Pablo Nieto pone fin a la maldición
El madrile?o logra el primer triunfo de su carrera al imponerse por 22 milésimas de segundo a Héctor Barberá en los 125cc
Subió a lo más alto del podio dando brincos, abrazado a una bandera espa?ola. Colocó el casco en el suelo, se arrodilló, lo bésó, elevó los brazos al cielo, dio pu?etazos al aire, lloró. Cinco a?os llevaba Pablo Nieto buscando ese momento, atormentado por una maldición que le negaba una y otra vez la gloria. Había subido al podio, sí. En cinco ocasiones, concretamente. Pero nunca como ganador. Había sido una vez segundo y cuatro tercero. Siempre al borde. Ayer, en el Gran Premio de Portugal disputado en Estoril, logró por fin la victoria. Y lo hizo, además, en una sensacional carrera, que tuvo el epílogo so?ado cuando superó a Héctor Barberá en la mismísima línea de meta. Por 22 milésimas de segundo se resolvió la prueba de 125cc, en la que los espa?oles tuvieron un protagonismo apabullante.
Cuando su hijo superó en el último metro a Barberá, ?ngel Nieto enloqueció. Dio la sensación de que ninguna de sus 90 victorias le emocionó tanto como la de Pablo. Diecinueve a?os, un mes y dos días habían pasado desde que ?ngel lograra el último triunfo de su impresionante carrera, que llegó en Silverstone (Inglaterra). Ayer, por fin, su hijo recogió la herencia.
De nada sirvió la primera salida de la prueba, porque un accidente en el que se vio involucrado el japonés Youichi Ui obligó a repetir aquélla. Pablo arrancó desde la segunda línea de la parrilla, desde el quinto puesto. En los primeros compases perdió algunas posiciones, pero se mantuvo en el pelotón principal. Un pelotón donde había atasco, donde hasta 11 corredores buscaban coger sitio. Lo consiguió el líder del Mundial, Dani Pedrosa, que en la segunda vuelta alcanzó la primera plaza. Demasiada gente rodeaba a Pedrosa. Tipos como el sanmarinés De Angelis o el italiano Stéfano Perugini, poco dispuestos que el barcelonés pusiera tierra de por medio ya no en la carrera sino, lo que es más importante, en la lucha por el título.
Así que Pedrosa optó por no asumir riesgos entre tanta multitud. Fue rebasado por sus dos rivales directos y por Héctor Barberá, que en la décima vuelta cogió la cabeza. No se sabe bien cómo pudo llegar hasta allí el ni?o entre los ni?os (16 a?os le contemplan) cuando en la parrilla de salida estaba situado en el puesto 22.
El grupo se fue disgregando. Sin dejarse notar, Pablo Nieto fue asomándose a los puestos de arriba. En la vuelta 13, la carrera ense?aba el siguiente panorama: Barberá, primero; Pedrosa, segundo y Pablo, tercero. Se cayó entonces Perugini, lo que aclaró definitivamente el panorama. Logró De Angelis contactar con los tres espa?oles y se produjo la escapada definitiva. Desde el muro avisaron a Pedrosa con el cartelón correspondiente: "Per [de Perugini], K.O.", rezaba aquél.
El cielo se le abrió al corredor barcelonés, que acababa de ver cómo su prinicipal rival desaparecía de la escena. Nieto y Barberá se peleaban por el primer puesto, con De Angelis al acecho. Incluso en una de las curvas de la vuelta 19, a cuatro del final, llegaron a circular en paralelo, a escasos centímetros una máquina de la otra.
Pedrosa decidió no entrar en la batalla, no arriesgarse a una caída, lo que impidió que se formara un podio cien por ciento espa?ol. Su cuarto puesto, sin Perugini, le disparaba en la clasificación general, en la que ya son 38 los puntos que le saca al italiano. A degüello iban Pablo y Héctor, Nieto y Pedrosa. Llegó aquél el primero a la última vuelta, pero Barberá respondió y pasó el primero por la curva anterior a la meta. Fue allí donde Pablo Nieto apretó los dientes, se abrió hacia su derecha, estiró el cuello y pareció estirar la moto para cruzar la línea en primer lugar, 22 milésimas de segundo por delante de un enorme Barberá, que sólo claudicó ante un tipo que se quitó por fin de encima la pesada carga de ser hijo de un se?or que hizo lo que él hizo ayer en 90 ocasiones.
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