El puente de Blair
El papel de Gran Breta?a en el a?o de Irak se debe a una decisi¨®n estrat¨¦gica de mantenerse cerca de Washington. ?Ha valido la pena?
El 4 de septiembre del a?o pasado, The Guardian informaba de una conferencia de prensa de Tony Blair, en la que ¨¦ste hab¨ªa "preparado a Gran Breta?a para una guerra con el fin de derrocar a Sadam Husein del poder y afirm¨® que 'Irak es una verdadera y aut¨¦ntica amenaza para la seguridad de la regi¨®n y el resto del mundo". El primer ministro dijo, asimismo, que publicar¨¢ en las pr¨®ximas semanas un dossier que explicar¨¢ al pueblo brit¨¢nico el alcance de la amenaza que representa Irak".
Uno de sus predecesores, Harold Wilson, pronunci¨® en una ocasi¨®n la famosa frase de que "en pol¨ªtica, una semana es mucho tiempo". Sin embargo, en la historia, un a?o es muy poco. La historia seguir¨¢ todav¨ªa indecisa en su juicio mucho despu¨¦s de que Tony Blair siga los pasos de su jefe de prensa, Alastair Campbell, y salga por la famosa puerta negra del 10 de Downing Street. Pero ¨²ltimamente estamos sabiendo cada vez m¨¢s, y cada vez m¨¢s pronto, sobre lo que verdaderamente ocurri¨® tras las puertas negras del poder. Con el asombroso examen p¨²blico de los archivos de Downing Street para la investigaci¨®n de lord Hutton sobre la muerte de un experto brit¨¢nico en las armas de destrucci¨®n masiva de Sadam, m¨¢s la ayuda de una magn¨ªfica cosecha de "primeros esbozos hist¨®ricos" escritos por diversos periodistas y las noticias que nos llegan cada d¨ªa de Bagdad, no necesitamos esperar al informe de lord Hutton para emitir un juicio provisional sobre el a?o de Irak de Blair.
El a?o de Irak lleg¨® despu¨¦s del a?o del 11-S y la respuesta totalmente justificada en Afganist¨¢n. Blair irrumpi¨® en la nueva temporada pol¨ªtica con la vista puesta en Sadam por dos motivos. Primero, porque cre¨ªa que la combinaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva, Estados irresponsables y terrorismo constituye una de las grandes amenazas a la seguridad de nuestro tiempo. Y tiene raz¨®n. Cualquiera que lo discuta es tonto o deshonesto.
El Irak de Sadam no ten¨ªa por qu¨¦ figurar entre los lugares m¨¢s peligrosos del mundo: Corea del Norte estaba (y est¨¢) m¨¢s adelantada en el desarrollo de armas nucleares, Arabia Saud¨ª, nuestro aliado tradicional, ten¨ªa mucha m¨¢s relaci¨®n que Irak con Al Qaeda. Sin embargo, ning¨²n otro presidente en ejercicio hab¨ªa empleado armas qu¨ªmicas contra sus vecinos y su propio pueblo, y nadie hab¨ªa violado tantas resoluciones de la ONU sobre desarme. Adem¨¢s, el Estado de Sadam era una dictadura brutal, y Blair posee un fuerte instinto de intervenci¨®n humanitaria, digno de Gladstone.
A pesar de todo, si nos preguntamos si Gran Breta?a, por propia iniciativa, habr¨ªa colocado a Irak en el primer puesto de las prioridades internacionales, la respuesta es no. Lo hizo Estados Unidos. Y si nos preguntamos si, de ser otro pa¨ªs que no fuera Estados Unidos, nos habr¨ªamos sumado con tanta energ¨ªa, la respuesta vuelve a ser no. Porque el segundo motivo de que Blair concediera la m¨¢xima importancia a Irak fue su decisi¨®n consciente y estrat¨¦gica de permanecer al lado de Estados Unidos, independientemente de en qu¨¦ direcci¨®n le llevara la "guerra contra el terrorismo". Blair no cre¨ªa que fuera una alternativa a los v¨ªnculos de Gran Breta?a con Europa, sino la condici¨®n necesaria para que Gran Breta?a fuera un "puente" entre Europa y Estados Unidos. Una estrategia que desarroll¨® ya en los a?os de Clinton, inspir¨® su inesperada acogida a George W. Bush en 2001, se vio muy reforzada por los atentados del 11-S y ahora iba a enfrentarse a su prueba m¨¢s dif¨ªcil.
Numerosas conversaciones con la gente involucrada en los dos lados del Atl¨¢ntico me han convencido de que ¨¦sa fue la premisa de la que naci¨® todo lo dem¨¢s. Vimos, en su momento, que las iniciativas brit¨¢nica y estadounidense estaban ¨ªntimamente coordinadas. Ahora sabemos exactamente c¨®mo: la llamada telef¨®nica que realiz¨® Blair a Bush en verano, en la que, seg¨²n ha declarado a lord Hutton, acordaron "afrontar el problema de Sadam Husein", y el correo interno enviado por Alastair Campbell -y que ahora se puede descargar de la fascinante p¨¢gina web creada para la investigaci¨®n de Hutton, http://www.the-hutton-inquiry.org.uk- y que dec¨ªa: "Re el dossier, reelaboraci¨®n sustancial con JS
[John Scarlett, jefe del Comit¨¦ Conjunto de los servicios de informaci¨®n brit¨¢nicos] y Julian M como encargados, JS lo llevar¨¢ a US el pr¨®ximo viernes y estar¨¢ corregido el lunes posterior". Es decir, despu¨¦s del fin de semana en Estados Unidos.
