Presupuesto sin horizonte

El ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, present¨® ayer unos Presupuestos Generales del Estado para el a?o 2004 esencialmente continuistas, con una subida del 4,3% en el cap¨ªtulo de gastos y del 5,2% en el de ingresos. El proyecto mantiene el equilibrio, compensando un peque?o d¨¦ficit del Estado (0,4% del PIB) con un super¨¢vit equivalente de la Seguridad Social, de acuerdo con el amuleto del d¨¦ficit cero, al que el Gobierno atribuye poderes taumat¨²rgicos.

La aplicaci¨®n dogm¨¢tica del equilibrio presupuestario es discutible cuando se aplica a un pa¨ªs en el que se detectan graves carencias comparativas con Europa en infraestructuras p¨²blicas, formaci¨®n de capital humano y capital tecnol¨®gico. La estabilidad presupuestaria es una pol¨ªtica defendible siempre que no se convierta en una superstici¨®n anual que esterilice la iniciativa inversora o de regulaci¨®n econ¨®mica del Estado. En alg¨²n momento habr¨¢ que prestar atenci¨®n tambi¨¦n a la virtualidad del d¨¦ficit cero que ofrece el Gobierno, puesto que existen numerosos indicios de que el Ejecutivo elude contabilizar gastos que desplaza hacia circuitos extrapresupuestarios. Las inversiones en infraestructuras de transportes a trav¨¦s de organismos independientes de la Administraci¨®n o el truco de avalar deuda en lugar de registrar p¨¦rdidas (as¨ª est¨¢ disfrazado el agujero de RTVE) son ejemplos de este maquillaje. Con una contabilizaci¨®n m¨¢s correcta de los gastos reales de las Administraciones p¨²blicas, algunas evaluaciones llegan a establecer la hip¨®tesis de que el d¨¦ficit p¨²blico no ser¨ªa inferior al 3% del PIB.

Cuando se desciende al detalle de las partidas se llega a la conclusi¨®n de que las cuentas p¨²blicas presentadas ayer reflejan simplemente un esfuerzo encaminado a cuadrar la contabilidad y carecen de lo que debe animar todo presupuesto: la vocaci¨®n de influir sobre el curso de la econom¨ªa del pa¨ªs. Montoro ha insistido en que las prioridades del Presupuesto se vuelcan en el ¨¢mbito de la justicia (para el que se prev¨¦ un aumento de recursos del 7,5%), infraestructuras (6,4%), sanidad (5,9%) y seguridad (en torno al 8%). Vanas prioridades, porque si efectivamente se busca mejorar el estado de la justicia, de la sanidad o de las v¨ªas p¨²blicas con actuaciones significativas, el Estado tendr¨ªa que aprobar partidas con aumentos superiores a los dos d¨ªgitos.

El cap¨ªtulo de ingresos, continuista y fiado simplemente a la reducci¨®n de tarifas del IRPF aplicada en 2003, confirma que estamos ante un Presupuesto anodino. Sus partidas desmienten con hechos las enf¨¢ticas declaraciones del Gobierno de que se pretende hacer pol¨ªtica econ¨®mica con el dinero p¨²blico. No hay apuestas ni compromisos ratificados con dinero; ni est¨ªmulo a la inversi¨®n, ni incentivos al consumo ni otra cosa que no sea un ejercicio de cuadrar cifras para que la suma sea cero. En lugar de pol¨ªtica econ¨®mica activa, o incluso de electoralismo, el Gobierno propone un curso de contabilidad aplicada.