Misteriosa reforma
El tema que m¨¢s dar¨¢ que hablar durante los pr¨®ximos meses en Andaluc¨ªa fue un asunto que apareci¨® por sorpresa en un debate del estado de la regi¨®n, hace algo m¨¢s de dos a?os, sin que, aparentemente, hubiera ninguna discusi¨®n previa: los diputados socialistas s¨®lo ten¨ªan la consigna de aplaudir fervorosamente cuando Manuel Chaves hiciera referencia a la reforma del Estatuto andaluz y la vinculara a la segunda modernizaci¨®n, sin que nadie haya explicado todav¨ªa qu¨¦ partes del Estatuto son las que frenan nuestro desarrollo.
?Es nuestro Estatuto el que impide que Chaves pueda cumplir su promesa de, en el plazo de 18 a?os, situar a Andaluc¨ªa entre las 20 primeras regiones europeas, saltando por encima no s¨®lo del resto de las regiones espa?olas sino de N¨²remberg, Amberes, Friburgo, Dusseldorf, Hannover, Berl¨ªn, Luxemburgo o Dinamarca?
Sorprende que sea necesario reformar nuestro Estatuto cuando, m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s de su promulgaci¨®n, a¨²n no se ha aplicado por completo y todav¨ªa quedan leyes que desarrollar para su completo cumplimiento. Es cierto que el Estatuto tiene importantes lagunas, pero, hasta el momento, no ha sido dif¨ªcil encontrar atajos legales que llenen los vac¨ªos, como el que, por ejemplo, permite al presidente de la Junta adelantar las elecciones auton¨®micas.
En cualquier caso, la iniciativa no parece demasiado oportuna en las actuales circunstancias: en v¨ªsperas de unas elecciones legislativas, de las auton¨®micas de Catalu?a y Andaluc¨ªa y mientras se calienta el debate -que cada d¨ªa es m¨¢s bronco- del plan Ibarretxe.
En su reuni¨®n de Santillana, el PSOE ha desplegado dos propuestas muy razonables: la conversi¨®n del Senado en C¨¢mara auton¨®mica y la participaci¨®n de las comunidades en el di¨¢logo con Europa. Lo que no se entiende es que sea necesario el cambio de los estatutos para "afrontar los problemas de la inseguridad y de la vivienda", como afirma Maragall, o la convergencia con Europa, como pretende Chaves.
Convertir una reforma en elemento de confrontaci¨®n garantiza su fracaso o, al menos, su aplazamiento. Para la reforma del Estatuto se necesita un amplio consenso en el que resulta imprescindible la colaboraci¨®n del PP. Es conocido el fundamentalismo -propio de un converso- que viene profesando Aznar en los ¨²ltimos a?os y que le hace contemplar nuestra Constituci¨®n y nuestros estatutos como normas inmutables.
Reivindicar en estas circunstancias la reforma del Estatuto andaluz es in¨²til, adem¨¢s de innecesario. ?Me tendr¨ªan por mal pensado si les digo que m¨¢s bien parece una jugada preelectoral que pretender¨ªa revivir lo ocurrido en 1980, cuando la derecha se autoconden¨® al ostracismo al oponerse a que Andaluc¨ªa fuera una autonom¨ªa de v¨ªa r¨¢pida? Si no, ?por qu¨¦ aplazar m¨¢s de dos a?os este debate para reabrirlo, precisamente, en v¨ªsperas electorales?
Esta jugada puede reforzar al PSOE-A en las auton¨®micas andaluzas y catalanas. Pero puede terminar de hundir a Zapatero, que se convertir¨ªa en un blanco f¨¢cil de los dardos del PP en su cruzada por la unidad de Espa?a.
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