preparan el campo de batalla porque las condiciones son ahora menos adversas, pero deben todav¨ªa encontrar un candidato que pueda y sepa ganar.
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