Ahora bien, esta decisi¨®n tan brit¨¢nica significaba engancharse al carro de otra persona. No pod¨ªamos decidir la trayectoria, s¨®lo -de vez en cuando, quiz¨¢- ajustar un poco la direcci¨®n con un susurro al o¨ªdo del conductor. Salvo que George W. Bush "la hab¨ªa emprendido" con Irak por razones personales, muy diversas, y con otros muchos que le susurraban al o¨ªdo.
Muchos lectores considerar¨¢n la decisi¨®n estrat¨¦gica y consciente de Blair gravemente equivocada. Yo no. A Gran Breta?a, permanecer junto a Estados Unidos le beneficia a largo plazo. Y tanto a Europa como al mundo les beneficia a largo plazo que este internacionalista liberal de habla inglesa, hoy enormemente popular en Estados Unidos ("Blair for president"), argumente en favor del multilateralismo atlantista en un Washington que es mucho m¨¢s que una mera camarilla de neoconservadores unilateralistas. Europa nunca podr¨¢ construir un orden internacional liberal en contra de Estados Unidos. Por tanto, es una decisi¨®n estrat¨¦gica defendible.
Sin embargo, el coste ha sido tan enorme que corre el peligro de menoscabar precisamente el objetivo que persegu¨ªa. La culpa de ello no es totalmente de Tony Blair. Supongamos que los estadounidenses hubieran encontrado en Irak grandes cantidades de armas de destrucci¨®n masiva y a Sadam Husein. Supongamos que Rumsfeld hubiera hecho caso a sus generales sobre el volumen de tropas necesario para la ocupaci¨®n y el Departamento de Estado hubiera podido dirigir el protectorado de forma m¨¢s delicada, tal como se preparaba para hacerlo. Es mucha suposici¨®n, ya lo s¨¦. Pero, con las pruebas de las que, al parecer, dispon¨ªa hace un a?o, Blair no pod¨ªa prever que, cinco meses despu¨¦s de la ca¨ªda de Sadam, todav¨ªa no iban a haberse encontrado las armas de destrucci¨®n masiva. Como no pod¨ªa predecir que Estados Unidos iba a convertir la ocupaci¨®n de posguerra en un caos tal que Irak volver¨ªa a convertirse en "una verdadera y aut¨¦ntica amenaza para la seguridad de la regi¨®n y el resto del mundo".
Eso s¨ª, con la ventaja que da la experiencia, podemos ver que Blair cometi¨® dos grandes errores t¨¢cticos. Primero, sus prisas por defender sus acciones con el argumento de las armas de destrucci¨®n masiva y recurrir a los servicios de informaci¨®n como principal baza. Es evidente que le ha salido el tiro por la culata, incluso en sus relaciones con Washington, dado que el Gobierno de Bush ha recibido grandes cr¨ªticas por una afirmaci¨®n dudosa, hecha en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n, que se basaba en informaciones brit¨¢nicas. Habr¨ªa convenido mostrarse m¨¢s discretos. En segundo lugar, est¨¢ su fracaso a la hora de incorporar a Francia o Alemania a su estrategia transatl¨¢ntica o convencer al Gobierno de Bush de que era necesario incorporarlos. Los futuros historiadores podr¨¢n comparar el tiempo que el primer ministro y sus principales asesores dedicaron a esa tarea, el pasado oto?o, con el que dedicaron a las informaciones de los servicios de espionaje y la labor de pasillos en Washington. Me imagino que la proporci¨®n ser¨¢ de 20 a 80.
El resultado es que Blair tiene ahora unos magn¨ªficos lazos con Estados Unidos y unas relaciones crispadas con Europa. Y ¨¦ste es el primer ministro que lleg¨® al poder decidido, sobre todo, a colocar a Gran Breta?a en el lugar que le corresponde dentro de Europa. Adem¨¢s, con todo lo que le ha debilitado en su propio pa¨ªs el a?o de Irak, es muy dif¨ªcil imaginar que vaya a poder hacer, antes de las pr¨®ximas elecciones, lo que servir¨ªa para afianzar definitivamente los v¨ªnculos de la isla con Europa: incorporar a Gran Breta?a al euro. ?Y de qu¨¦ sirve un puente que s¨®lo est¨¢ fijado a una orilla?
Una conclusi¨®n posible de todo esto es que la estrategia de Blair est¨¢ equivocada, sencillamente: Gran Breta?a tiene que escoger entre Europa y Estados Unidos. Otra es que la estrategia, en s¨ª, es acertada, pero mucho m¨¢s dif¨ªcil de llevar a la pr¨¢ctica de lo que ¨¦l esperaba. Ahora, los que opinamos as¨ª tenemos que demostrar por qu¨¦ y c¨®mo es posible todav¨ªa conseguirlo.
?Timothy Garton Ash 2003.
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