Si Camps quiere
Hubo un gobierno espa?ol que nombr¨® ministro de Marina a un se?or que nunca hab¨ªa visto el mar. Los brit¨¢nicos se olieron algo y enviaron aqu¨ª a su mejor agente 007 del momento. No hall¨® nada m¨¢s que absurdo. Tanto, que necesario es aclarar que la tal historia fue producto de la imaginaci¨®n del novelista sat¨ªrico W. Fern¨¢ndez Fl¨®rez; el cual no se excedi¨® en la caricatura.
Hoy tenemos un Plan Hidrol¨®gico Nacional de cuyos resultados ciertos s¨®lo se sabe que quien diga no, es antipatriota y, por supuesto, "antivalencian¨ªsimo". Obra ecol¨®gicamente fara¨®nica, a su lado el AVE Madrid-Barcelona es una barbacoa de patio trasero en una ciudad sin ¨¢rboles. Y ya ven: ese AVE est¨¢ embarrancado. La naturaleza es muy borde y hay ejemplos recientes. Los rusos, haci¨¦ndole una gracia a Egipto, manipularon el Nilo y surgi¨® la gigantesca presa de Asu¨¢n. A?os han pasado y todav¨ªa se dice que los inconvenientes superan las ventajas. Sobre el mar de Aral no hay dudas. Acaso el mayor desastre ecol¨®gico del planeta desde que un b¨®lido extraterrestre causara la extinci¨®n de los dinosaurios. M¨¢s grande que la suma de Catalu?a y Arag¨®n, los rusos lo han convertido en tierra ¨¢rida. Quer¨ªan inundar el mundo de algod¨®n. Encrucijada: pol¨ªticos o tecn¨®cratas. Pues pol¨ªticos y tecn¨®cratas no puede ser. Demasiadas cuerdas para un viol¨ªn. Lo que de hecho ocurre, a menudo, es que el tecn¨®crata quiere ser pol¨ªtico y el pol¨ªtico tecn¨®crata.
Luego est¨¢n, en tierra de todos, los bur¨®cratas. Ni son pol¨ªticos ni verdaderos tecn¨®cratas. Son entendidos. Antes de llegar a Camps y V¨ªctor Campos, aclaremos. El conseller de Sanidad, Vicente Rambla, quiere que todos los valencianos de los cuarenta en arriba, pasen una revisi¨®n m¨¦dica anual a cargo de la Seguridad Social. ?Otro ministro de Marina que no ha visto el mar? ?Un tecn¨®crata, pero del campo de la econom¨ªa? ?Un mero entendido? Pues nada de eso o no necesariamente. No estando ya en la ¨¦poca de Ernest Lluch (buen economista torpedeado en Sanidad) el se?or Rambla puede acceder con garant¨ªas al precio de un chequeo, euro arriba, euro abajo. Multipl¨ªquese por el n¨²mero de cuarentones valencianos y nos sale el coste aproximado de ese chequeo semiuniversal. ?Luego? Prevenir es mejor que curar, nos dicen. De caj¨®n. ?El montante de la prevenci¨®n que propone Rambla? Aqu¨ª hay casi unanimidad tecnocr¨¢tica. No s¨®lo se gana salud con la prevenci¨®n, sino que se ahorra dinero. Una cama de hospital y meses o a?os de cuidados. Resulta oneroso, tanto que echadas las cuentas, el plan puede ser factible y muy conveniente en todos los aspectos. Y aqu¨ª no hay tecnocracia con la que darse de bruces. La posible oposici¨®n de algunas grandes farmac¨¦uticas acabar¨ªa cediendo ante el poder pol¨ªtico, que no est¨¢ tan desvalido como nos lo pintan. Sobre todo en una autonom¨ªa con las competencias sanitarias transferidas.
De momento, m¨¢s que la tecnocracia es de temer la burocracia. La alta y media burocracia, que por pereza, por razones ideol¨®gicas o por pura rigidez e inmovilismo, dificulte e incluso haga imposible la realizaci¨®n de un proyecto. Todo puede valer, desde la invocaci¨®n a leyes inoperantes y que ya no vienen a cuento, el extrav¨ªo de un expediente, la dilaci¨®n de la comparecencia y el Cristo de lo Faroles. Con raz¨®n Lenin tem¨ªa m¨¢s a la alta y media burocracia que a cualquier otro enemigo. La barrer¨¢n las m¨¢quinas, pero ¨¦stas son tecnocracia y nos habremos salido de una plaga para caer en otra. Pero huyamos del pesimismo excesivo, ya que el suicidio no es la soluci¨®n a la muerte. Pongamos un ejemplo que viene al dedo y cuya soluci¨®n est¨¢ en manos de Francisco Camps y de V¨ªctor Campos. Lo abordamos, ya en otro art¨ªculo desde una perspectiva algo diferente.
Hay unos seis mil interinos en la Administraci¨®n General de la Generalitat. ?C¨®mo as¨ª? El gobierno auton¨®mico ha ido adquiriendo competencias, pero sin que ello fuese acompa?ado de las plazas fijas necesarias para desempe?arlas. Fueron cubiertas por interinos. Hombre, muchas grandes empresas lo hacen peor. ?Crisis? Gente a la calle y m¨¢s m¨¢quinas que las suplan. Con ventaja aparente, porque si bien aumenta con eso la productividad, el consumo se resiente y si el mercado se fundamenta en el consumo interno, como en Estados Unidos, las m¨¢quinas acabar¨¢n produciendo y destruyendo, produciendo y destruyendo. Pero nos vamos por los arrabales. Aqu¨ª se ha producido una acumulaci¨®n de interinos, que, ya se sabe, tienen un pie en la calle y el otro coreico de puros nervios. Muchos de estos seres humanos llevan as¨ª diez o m¨¢s a?os, que bastar¨ªa con muchos menos para cerrarles las puertas del mercado laboral, el gran bazar que a los 35 a?os te ve cono Matusal¨¦n.
Ahora bien, Camps y Campos parecen predispuestos a solucionar tan dolorosa fatiga. Creo a Camps porque le conozco y me constan sus buenas intencione; lamentar¨ªa profundamente que se empe?ara en hacernos cambiar de opini¨®n. De V¨ªctor Campos tenemos buenas referencias y ojal¨¢ las veamos confirmadas con el paso del tiempo. Pero el sindicato, por su parte, pretende fervientemente hablar con ellos. No parece que los bur¨®cratas que est¨¢n negociando el asunto quieran hacer la pu?eta, pero que si la ley tal, que si el concurso oposici¨®n y no el extraordinario en el procedimiento. Atrincherados as¨ª, los plazos ya previstos pueden eternizarse y las condiciones para el interino, endurecerse. Es l¨®gico que el ej¨¦rcito de los empleados por caridad (escalofr¨ªos produce decirlo) pidan una soluci¨®n pol¨ªtica, no t¨¦cnica; para ser m¨¢s exactos, burocr¨¢tica. Si la pol¨ªtica no es d¨²ctil y maleable cuando as¨ª lo pida a gritos la justicia, estamos en la antesala de la tecnocracia, la burocracia.
El ejemplo es perfecto. La pol¨ªtica debe tener, tiene recursos para imponerse a la tiran¨ªa de la mentalidad burocr¨¢tica. Bien lo sab¨ªa Cervantes. Cuando hicieron gobernador de la ¨ªnsula a Sancho le dio entre otros el siguiente consejo: ante la menor duda, incl¨ªnate del lado m¨¢s d¨¦bil. No hay necesidad aqu¨ª de se?alar al d¨¦bil con la punta del dedo. La soluci¨®n est¨¢ en manos de Camps y Campos.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.