Aire
Es como la libertad. Se nota su falta, se derrocha cuando se tiene. Si no lo tienes, vives con la mortificaci¨®n de la incertidumbre, c¨®mo se acaba, c¨®mo vuelve el aire que no respiras. Torrente Ballester, que hizo tantos t¨ªtulos extraordinarios, extrajo uno de la conversaci¨®n casual de dos obreros, en Salamanca: "D¨®nde queda eso", pregunt¨® el uno, y el otro respondi¨®: "Donde da la vuelta al aire". En Los gozos y las sombras ¨¦se es un t¨ªtulo central. ?D¨®nde da la vuelta el aire, d¨®nde se estanca? Respirar es la vida, y si no respiras no sabes qu¨¦ vale la vida. Los m¨¦dicos hablan de la calidad de la respiraci¨®n, y nadie sabe, si no sufre su falta, qu¨¦ es esa calidad: tener el aire libre en los pulmones, amanecer con la lujosa sensaci¨®n de respirar.
Ahora entras en un taxi y han enrarecido el aire, le ponen ambientadores, o la calefacci¨®n mata el aire, lo hace viscoso, artificial; el que tiene dificultades para respirar en ese ¨¢mbito abre la ventanilla, alarga su nariz sobre el cuello del taxista, busca la frescura natural de la calle, pero ah¨ª dentro est¨¢ el olor, el aire deja de ser el aire y se convierte en una combinaci¨®n agridulce de limones y de qu¨ªmica.
En la calle, mientras paseas, un hombre alienta con el humo de su cigarrillo el aire de la ma?ana, va feliz, es libre de fumar, y adem¨¢s en la calle, cree, nadie va a notar el efecto de la nicotina sobre las aceras. Pero alguna vez la nariz del que tiene el aire limitado por sus pulmones o por sus bronquios pasa a su lado, y el vapor del cigarrillo entra como una navaja barbera en la respiraci¨®n tenebrosa.
Despu¨¦s vas a un restaurante, empieza el oto?o de las comidas largas y calientes, y al final, c¨®mo no, los tres comensales que te son contiguos fuman y fuman largos y gruesos vegueros. Les explicas: es que, mire, mis pulmones... Siempre habr¨¢ alguien que te diga desde el fondo de su propio humo: "Mira, eso que tienes es psicosom¨¢tico...".
Hay un chiste famoso de Tony Leblanc que narra la angustia del padre que va explicando una y otra vez a su hijo qu¨¦ es un r¨ªo, "hasta que tanto me hart¨¦ que tir¨¦ el ni?o al agua". Dan ganas, cuando te dicen que el humo se va, que lo tuyo es psicosom¨¢tico, de meter a los que fuman a tu lado en una redoma donde s¨®lo haya humo, humo y humo. Acaso dejen de fumar a tu lado, porque lo suyo ya ser¨¢ tambi¨¦n psicosom¨¢tico.
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