Tres veces Hamlet
Eimuntas Nekrosius, Calixto Bieito y Mauricio Celed¨®n presentan versiones muy personales de la obra de Shakespeare en Barcelona y en el Festival Iberoamericano de C¨¢diz.
Hamlet es probablemente la obra no c¨®mica m¨¢s veces puesta en escena durante el siglo XX; su papel protagonista, el que mayor n¨²mero de actores desear¨ªa interpretar, y el mon¨®logo "ser o no ser", el fragmento teatral mejor arraigado en la memoria colectiva. Durante las pr¨®ximas semanas se van a representar en Espa?a tres versiones libres o lib¨¦rrimas de esta obra central del canon shakespeariano: la visual y violentamente antinaturalista que Eimuntas Nekrosius y la compa?¨ªa lituana Mano Fortas ponen en escena en el Teatre Nacional de Catalunya; la premiada y controvertida que Calixto Bieito trae al Romea de Barcelona, con actores brit¨¢nicos, y Amloii, montaje elaborado por el chilenofranc¨¦s Mauricio Celed¨®n (ex actor de Ariane Mnouchkine) con dos compa?¨ªas extreme?as. La costumbre de actualizar a Shakespeare -que algunos rechazan por moderna- data de mediados del siglo XVII, cuando la pr¨¢ctica totalidad de sus obras se mutilan, se espectacularizan, se reconducen hacia un final feliz: obedece a cambios sociales profundos, y a la desaparici¨®n de los teatros isabelinos. En los nuevos hubo que ilustrar el texto con una escenograf¨ªa compleja: el cambio que la invenci¨®n del teatro a la italiana oper¨® en los gustos del p¨²blico fue tan radical como el que se produjo dos siglos y medio despu¨¦s con el cinemat¨®grafo.
Una funci¨®n de Hamlet, la que protagoniz¨® Laurence Olivier en 1939 en el castillo de Elsinor, revel¨® al intuitivo irland¨¦s Tyrone Guthrie, director del Old Vic, que los cl¨¢sicos nunca ser¨¢n lo que un d¨ªa fueron si se escenifican a la italiana: cuando todo estaba listo para comenzar, cay¨® una tromba de agua y los actores decidieron hacer la representaci¨®n en un sal¨®n de un hotel pr¨®ximo, sin escenograf¨ªa, en contacto directo con el p¨²blico. El resultado fue excepcional. Despu¨¦s de esa noche, Guthrie se aplic¨® a poner en escena a Shakespeare en escenarios sin embocadura, con el p¨²blico rodeando tres de sus cuatro costados. Su trabajo influy¨® decisivamente a un jovencito llamado Peter Brook. Hasta ese d¨ªa, los directores brit¨¢nicos hab¨ªan trabajado dentro de par¨¢metros ilusionistas, y ensayado, todo lo m¨¢s, a romper algunas convenciones. Hamlet est¨¢ lleno de ellas. Desde 1772, decenas de actores han imitado la reacci¨®n de David Garrick ante la aparici¨®n del fantasma del rey: daba un paso atr¨¢s, con gesto espantado. Steven Berkoff lo parodi¨® con mucha gracia hace cinco a?os en Villain! En 1965, el director checo Otomar Krejca y el escen¨®grafo Josef Svoboda multiplicaban la imagen del espectro en un laberinto de escaleras y espejos. Una d¨¦cada despu¨¦s, Peter Zadek lo hac¨ªa aparecer entre una nube de humo... que sal¨ªa de una m¨¢quina manipulada a la vista del p¨²blico por los tramoyistas. La temporada pasada, Brook uni¨® el cielo y la tierra con un hilo de seda m¨¢gico: el fantasma atraves¨® la escena en diagonal, hasta ponerse a un metro de Hamlet; ¨¦ste lo interpel¨® dos veces, sin respuesta. Los dos se miraron de frente, en silencio; el padre tendi¨® lentamente el brazo hacia su hijo, ¨¦ste permaneci¨® cogido a ¨¦l por un momento y se fundieron en un abrazo hermoso y emocionante.
El pr¨ªncipe dan¨¦s es hijo de
muchas ¨¦pocas. En 1820, a?o en que se aboli¨® la esclavitud en el norte de Estados Unidos, lo interpret¨® por primera vez un actor negro en Nueva York. En 1899, Sara Bernhardt, que ten¨ªa 55 a?os, hizo de ¨¦l un joven l¨²cido y ambivalente. Gustav Gr¨¹ndgens, actor en el que Klaus Mann se inspir¨® para escribir Mephisto, se dibuj¨® a s¨ª mismo: un oportunista que al colaborar con el nuevo rey -con los nazis- se ve obligado a medir cada palabra, cada gesto. Stalin prohibi¨® que Hamlet se representara en la URSS. A la muerte del dictador, Nikol¨¢i Okhlopkov, heredero art¨ªstico de Meyerhold, lo hizo rebelarse "contra el r¨¦gimen tir¨¢nico". Pasada una d¨¦cada, Grigori Kozintsev cuenta que la esperanza se frustr¨®: al tirano Claudio lo sucede el tirano Fortimbr¨¢s, como Kruschev sucedi¨® a Stalin. El Hamlet rom¨¢ntico era melanc¨®lico o neur¨®tico. El de los a?os cincuenta, lector de Camus y de Sartre; el de Andrzej Wajda, metaf¨ªsico; el de Liubimov, m¨ªstico, y el ¨²ltimo de los cinco de Carmelo Bene, un Hamlet deconstruido, puramente musical.
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