El esca?o, para el que lo trabaja
El lamentable espect¨¢culo de los dos diputados desertores del grupo socialista de la Asamblea de Madrid y los numerosos incidentes en la elecci¨®n de alcaldes, con el estrambote de la moci¨®n de censura de Marbella, ha originado una reflexi¨®n colectiva, tanto en el mundo pol¨ªtico como en el jur¨ªdico, sobre la conveniencia de cambiar la tradicional forma de entender el mandato representativo. En general, se va abriendo camino la opini¨®n de abandonar la vieja idea de la relaci¨®n directa entre los ciudadanos y sus representantes para resaltar que el verdadero v¨ªnculo electoral se produce entre los ciudadanos y los partidos. Este mandato ideol¨®gico permitir¨ªa considerar que los partidos son los titulares de los esca?os, de donde podr¨ªan expulsar a todos los tr¨¢nsfugas que, seducidos por intereses inconfesables, pretendieran torcer la voluntad de los electores.
Aunque algunas de las propuestas que se han realizado en este sentido merecen el acertado calificativo de "inventos del TBO" que F¨¦lix Bay¨®n les ha dado, supongamos que el Tribunal Constitucional, como ha adelantado su Presidente, cambiara la jurisprudencia que fij¨® en su Sentencia 5/1983, caso Ayuntamiento de And¨²jar, y las Cortes aprobaran una Ley autorizando a los partidos para que pudieran sustituir a sus concejales cuando estimaran oportuno, de la misma forma que los entrenadores pueden cambiar a sus jugadores en medio de un encuentro. ?Qu¨¦ se adelantar¨ªa con ella? Nada en Marbella, donde Gil ni siquiera tendr¨ªa que haber organizado el rocambolesco pacto que ha logrado y hubiera conseguido lo mismo expulsando de su partido a Juli¨¢n Mu?oz. S¨ª que se hubieran resuelto las crisis de Algeciras y en ?cija, municipios en los que la actitud de dos concejales rebeldes condicionaron la elecci¨®n del alcalde.
Pero a cambio de esta ventaja (en dos Ayuntamientos sobre un total de 769) los inconvenientes que cabe imaginar para el mandato ideol¨®gico son mucho mayores porque ser¨ªa un factor clave en el problema m¨¢s relevante de la composici¨®n de los Ayuntamientos, que no son los tr¨¢nsfugas aislados, sino las actitudes colectivas, que van desde los pactos de ¨²ltima hora en contra del candidato m¨¢s votado por los ciudadanos (con Jerez y Estepona a la cabeza), hasta el incumplimiento local de los pactos alcanzados por los dirigentes regionales (as¨ª el acuerdo andaluz entre el PSOE e IU), sin olvidar las luchas y forcejeos dentro de la propia lista vencedora (Ja¨¦n y M¨¢laga como ejemplos m¨¢s visibles). Estos comportamientos, que afectan a un alto n¨²mero de Ayuntamientos andaluces, son los que transmiten a los ciudadanos la sensaci¨®n de que la pol¨ªtica municipal es un gran bazar en donde se negocia sin importar mucho no ya la coherencia ideol¨®gica y lo anunciado previamente en la campa?a electoral, sino un m¨ªnimo de pudor que deber¨ªa impedir a los pol¨ªticos ir variando en cada localidad la calificaci¨®n que atribuyen al mismo tipo de pactos seg¨²n les favorezca o les perjudique.
En este punto es donde pienso que ser¨ªa nefasto el mandato ideol¨®gico pues no es dif¨ªcil imaginar que con esa potente arma en las manos de los aparatos de los partidos los alcaldes de M¨¢laga y Ja¨¦n no hubieran logrado el equipo de gobierno que deseaban (por no pensar que a lo mejor a estas horas ni siquiera ser¨ªan concejales). Igualmente acuerdos aceptados y ratificados por los militantes de IU de Camas, Arahal, La Algaba y los otros 13 municipios en los que IU ha incumplido el pacto andaluz con el PSOE hubieran sido sustituidos por lo decidido desde las esferas superiores de este partido. Otro tanto podr¨ªamos decir de los seis incumplimientos del PSOE. Lejos de reforzar la democracia, si se sustituyera el ¨¢mbito natural de decisi¨®n pol¨ªtica de los Ayuntamientos, que no puede ser otro m¨¢s que el de cada municipio -porque en ellos se celebran las elecciones locales- por el ¨¢mbito de la Ejecutiva de cada partido, ahora estar¨ªamos criticando la vulneraci¨®n de la voluntad de los militantes locales por las ¨¦lites de los partidos, el reforzamiento de la ley de hierro de la oligarqu¨ªa, la minusvaloraci¨®n del voto ciudadano, etc¨¦tera.
Por tanto, si el problema principal de las elecciones locales es la falta de credibilidad de los pol¨ªticos, la opacidad con la que realizan sus pactos de gobierno y la imaginaci¨®n con la que interpretan la "voluntad" de los votantes, me parece que lo que habr¨ªa que buscar ser¨ªa una f¨®rmula que pusiera coto a este comportamiento, que no es el mandato ideol¨®gico, que lo que hace es trasladar el poder ¨²ltimo de decisi¨®n en los Ayuntamientos de unos pol¨ªticos (los concejales) a otros (los miembros del aparato). Como casi todo est¨¢ ya inventado en pol¨ªtica, basta echar un vistazo a nuestro alrededor para encontrar t¨¦cnicas (como la doble vuelta francesa o la uni¨®n de listas italiana) que consiguen ese prop¨®sito. Si no se quiere cambiar el sistema actual, ser¨ªa suficiente con introducir una disposici¨®n en la ley electoral que limitara las posibilidades de voto de los concejales en la elecci¨®n del alcalde a quienes hubieran anunciado antes de las elecciones. Esta f¨®rmula (que s¨®lo es un paso m¨¢s all¨¢ de la restricci¨®n legal que limita los candidatos a alcalde a los cabezas de lista), evitar¨ªa tanto el tr¨¢nsfuga individual como los acuerdos postelectorales sorprendentes y lograr¨ªa que cada votante pudiera prever con un m¨ªnimo de probabilidades los efectos de su voto. Claro que alguien podr¨ªa objetar que as¨ª se restringe el mandato representativo de los concejales. Y llevar¨ªa raz¨®n, pero tendr¨ªa que admitir que lo hace mucho menos que el mandato ideol¨®gico y de una forma bastante m¨¢s democr¨¢tica: favoreciendo la transparencia de los pactos preelectorales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.