Ovejas
En su adolescencia, bien por capricho de ciertas divinidades con muy mala leche, bien por los palos de un padre, que adem¨¢s de tratante de bestias era dips¨®mano, le sobrevino un pertinaz insomnio del que no se librar¨ªa. Ni en las consultas m¨¦dicas, ni en las reboticas, ni en el herbolario, encontr¨® consuelo. Solo su abuela le apa?¨® un par de horas diarias de duermevelas y sopores, por la receta dom¨¦stica de contar ovejas. Y aunque tampoco despej¨® la vigilia que pesaba en sus p¨¢rpados, recuper¨® una pizca de aliento, y, de d¨®nde se lo iba a figurar, se agenci¨® un curioso oficio que, con el tiempo, habr¨ªa de proporcionarle popularidad, privilegios, caudales, persecuciones, juicios sumar¨ªsimos y c¨¢rceles. Antes de cumplir los diecisiete a?os y mientras contaba ovejas, contaba simult¨¢nea, vertiginosa y exactamente, cabezas de ganado vacuno; s¨ªlabas del poema del M¨ªo Cid; ensue?os; bajas de una tropa tras la batalla; papiros en la biblioteca de Alejandr¨ªa; hortalizas en los mercados de Par¨ªs; ejemplares porcinos de una regi¨®n; concejales, cargos p¨²blicos e inmobiliarios, provincia a provincia; mariscos congelados en la flota pesquera. Y jam¨¢s cometi¨® el m¨¢s insignificante error, aunque en sus operaciones contables le asaltara alg¨²n fugaz sesteo: su subconsciente funcionaba con la precisi¨®n de una maquinaria de relojer¨ªa. Un examen cient¨ªfico certific¨® no s¨®lo un instinto algebraico altamente desarrollado, sino una disposici¨®n neurol¨®gica ¨²nica para la matem¨¢tica y el verso endecas¨ªlabo. El fen¨®meno casi de barraca de feria se convirti¨® en un experto solicitado por grandes ganaderos, estados mayores de poderosos ej¨¦rcitos, acaudalados propietarios forestales, gobiernos y banqueros. Pero en su madurez se neg¨® a facilitar determinadas cifras y a revelar otras, que algunos servicios de inteligencia hab¨ªa clasificado. Y llegaron condenas, calabozos, torturas, amenazas. Desde entonces el pertinaz insomne decidi¨® modificar la estrategia de su abuela: en lugar de ovejas, empez¨® a contar cabritos. Y as¨ª es como a¨²n conf¨ªa en echarse un buen sue?o: son m¨¢s.
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