Totalitarismo para todos
La Bienal de la se?ora de Rafael Blasco toca a su fin y nadie sabe c¨®mo ha sido ese evento invisible en calles y museos pero de mucho impacto monetario en seg¨²n qu¨¦ publicaciones medi¨¢ticas
Documentar
El pollo que le han montado a Julio Medem por su documental sobre Euskadi basta para mostrar lo dif¨ªcil que es tratar el asunto con ecuanimidad. La pintoresca ministra de Cultura poco menos que le salta a la yugular, aduciendo que hay asuntos en los que la neutralidad del observador colabora con lo peor de lo observado, mientras que Fernando Savater renuncia a su natural dicharachero y prefiere no aparecer en el proyecto de Medem, lo mismo que ETA y el PP. No es imprescindible haber visto la pel¨ªcula para defender el derecho a hacerla y a lograr que sea vista, y m¨¢s si algunos de los que han declinado su colaboraci¨®n fueron invitados a participar. Por lo mismo que se puede pensar que la exasperaci¨®n del nacionalismo espa?ol a la madrile?a no es remedio para el problema, sin que esa opini¨®n se incluya en la curiosa lista del terrorismo internacional.
Un amigo
En la sobremesa de una cena un amigo comenta que no saben Aznar y los suyos la suerte que tienen de que el fundamentalismo vasco no haya reclutado todav¨ªa fieles dispuestos a dar la vida por su causa, no ya en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad o debido al material que utilizan en sus cr¨ªmenes, sino directamente resueltos a inmolarse en una masacre sin nombre. Esa suerte la tenemos todos, por ahora. El amigo insiste. S¨®lo el hecho de no tener claro el plan de fuga impidi¨® que asesinaran al Rey en Mallorca cuando lo ten¨ªan a un par de centenares de metros en la mirilla de un fusil autom¨¢tico. ?Hay j¨®venes vascos dispuestos a dar realmente su vida por una causa sin futuro? ?Se sabe si los hay o si puede haberlos? ?El Gobierno de Madrid se ha planteado esa posibilidad como hip¨®tesis de trabajo? ?Habr¨¢ que esperar a que alg¨²n joven extasiado de patriotismo explosione con su furgoneta en el Museo del Prado para repensar otra vez el problema del Guernica?
El otro coste de Marbella
Un cuchillo es el arma -de las llamadas blancas, a saber por qu¨¦- m¨¢s f¨¢cil de conseguir, ya que forma parte de la armadura dom¨¦stica de cocina. Vestirlo para matar plantea cuestiones distintas, ya que, a diferencia del uso de las armas de fuego, permite al agresor un contacto directo con su v¨ªctima. Ese tr¨¢nsito entre la distancia inmediata y la lejan¨ªa del anonimato ha sido muy estudiado en relaci¨®n con la historia social de los impulsos agresivos. Por eso llama la atenci¨®n que tantos cr¨ªmenes de los llamados pasionales recurran para su ejecuci¨®n al navajeo reiterado mientras que otros de mayor solvencia se refugian en la distancia que media entre el percutor, la trayectoria bal¨ªstica y la posici¨®n del objetivo. Eso en lo que tiene que ver con el procedimiento ves¨¢nico, ya que todav¨ªa nadie ha explicado por qu¨¦ desaparecen en las noches festivas de agosto tantas adolescentes en el tri¨¢ngulo de las marbellas.
Mientras tanto
Hace ya mucho tiempo que Paco Candel, que ha recibido hace pocos d¨ªas un homenaje m¨¢s que merecido, escribi¨® que ser obrero no es ninguna ganga. Mi experiencia directa es amplia en ese asunto, pero la silenciar¨¦ ahora. Los montacargas de las construcciones ilegales se desploman, con tan mala fortuna que siempre pillan a dos o tres currantes reventados por el impacto. Qui¨¦n va a exigir que se cumplan a rajatabla las normas de seguridad si al hacerlo te ponen de patitas en la calle. Qui¨¦n va a optar por quedarse sin trabajo cuando tantas veces esa mortal precariedad es el sustento ¨²nico de una familia entera. Qui¨¦n va a sostener a una familia si no est¨¢ dispuesto a figurar antes o despu¨¦s en las estad¨ªsticas de la autoridad competente sobre lo que llaman siniestros laborales. Qu¨¦ siniestros intereses alientan la muerte de personas trabajadoras en edad de tanto merecer. Qu¨¦ ilusiones las del curro incinerado.
A Valencia, joven
Viendo las pelis de vaqueros que echa Canal 9 por las tardes resulta inevitable establecer una comparaci¨®n no demasiado odiosa entre la furia colonizadora que termin¨® con las culturas aut¨®ctonas en el Oeste norteamericano y las se?ales de humo que expande la secretaria de autopromoci¨®n cultural en sus bienales intervenciones sobre los solares de una ciudad derruida. "Al oeste, joven", era la consigna infalible de un periodo atroz y grandioso de la historia de Estados Unidos. Una consigna que ahora hasta japonesas a lo Yoko Ono, y sus amigos transnacionales, transforman en un "A Valencia, pollos", porque aqu¨ª encuentran El Dorado de una disposici¨®n mentecata hacia la cultura en la que ni siquiera es necesario hacer algo serio o de talento, ya que basta con que te dejes hacer la foto de cat¨¢logo con la chica que manda para bailar con un pie sobre tu cuenta corriente (declarada).
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