?Qu¨¦ raro es todo!
La conmemoraci¨®n de lo que se llama, en nuestro af¨¢n por abreviar, 11-S tuvo el prop¨®sito de insistir en la justificaci¨®n de su guerra global mediante la palabra terrorismo, que ha perdido su significado a fuerza de servir para todo. El mismo Aznar la convert¨ªa en disparate, en la C¨¢mara, al mezclar esa guerra global que anunciaba Bush con el terrorismo vasco, para el que no tengo apuro ninguno en emplear esa palabra. Los disparates pol¨ªticos se hacen concebibles cuando se tiene detr¨¢s un partido con vocaci¨®n de ¨²nico: lo va consiguiendo, y ayer se qued¨® solo y triunfante en la C¨¢mara para rechazar la anulaci¨®n de los procesos del franquismo: eso s¨ª fue terrorismo. Y as¨ª tap¨® otra vez el terror de Franco: es de noble y buena gente respetar a sus antepasados. Tanto que nos parece p¨¢lido lo del 11-S. En esto, todo tiempo pasado fue peor: las bombas at¨®micas sobre Jap¨®n, los campos de Hitler, la Alemania destruida; y la I Guerra Mundial, y las colonizaciones de todos los continentes. Lo que tiene Nueva York es la excepcionalidad hist¨®rica de que el pa¨ªs inmune dej¨® de serlo, en un suceso muy raro.
Ten¨ªa de raro, para un pasajero de los siglos como yo, de una profesi¨®n que le aproxima a todos los horrores de este mundo, algunas cosas que los cartesianos no entenderemos nunca. No entiendo que el hombre de la monta?a fuera capaz de montar, pagar y estudiar una operaci¨®n tan extraordinaria y exacta. No entiendo por qu¨¦ todos hacen entrevistas a ese terrible asesino y nosotros le buscamos despanzurrando pa¨ªses enteros sin encontrarle jam¨¢s; ni al otro sospechoso pero inocente Sadam, ni las armas que ten¨ªan. Y por qu¨¦ vamos buscando por el mundo c¨®mplices y apenas cazamos sospechosos; y a otros que s¨®lo lo son porque est¨¢n encerrados en las peores c¨¢rceles, que son sus jaulas.
Tambi¨¦n me pareci¨® asombroso que la censura funcionase en directo para algo imprevisto y para c¨¢maras no profesionales: c¨®mo se consegu¨ªa simult¨¢neamente el silencio, salvo voces filtradas , y se ocultaban todos los cad¨¢veres. Hay malas gentes que acusan al propio Bush y a los servicios de Sharon de haber provocado as¨ª algo para intervenir en la guerra del tercer mundo. No hay por qu¨¦ creerlos. Pero s¨ª escucharlos.
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