El gran error
La detenci¨®n del presunto asesino de Sonia Carabantes -el brit¨¢nico Tony Alexander King, o Tony Bromwich, seg¨²n ha revelado la prensa brit¨¢nica que es su verdadero nombre- ha tenido el efecto de acabar con la incertidumbre e infundir un poco de tranquilidad en una poblaci¨®n fuertemente traumatizada por el crimen, en especial en la localidad malague?a de Co¨ªn, de donde era la v¨ªctima. Pero, al mismo tiempo, ha abierto un boquete tremendo en la credibilidad de la actuaci¨®n policial y del sistema judicial con motivo de la investigaci¨®n del asesinato de la joven Roc¨ªo Wanninkhof, cometido hace cuatro a?os en la localidad cercana de Mijas, y del que el presunto asesino de Sonia se ha confesado tambi¨¦n autor.
La acusada de aquel crimen, la vecina y amiga de la familia de la v¨ªctima Dolores V¨¢zquez, nunca admiti¨® su culpabilidad, ni ante la polic¨ªa, ni ante el juez instructor, ni ante el jurado que la conden¨® a 15 a?os de prisi¨®n. Pero eso es irrelevante en el proceso penal. Lo grave es que los indicios incriminatorios que condujeron a su detenci¨®n policial y luego a su inculpaci¨®n por el juez no eran tales indicios, ni eran pruebas las que provocaron el veredicto condenatorio del jurado en septiembre de 2001. Menos mal que el Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa y el Tribunal Supremo pararon a tiempo el disparate al anular un juicio en el que ni el jurado que emiti¨® el veredicto ni el juez profesional que redact¨® la sentencia argumentaron el porqu¨¦ de la condena.
El proceso a Dolores V¨¢zquez comienza a configurarse como un acto de venganza social, de la que han sido c¨®mplices tanto la justicia como una polic¨ªa fuertemente presionada para encontrar un culpable, y a la que han contribuido tambi¨¦n determinados tratamientos informativos. Una apreciaci¨®n social tan equivocada y un error judicial tan tremendo no se remedian s¨®lo con la reparaci¨®n -moral y material- a la que est¨¢ obligado el Estado o con el sobreseimiento de la causa anunciado por el ministerio fiscal. Exige acabar con mensajes, lanzados muchas veces desde los poderes p¨²blicos, que hacen creer a la poblaci¨®n que alguien es culpable simplemente porque la polic¨ªa lo detiene y no porque un tribunal as¨ª lo establezca en un juicio con garant¨ªas.
King se ha confesado autor de los asesinatos de Sonia Carabantes y Roc¨ªo Wanninkhof ante la polic¨ªa y el juez instructor, que lo ha enviado a prisi¨®n. Pero tampoco esa autoinculpaci¨®n basta por s¨ª sola para considerarle culpable ni ahorra al juez comprobarla y ver si es o no cierta. La prueba de ADN, obtenida de una prenda ¨ªntima en un registro de su domicilio con autorizaci¨®n judicial, y la veracidad ya comprobada de algunos extremos de su confesi¨®n apuntan a que en esta ocasi¨®n la polic¨ªa y la justicia van bien encaminadas. Pero lo sucedido con Dolores V¨¢zquez aconseja no adelantar tampoco el juicio social y medi¨¢tico sobre el definitivo de los tribunales.
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