Una Iglesia sin bancos ni cajas de ahorro
Nadie nos impide so?ar, aunque bien sabemos que los sue?os pocas veces se convierten en realidad. Hace d¨ªas, asistiendo como espectador a la lucha de intereses y de poder que se est¨¢ organizando en torno a Cajasur, he echado mi imaginaci¨®n a volar. La imaginaci¨®n, como sabemos, con frecuencia roza la utop¨ªa y la sobrepasa. Pero es hermoso so?ar y so?ar con utop¨ªas.
He so?ado con una iglesia muy sencilla... Una iglesia sin bancos y cajas de ahorro. Una iglesia libre para andar por el mundo, libre para orientar y denunciar. Sin miedo a perder nada, porque no hay nada que perder. Una iglesia con todos sus inmensos bienes patrimoniales abiertos gratuitamente a la humanidad, sin distinci¨®n de razas. Una iglesia sin t¨ªtulos aparatosos, sin dignidades y ropajes trasnochados. Una iglesia sin grandes ceremonias que deslumbran. Una iglesia cerca del hombre que sufre; con todos sus recursos econ¨®micos y de personal puestos a disposici¨®n de las grandes lacras de la humanidad: el hambre, la marginaci¨®n a todos los niveles, el paro... Una iglesia servidora, sin imposiciones y dogmatismos, abierta al di¨¢logo, a la escucha, sabedora de que la verdad no es patrimonio de nadie. Finalmente, he so?ado con una iglesia pobre. Y me he preguntado, ?es posible que alg¨²n d¨ªa la iglesia sea pobre? ?Es posible que, alg¨²n d¨ªa, la iglesia est¨¦ al nivel de las clases m¨¢s populares?
Es bonito so?ar. Jes¨²s fue un so?ador, un hombre lleno de proyectos ut¨®picos. ?l crey¨® que el hombre pod¨ªa llegar a dominar su af¨¢n de riqueza, de poder, de ser m¨¢s... ?l crey¨® que el hombre puede alcanzar su plenitud de ser humano cuando sea capaz de amar, de servir, de olvidarse de si...
Todo esto vino a mi cabeza con motivo de la solemne ceremonia celebrada, en fecha no muy lejana, en la Catedral de Sevilla, con motivo de las bodas de oro sacerdotales de Miguel Castillejo Gorraiz, presidente del consejo de administraci¨®n de Cajasur.
Era todo tan distinto, tan opuesto a la utop¨ªa de Jes¨²s. All¨ª la opci¨®n por el poder, por el dinero, por la imagen..., estaban patentes. La iglesia que all¨ª aparec¨ªa era una iglesia rica, del lado de los poderosos de este mundo. Una iglesia sin libertad para gritar el Evangelio. Una iglesia esclava, vieja, anquilosada en el tiempo... Una iglesia sin nada nuevo que aportar a este mundo. Sus proyectos y motivaciones eran muy parecidos a los que se estilan por el mundo.
?Ojal¨¢ que este espect¨¢culo de poder y fuerza sea el ¨²ltimo! ?Ojal¨¢ y vuelva a nosotros la frescura del Evangelio! ?Ojal¨¢ que Jes¨²s comience a ser alguien m¨¢s que un bello recuerdo! ?Ojal¨¢ y se vuelva a la sencillez de los primeros tiempos!
Nuestro mundo necesita para seguir viviendo otros valores: la misericordia, la honestidad, la solidaridad, la gratuidad, el amor... Y, aunque no lo parezca, necesita personas que a¨²n crean en la utop¨ªa. Jes¨²s so?¨® con la utop¨ªa.
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