Serrano Su?er y la sombra de la represi¨®n franquista
Muchas cosas buenas pasaron en la vida de Ram¨®n Serrano Su?er en octubre de 1940. Franco lo nombr¨® el 16 de ese mes ministro de Asuntos Exteriores. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, como estreno majestuoso de su nuevo cargo, recibi¨® en Madrid con todos los honores y parafernalia fascista a Heinrich Himmler, el arquitecto de las SS y jefe del entramado policial nazi. El 23 de octubre acudi¨® con Franco al encuentro hist¨®rico con Hitler en Hendaya. Serrano Su?er estaba en el cenit de su poder y gloria. Ministro de la Gobernaci¨®n desde enero de 1938, un cargo que en realidad no abandon¨® hasta mayo de 1941, jefe de la Junta Pol¨ªtica de la entonces poderosa Falange y ministro de Asuntos Exteriores. ?se es el Serrano Su?er que se ha rememorado ahora con motivo de su muerte. Un ilustre estadista, que desapareci¨® de la vida p¨²blica tras su destituci¨®n como ministro de Asuntos Exteriores en septiembre de 1942 y que, lejos ya del mundanal ruido de las maquinaciones pol¨ªticas, incluso escrib¨ªa de vez en cuando a Franco para que liberalizara el r¨¦gimen.
Hay otras historias, sin embargo, que tambi¨¦n pueden recordarse. Himmler visit¨® Madrid en octubre de 1940 para preparar las medidas de seguridad del encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya. Pero, tambi¨¦n, como ha contado Paul Preston, para sellar una mayor colaboraci¨®n entre la Gestapo y las fuerzas de la polic¨ªa franquista. La invasi¨®n de Francia por parte de las tropas alemanas, iniciada el 10 de mayo de ese mismo a?o, hab¨ªa permitido la captura de miles de republicanos espa?oles refugiados en territorio franc¨¦s desde la conquista de Catalu?a por las tropas de Franco y el final de la Guerra Civil. Muchos, como se sabe, acabaron exterminados en campos de concentraci¨®n nazis. Algunos de los m¨¢s distinguidos, reclamados por el Ministerio de la Gobernaci¨®n, fueron entregados a las autoridades franquistas por la Gestapo y el r¨¦gimen de Vichy. El 21 de octubre, justo cuando Himmler estaba en Madrid, un juicio sumar¨ªsimo conden¨® a varios de ellos a muerte. En ese grupo estaba Juli¨¢n Zugazagoitia, ministro de la Gobernaci¨®n de la Rep¨²blica, ejecutado el 9 de noviembre. Unos d¨ªas antes, el 15 de octubre, hab¨ªa sido fusilado Llu¨ªs Companys, presidente de la Generalitat, acusado de "rebeli¨®n militar". Tambi¨¦n hab¨ªa sido entregado por esas fechas Joan Peir¨®, anarquista y ministro de Industria en el Gobierno de Largo Caballero, a quien la hora de la ejecuci¨®n le lleg¨® en julio de 1942. Los tres hab¨ªan denunciado sistem¨¢ticamente la brutal violencia del verano de 1936 en la zona republicana y hab¨ªan contribuido a salvar la vida de numerosos pol¨ªticos de la derecha y miembros del clero.
Serrano Su?er era en ese momento due?o total de la situaci¨®n y utiliz¨® sus buenas relaciones con Himmler y los dirigentes de la Gestapo para conseguir la identificaci¨®n y captura de esas autoridades de la Espa?a republicana, un asunto en el que tuvo una destacada actuaci¨®n Jos¨¦ F¨¦lix de Lequerica, embajador espa?ol en Vichy. No hac¨ªan falta tratados de extradici¨®n ni procedimientos legales. Los vencedores ajustaban cuentas con los vencidos bajo la impunidad que proporcionaba el dominio nazi de Europa y los mecanismos extraordinarios de terror sancionados y legitimados por las leyes de la dictadura franquista. La destrucci¨®n del vencido se convirti¨®, en efecto, en prioridad absoluta. No menos de 50.000 personas fueron ejecutadas en los diez a?os que siguieron al final oficial de la guerra el primero de abril de 1939, despu¨¦s de haber asesinado ya alrededor de 100.000 rojos durante la contienda. Medio mill¨®n de presos se amontonaban en las prisiones y campos de concentraci¨®n en 1939, una cifra que descendi¨® de forma continua en los a?os siguientes debido a las ejecuciones y a las numerosas muertes por enfermedades y desnutrici¨®n.
Con las fuentes disponibles, resulta muy dif¨ªcil rastrear de forma minuciosa la responsabilidad directa de Serrano Su?er, y de otros muchos dirigentes franquistas, en aquella violencia vengadora sobre la que se asent¨® la dictadura de Franco. En la imagen del pasado que ¨¦l evoc¨® en sus memorias, publicadas en 1977 con el significativo t¨ªtulo de Entre el silencio y la propaganda, la historia como fue, trat¨® de desvincularse de aquel terror y de los aspectos m¨¢s "impopulares" de la dictadura. Serrano Su?er, no obstante, estuvo all¨ª, en primera l¨ªnea, acumulando poder, en los a?os m¨¢s duros, cuando m¨¢s se humill¨®, tortur¨® y asesin¨®, en el momento en que se puso en marcha el sistema represivo procesal, con la Ley de Responsabilidades Pol¨ªticas, la Ley de Seguridad del Estado y la Ley de Represi¨®n de la Masoner¨ªa y el Comunismo. Defendi¨®, como Franco, la rendici¨®n incondicional de los rojos, sinti¨® fascinaci¨®n por las potencias fascistas y odi¨® a las democracias.
No es s¨®lo la "historia como fue", acicalada por Serrano Su?er y los vencedores, la que debe contarse. Es justo que ese periodo tan oneroso se convierta en campo de debate entre las diferentes versiones, con nuevas formas de aproximarse al pasado y libertad para confrontarlo.
Juli¨¢n Casanova es historiador, coordinador del libro Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco.
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