El 'efecto domin¨®'
LA CONVOCATORIA OFICIAL de los comicios auton¨®micos madrile?os (26 de octubre) y catalanes (16 de noviembre) dio el banderazo de salida a la campa?a electoral no s¨®lo para los Parlamentos de ambas comunidades, sino tambi¨¦n para las Cortes Generales (marzo de 2004). Dentro de ese tupido semestre de llamamientos a las urnas queda a¨²n por despejar la inc¨®gnita de una cuarta cita: a menos que el presidente Chaves optase por adelantar algunas semanas las auton¨®micas andaluzas respecto a las legislativas, rompiendo as¨ª el precedente establecido en 1996 de hacerlas coincidir en la misma fecha, el calendario estar¨¢ marcado por esos tres domingos. Las elecciones al Parlamento de Estrasburgo, que se celebrar¨¢n junto al refer¨¦ndum de la Constituci¨®n europea el 13 de junio, ser¨¢n la coda de ese periodo y servir¨¢n, a lo sumo, de premio de consolaci¨®n a los derrotados en las legislativas.
?Cu¨¢l puede ser la influencia de los pr¨®ximos comicios madrile?os del 26 de octubre sobre las auton¨®micas catalanas del 16 de noviembre de 2003 y las elecciones legislativas de marzo de 2004?
Ese apretado cronograma invita a preguntarse acerca de la eventual influencia de las elecciones del 26-O sobre las dos citas siguientes; esto es, si se producir¨¢ o no el efecto domin¨® (la ca¨ªda de la ficha madrile?a arrastrar¨ªa a las dem¨¢s en la misma direcci¨®n) a lo largo de esa secuencia. Parece muy improbable que los resultados de Madrid influyan de manera apreciable sobre la convocatoria del 16-N en Catalu?a, singularizada por el mecanismo del voto dual (el diferente comportamiento de un sector del electorado seg¨²n cu¨¢l sea la dimensi¨®n auton¨®mica o estatal de la convocatoria) y el sistema de cinco partidos. Y ni siquiera es seguro que el 26-O pueda servir de base fiable para pronosticar los resultados de marzo de 2004.
La inexistencia de precedentes sobre elecciones repetidas cinco meses despu¨¦s de celebradas las anteriores dificultar¨¢ el trabajo de los expertos no s¨®lo para conjeturar los ¨ªndices de participaci¨®n en la convocatoria madrile?a, sino tambi¨¦n para distribuir la abstenci¨®n prevista seg¨²n las diferentes categor¨ªas (sexo, edad, estrato social, ideolog¨ªa, recuerdo de voto, etc¨¦tera) de la muestra. No ser¨¢ f¨¢cil que las ganas de castigar a los dirigentes de la Federaci¨®n Socialista Madrile?a (FSM), por sus conflictos internos y por haber incluido en su lista a los tr¨¢nsfugas Tamayo y S¨¢ez, puedan ser eficazmente contrarrestadas, entre los ciudadanos que votaron al PSOE el 26-M, por la indignaci¨®n ante las maniobras para arrebatar a Simancas la presidencia de la Comunidad. Pero tampoco es seguro que la falta de pruebas concluyentes -documentales o testimoniales- acerca de la responsabilidad de los populares en este oscuro caso de transfuguismo haga olvidar a los votantes el taimado boicoteo de la comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria y las sospechosas implicaciones en el asunto de constructores y abogados de esa militancia relacionados con el secretario general del PP en Madrid.
No acaban aqu¨ª los interrogantes: aunque un sector de antiguos votantes socialistas castigara el 26-O a la candidatura de la FSM, ?ser¨ªa id¨¦ntico su comportamiento en marzo con una lista del PSOE encabezada por Zapatero? No es disparatado suponer que Aznar design¨® sucesor a Rajoy bajo la influencia de las encuestas de intenci¨®n de voto muy favorables al PP del pasado verano; tal vez lleg¨® a la conclusi¨®n de que la desahogada ventaja de los populares en los sondeos le permit¨ªa escoger sin riesgo a un candidato presidencial con fama de buen gestor, acrisolada lealtad personal y poco conflictivo dentro del partido, a pesar de su previsible falta de tir¨®n electoral para enardecer a las masas en un mitin o traspasar las pantallas de televisi¨®n. Sin embargo, el papel desempe?ado en las modernas democracias por los medios de comunicaci¨®n -especialmente los audiovisuales- y el liderazgo partidista pueden deparar sorpresas: si las legislativas fuesen m¨¢s competidas de lo que hoy parece, no es seguro que Rajoy -necesitado todav¨ªa de leer o memorizar sus intervenciones p¨²blicas, incluidos los sarcasmos- llevase una clara ventaja a Zapatero como candidato.
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