?D¨®nde est¨¢ la izquierda?
En sendos art¨ªculos publicados en EL PA?S, Vicen? Navarro y Josep Ramoneda mostraban su sorpresa por la falta de debate en la campa?a electoral en torno a la evidente precariedad del Estado de bienestar en Catalu?a. Recordemos un poco las cifras por lo que respecta al gasto y al sector p¨²blico en el a?o 1999. El stock en infraestructuras de Catalu?a es el 14% de su PIB y la media de la UE es el 18% del PIB. El gasto en investigaci¨®n y desarrollo (I+D) en la UE es del 0,28% del PIB; en Catalu?a, del 0,08 %. En educaci¨®n, en la UE, del 6,19% del PIB; en Catalu?a, del 3,38%. En apoyo a las familias, en la UE, del 2,2% del PIB; en Catalu?a, del 0,4%. En gasto sanitario, en la UE, del 6,12% del PIB; en Catalu?a, del 4,72. En vivienda p¨²blica, en la UE, del 0,6% del PIB; en Catalu?a, del 0,2%. El gasto social es en Catalu?a del 17,5% del PIB; en Espa?a, del 19,9%, y en la UE, del 27,6%. La diferencia entre Catalu?a y la Uni¨®n Europea en unidades de poder de compra (upc)se ha incrementado en la ¨²ltima d¨¦cada: en 1991 era de 1.243 upc, y en 1999, de 2.060 upc. De hecho, Catalu?a tiene el menor gasto social de Europa despu¨¦s de Irlanda.
Hace falta un cambio de persona y de r¨¦gimen para abordar los nuevos retos y superar las hipotecas heredadas
Los problemas derivados de este hecho son una cohesi¨®n social en riesgo debido a los mis¨¦rrimos porcentajes del PIB destinados a gasto social y la falta de competitividad suficiente de la econom¨ªa catalana debido al d¨¦ficit de inversiones en infraestructuras productivas. La atrofia del sector p¨²blico y del gasto social en Catalu?a tiene un triple efecto. Primero: la especializaci¨®n de segmentos de la iniciativa privada catalana en cubrir con servicios de peaje los d¨¦ficit de los servicios p¨²blicos; la sobredosis de autopistas de peaje, sanidad concertada o privada, y escuela concertada de ¨¦lite o privada configura un n¨²cleo de burgues¨ªa que basa sus beneficios en la administraci¨®n de la dependencia. Segundo: el desplazamiento de sectores de las clases medias y trabajadoras de banda salarial alta hacia el consumo de servicios privados o concertados ante la escasez de p¨²blicos, lo que puede producir una dualizaci¨®n social y ¨¦tnica, con el alud inmigratorio. Tercero: el hecho de que las capas medias se obliguen a pagar servicios privados o casi y las capas bajas no reciban los servicios necesarios en un pa¨ªs con coste de la vida m¨¢s elevado que el espa?ol medio hace que la sociedad popular catalana est¨¦ estresada: trabajar mucho (hombres y mujeres), tener menos hijos, pagar impuestos de pa¨ªs socialdem¨®crata y recibir servicios de pa¨ªs liberal.
El problema clave es que cada a?o los ciudadanos de Catalu?a env¨ªan sin retorno entre el 8% y el 11% del PIB catal¨¢n a Madrid. El d¨¦ficit fiscal, la diferencia entre los impuestos pagados y los gastos p¨²blicos, es ins¨®lito en Europa, donde territorios relativamente productivos como Catalu?a llegan, en el peor de los casos, al 5% del PIB. Por otra parte, no hay ni un solo territorio del mismo nivel de riqueza que Catalu?a, en torno a la media europea, que tenga d¨¦ficit fiscal con su Estado. Y a¨²n menos con Europa, con la que Catalu?a tambi¨¦n tiene d¨¦ficit fiscal por valor del 0,21% del PIB (1997-1999). Para tener una referencia comparable, el ¨¢rea metropolitana de Madrid, es decir, Castilla-La Mancha, recibe de Europa un saldo positivo de fondos que llega a significar el 5,43% de su PIB. O sea, estamos financiando por v¨ªa europea tambi¨¦n el coto privado del se?or Bono en plena sinton¨ªa con el Madrid prepotente del se?or Gallard¨®n. La fuga de cerca de dos billones de antiguas pesetas en el a?o 2002, casi el presupuesto de la Generalitat, condena a la sociedad catalana a sufrir una atrofia del sector p¨²blico que, como dec¨ªamos, pone en peligro la competitividad y la cohesi¨®n social. Para llegar a la media europea en gasto social necesitar¨ªamos recuperar como m¨ªnimo el 62% del d¨¦ficit fiscal.
Ni los gobiernos convergentes bien conectados con la ¨¦lite catalana que vive del peaje, de los servicios privados que hemos de pagar los ciudadanos de capas medias y trabajadores calificados del bolsillo al no haber oferta p¨²blica suficiente, ni los socialistas, m¨¢s preocupados de conservar la cohesi¨®n nacional espa?ola que de la defensa de las capas populares de Catalu?a, han denunciado con contundencia el expolio fiscal. V¨¦anse si no los saltos de alegr¨ªa del consejero Homs en el ¨²ltimo acuerdo de financiaci¨®n, que no ha significado ninguna disminuci¨®n del d¨¦ficit fiscal, y la ausencia de cualquier menci¨®n a la cuesti¨®n de la financiaci¨®n en el famoso papel de Santillana del Mar del PSOE.
Las dos primeras fuerzas pol¨ªticas de Catalu?a, hasta ahora, son las que desde el Gobierno de la Generalitat, en el caso convergente, o desde los principales ayuntamientos de Catalu?a y del gobierno del Estado desde 1982 a 1995, en el caso socialista, tienen la responsabilidad de la pol¨ªtica econ¨®mica de estos ¨²ltimos 25 a?os. Los aciertos son suyos. Pero esos graves problemas estructurales tambi¨¦n. Es necesario, pues, no s¨®lo un cambio de persona en la Generalitat, sino de r¨¦gimen para abordar los nuevos retos, para superar las hipotecas heredadas de la Catalu?a del peaje pol¨ªtico y econ¨®mico. Una izquierda que priorice la cohesi¨®n nacional espa?ola por encima de la cohesi¨®n social en Catalu?a ser¨¢ incapaz de abanderar un proyecto social cre¨ªble para los no privilegiados.
Josep Huguet Biosca es diputado y portavoz de ERC en el Parlament.
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