Llega el tiempo del Sur
Este verano hemos sabido por la ministra de Medio Ambiente que Pujol le pidi¨® aplazar la ejecuci¨®n del trasvase del Ebro hasta pasadas las elecciones porque, seg¨²n ha explicado el propio peticionario, ahora no est¨¢n los tiempos para reflexiones sosegadas al respecto. ?Despu¨¦s de tanto tiempo pensando que la antesala de las elecciones es precisamente el momento ideal para fijar con claridad las posiciones sobre los asuntos de inter¨¦s! Es muy penoso, para todos, que el ya casi ex presidente haya acabado as¨ª. Pero se ve¨ªa venir desde que el asunto del trasvase del PP y CiU comenz¨®, tres a?os atr¨¢s.
Avanzado el verano de 2000, el 31 de agosto la prensa adelantaba con detalle los prop¨®sitos del Gobierno del PP para el Ebro: el trasvase de m¨¢s de 1.000 hect¨®metros c¨²bicos de agua al a?o. De ¨¦stos, casi 200 se dirigir¨ªan al ¨¢rea de Barcelona y el resto hacia el Sur, hasta Almer¨ªa. La reacci¨®n del Gobierno catal¨¢n fue inmediata: el mismo d¨ªa Felip Puig, entonces consejero de Medio Ambiente, mostr¨® su satisfacci¨®n con las caracter¨ªsticas generales del trasvase. Sin embargo, ped¨ªa aumentar la cantidad de agua trasvasada, para que se pudiesen llevar un total de 350 hect¨®metros c¨²bicos hacia el Norte. Trasvase del Ebro s¨ª, pero con m¨¢s agua. Tres semanas despu¨¦s, el 21 de septiembre, Artur Mas, entonces consejero de Econom¨ªa, presidi¨® la presentaci¨®n del Anuario Comarcal 2000 de Caixa Catalunya en el Auditorio Felip Pedrell de Tortosa. En su intervenci¨®n, Artur Mas fue muy contundente en su recomendaci¨®n a las gentes del sur de Catalu?a: ante los planes de trasvase del Ebro no tocaba oposici¨®n, sino negociaci¨®n de compensaciones.
La Catalu?a perif¨¦rica se ha hecho mayor de edad y sus territorios deben poder expresarse con voz propia
Sin ser nacionalista de ra¨ªz, las tierras del Ebro han sido uno de los territorios perif¨¦ricos donde mejor ha penetrado el mito nacionalista: el de una Catalu?a aut¨¦ntica, la perif¨¦rica, defendida de la expansi¨®n voraz de una Catalu?a adulterada, la metropolitana. En las primeras elecciones auton¨®micas de 1980, CiU obtuvo el 16% de los votos en las tierras del Ebro, muy por debajo de su 28% global de Catalu?a. En cambio, en las auton¨®micas de 1999 CiU obtuvo casi el 48% en la regi¨®n, 10 puntos por encima de su porcentaje global para Catalu?a.
Pero en ese final del verano de 2000 algo comenz¨® a romperse entre el Gobierno nacionalista y las tierras del Ebro. Quebr¨® el mito de la defensa del territorio. En los meses siguientes se acentu¨® el desencuentro, cuyo punto culminante fue la votaci¨®n de CiU en el Congreso a favor del trasvase, ante la evidencia de que cualquier actitud diferente llevar¨ªa al PP a dejar a CiU en minor¨ªa en el Parlament. Pujol tuvo que elegir entre o bien avalar el trasvase en Madrid o bien defender los intereses de las tierras del Ebro, o sea, de Catalu?a. Y eligi¨® avalar el trasvase porque esto le permit¨ªa conservar el gobierno de la Generalitat. La entrega del Ebro a cambio de la permanencia en el Gobierno marc¨® un punto de no retorno en el desencuentro entre CiU y las tierras del Ebro.
El nacionalismo catal¨¢n no ha comprendido el cambio que han experimentado los territorios perif¨¦ricos, de los cuales las tierras del Ebro son un claro exponente. Cuando Artur Mas recomendaba en Tortosa la resignaci¨®n ante el trasvase y la negociaci¨®n de compensaciones, con un estilo de pol¨ªtica propio de los a?os ochenta, no hab¨ªa percibido que las gentes del territorio han asumido que el desarrollo econ¨®mico y social no puede basarse en compensaciones y en subvenciones. Por el contrario, ha prendido la idea de aprovechar las potencialidades propias: la realidad tangible de las ventajas comparativas, como la agricultura de calidad y productiva, la industria ligera, los servicios profesionales a la peque?a empresa, la riqueza y variedad medioambiental.
El Gobierno de CiU tampoco ha comprendido el sentido de la propuesta para organizar institucionalmente la regi¨®n de las tierras del Ebro, tanto como instrumento de vertebraci¨®n interna como de articulaci¨®n con el resto de Catalu?a. Existe la esperanza de que, por fin, exista un entorno institucional en el que los agentes econ¨®micos y sociales se impliquen en el dise?o y aplicaci¨®n de las estrategias de desarrollo, para solucionar sus problemas y hacer viables sus oportunidades. La respuesta del Gobierno ha sido crear delegaciones de la Generalitat y designar a los correspondientes delegados gubernativos, que representan la voz del Gobierno en el territorio. Sin embargo, de lo que se trata no es de poner voces del Gobierno sobre el territorio, sino de conseguir que ¨¦ste tenga su voz propia que le represente ante el Gobierno de la Generalitat, para poder por fin dialogar sobre qu¨¦ pueden aportar las tierras del Ebro a Catalu?a y qu¨¦ tienen derecho a esperar de ¨¦sta.
El centralismo interior en la pol¨ªtica catalana ha sido excesivo, como tambi¨¦n lo ha sido el intento de soslayar la pluralidad de intereses y, por tanto, de potenciales conflictos territoriales que Catalu?a contiene en su seno, como cualquier otro pa¨ªs. Es hora de reconocer la pluralidad territorial, nuestro federalismo interior, para estar en mejores condiciones de resolver los conflictos. La Catalu?a perif¨¦rica se ha hecho mayor de edad y sus territorios deben poder expresar con su propia voz sus inquietudes y sus anhelos. Porque el cors¨¦ de la uniformidad ha saltado por los aires y el mito de la defensa paternal del territorio se ha desvanecido.
Germ¨¤ Bel es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Barcelona.
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